23.2.05

La atribución real del cuerpo, entre ciencia y psicoanálisis *

Mesa redonda en Lausanne

Eric Laurent **

En el inicio de su intervención, François Ansermet sitúa la medicina en las fronteras de lo real. Muchos puntos en las exposiciones clínicas que nos han sido presentadas giran alrededor de esto. Queda por saber de qué real estamos hablando.
Para orientarse en esta cuestión, hay que partir de una oposición sólida: la que ha desarrollado Jacques-Alain Miller al inicio de su curso de este año. Utilizamos la palabra real, pero no tenemos que dejar que el uso del término nos confunda. El real del psicoanálisis no es el de la ciencia. En efecto, hay dos modos de real. Lo real se dice en más de un sentido (para parafrasear a Aristóteles cuando enuncia que el ser se dice en más de un sentido). El real que pone a punto la ciencia se especifica, en la enseñanza de Lacan, como el que forcluye el sujeto. La ciencia busca leyes que sean válidas para todos y según un modo particular de obtención de la certeza.
En el momento en que la ciencia ha pasado a la civilización -eso que los historiadores de las ciencias, al menos en la tradición francesa, llaman corte epistemológico del siglo XVII- ha surgido un modo de demostración nunca visto anteriormente. Esto no ha sido sin consecuencias en los otros modos de discurso. La filosofía, con Hume, o más tarde el derecho, se han interesado en esto especialmente, en particular el gran teórico inglés Bentham que se abocó en su Teoría de las ficciones a trabajar sobre un modo de real propio de la cultura, de la civilización (Uds. saben que en francés se llama civilización a eso que en todas las otras lenguas se llama cultura). Otros, luego de Bentham, como Hegel, Marx suponen también un real en juego en toda forma de repartición social. Esto implica sostener que en la cultura no hay sólo fenómenos de sentido. Hay otro modo de real del cual se trata de dar cuenta. Es lo que Lacan enuncia también cuando formula que hay síntoma en la cultura, lo que Freud ha situado como malestar en la civilización. El término de malestar tiene que ser precisado: no tiene solamente un sentido malo, inadecuado, que deja insatisfecho. Hay, hablando adecuadamente, síntoma. De lo que el psicoanálisis se ocupa es de ese real, un real propio al inconsciente.
Teniendo en cuenta esto, se trata, entonces, de persuadir al científico de que hay otro modo de real que el suyo. Lo que no va de suyo. La ideología espontánea de los premios Nobel de física contemporánea, si puedo decirlo así, es una especie de budismo blando. Reconocen que hay entidades, un Gran Todo, que deviene una especie de dios de sabios, una forma moderna de teísmo. Estos premios Nobel se reúnen en coloquios, hablan de espiritualidad, lo que parece perfectamente compatible con la actividad científica. Pero eso no tiene nada que ver con nuestra perspectiva que consiste en decir que hay un real en juego.
Retomemos nuestra interrogación. En el inicio de su informe, Ud. habla de "fronteras de lo real". El tipo de práctica que Ud. nos trae al debate, interroga, verdaderamente, el modo de nuestra acción, cuando ya no se puede producir efecto de sentido. No lo podemos producir
sobre el feto, sobre el niño que va a venir (aunque uno lo produzca, sin embargo cuando se dirige a los padres). En los casos presentados, la secuencia es ilustrativa: claridad de la intervención, modo elegido y efectos constatados.
Ud. ha comenzado sobre ese real para hablar de una práctica de lo imprevisible, al final de su informe. Jacques Lacan, en la última parte de su enseñanza, ha desarrollado las teorías de las modalidades. Luego de haber pasado revista a diversos aspectos de la lógica y haber demostrado el impacto que tenía en el psicoanálisis, luego de haber desarrollado los problemas de la sintaxis, de la semántica, de la pragmática, viene a considerar el lugar de las modalidades. En efecto, esto parece central, en la perspectiva de lo que Ud. presenta, considerar la cuestión de las modalidades de lo necesario y de lo contingente, de lo universal y lo particular. Subrayaré aquí, luego de las indicaciones de Jacques-Alain Miller, como Lacan ha tenido la audacia de sostener que hay en lo contingente algo de real, mientras que toda la ciencia se construye sobre la idea que sólo hay real en lo necesario, que la modalidad misma de lo real es lo necesario. Nada es modificado en este orden de razones por las teorías del azar o del caos, se trata siempre de abordarlas en el orden de lo necesario, incluso si la desproporción de las causas y de los efectos puede ahora ser tomada en cuenta.
Al contrario, en el psicoanálisis, sostenemos que lo contingente mismo da a luz una causalidad propia. Es la del encuentro, la del efecto de significación, de la declaración encontrada en el camino, del embarazo gemelar llegado antes de tiempo, el hecho de que en el fondo el hombre está profundamente marcado por un síndrome de reemplazo (1), que haya siempre algo que venga al lugar de lo nuevo, que nunca es eso. Este abordaje a contracorriente de la reflexión epistemológica científica es, sin embargo, la única forma de sostener un modo de cientificidad del psicoanálisis.
Lacan ha dudado mucho antes de llegar acá. Primero se preguntó como sería posible situar al psicoanálisis en las ciencias. Luego se preguntó lo que sería una ciencia que incluyera al psicoanálisis. Primero pensó que sería posible ponerla en la serie de las ciencias humanas de la época, las ciencias conjeturales. Era la esperanza desde 1949 con Levi-Strauss, Koyré, con la lingüística, después la etnología con la noción de corte utilizada en lingüística y que se iba a poder encontrar en las ciencias humanas. Esta esperanza se derrumbó a fines de los años 60. Apareció de forma clara en "Radiofonía" que Lacan estaba en tren de abandonar esa perspectiva. De la pregunta "¿qué es una ciencia que incluya al psicoanálisis?" llegó a la afirmación del modo científico del psicoanálisis. Pero ese modo toca a lo contingente que se trata de elevar a la dignidad de una modalidad de lo real. Es lo que Jacques-Alain Miller ha desarrollado de manera absolutamente convincente y que permite ordenar la enseñanza de Lacan del periodo 1970-1975 con una claridad más justa.
A partir de ahí, retomemos las interrogaciones que hace surgir su práctica sobre estos problemas. Ya sean las preguntas sobre la filiación, sobre la cuestión de la elección del sexo, sobre la función de los rituales de duelo con relación a la pulsión de muerte, sobre el lugar de la demanda: se podrían tomar cada uno de estos puntos desde esta perspectiva de un acceso en el psicoanálisis a lo real, por un imposible que tiene su raíz en la contingencia y no en la necesidad. El caso presentado por Carole Muller Nix merece que se lo retome en los detalles. Este caso permite interrogar lo que nosotros llamamos depresión post-partum. La depresión maternal, en ese caso, parece apoyarse en certezas, en el límite de la convicción inquebrantable. Notemos sin embargo que esta convicción desaparece luego de un cierto tiempo. Tres años después, despierta de eso, se encuentra un "no comprendo por qué...", habiendo sido adquirido éste sin ninguna elaboración.
Sin embargo, hay repetición, ese síndrome de reemplazo que Ud. evocaba: tenemos la sombra del primer embarazo que se extiende sobre el segundo.
Se encuentra también ese tipo de fenómeno en el caso presentado por Ana Almeida, en donde viene la certeza que se paga por haber querido forzar la naturaleza, por haber engañado a los dioses. En el mundo moderno, se engaña a los dioses cuando se va un poco lejos en la tentación tecnológica, cuando se va un poco demasiado lejos fuera de la naturaleza. Esta voz puede ser encarnada o por el ecologista que les recuerda que si se fuerza el orden del mundo esto les va a recaer sobre la nariz, o por el superyo que se pone en marcha y que agobia. Esta persona tiene un temor a la antigua: tiene una felicidad demasiado extrema que le hace temer que los dioses la celan y que las cosas van a ir mal. Y en efecto, las cosas van mal: incompatibilidad rhesus. Aparece enseguida una creencia, con la idea de que se han equivocado de embrión, que se le ha implantado el de su vecina de habitación. Ud. ha dicho que eso ha desaparecido muy rápidamente. En el fondo, esas pequeñas burbujas que surgen así permiten percibir bien una frontera de lo real.
Desde que se toca al niño, se encuentra lo real de la locura femenina. Esto puede tomar el giro de algo extraño. El ginecólogo presiente que esa pareja, llevada por la esperanza, renovada en la tecnología, parece habitada por una especie de demanda loca. Hay el sentimiento de estar ante algo un poco loco, sin querer por eso identificarlo de forma psiquiátrica. Lo que notamos con Lacan como el hecho que del lado femenino de la sexuación no hay punto de detención. Esta posición, que primero percibió Freud como posición paterna, luego logificada como la posición de excepción. Esta locura femenina, no es la psicosis, es de la categoría de: "todas las mujeres son locas", a lo que Lacan agrega: "no locas del todo". Es decir que para las mujeres, no hay el todo, mientras que al contrario los hombres son locos del todo. La locura totalitaria, es la locura masculina, del tipo de Federico II y su armada que describe Voltaire. O el patrón de Intel (2) que escribe un libro que tiene como título "Sólo sobreviven los paranoicos", la única solución más o menos verosímil para sobrevivir en el mercado en donde, en efecto, es razonable pensar que todo el mundo quiere sacarle su pellejo.
Del lado femenino, se cae en un registro que estos casos nos hacen sentir bien. A través de esta demanda loca de un niño, se revela un modo de real. No es con argumentos, con efectos de sentido que se puede tocar a esto. En el caso discutido por Carole Muller Nix, Ud. presenta un método que está muy bien enunciado: es el de hacer pensar a esta mujer de soslayo. Ud. no toca eso, pero Ud. la hace hablar justo de soslayo. Es por ahí que se pueden tocar sus certezas, que no basta con calificarlas de fantasmas. Hay en esta contingencia la manifestación de algo que es del orden de lo real y que toma la forma de un trastorno del humor, de una depresión con un sentimiento de indignidad. Esto se inscribe en la clínica de la depresión post-partum, a la cual hay que agregar toda esta clínica de las convicciones temporarias. Es un modo particular de real al cual tocamos, a partir del cual podríamos retomar las preguntas que Ud. había abordado en el vasto panorama que situó, muy útil para aquellos que están confrontados a este tipo de práctica.


Bernard NOMINÉ
Creo que hay una idea muy importante que ha surgido esta mañana, es la de lo imprevisible. Si hay un dominio en donde se ve bien la función de lo imprevisible es el del niño. Actualmente la ciencia se desvela para tratar de borrar ese imprevisible, que una mujer pueda tener el hijo que ella ha previsto, en particular gracias a la localización posible de las anomalías antes de término. Se tiene la impresión que la ciencia se esfuerza por disminuir la parte de lo imprevisible. Cuando una mujer está confrontada a la realidad de lo que ha previsto, eso va mal. Eso es lo que sucede en los casos que nos han presentado. Tiene exactamente lo que quería. Es demasiado bello. Creía que no era posible y eso llega. Así, paradojalmente, cuando se disminuye una parte de lo imprevisible, eso va mal. Me parece que se comprende por el hecho que la venida de un niño para una mujer es precisamente lo que la hace no-toda. En todo caso, es en ese momento que se va a jugar para ella el hecho de saber si está del lado del "no-toda", o si va ir del lado de la locura del todo. Es en ese punto en que se juegan los momentos muy difíciles. La llegada de un niño confronta a eso. ¿Ella va a ser toda o no-toda?
Freud dice algo como esto: muestra que remontando la historia del deseo del hijo en una mujer, se encuentra en efecto algo esencial, que está en relación con la relación pre-edípica de la niña a su madre. En esta relación, Freud indica que hay tendencias pasivas. Estas tendencias pasivas no son aceptadas. Hace falta absolutamente que sean traducidas en actividad. Es lo que hace que la niña se ponga a jugar con una muñeca, que se ponga a soñar tener un bebé, para invertir la tendencia. Pero, para Freud, en esta traducción de la pasividad en actividad, toda la tendencia no es traducida felizmente, todo no sufre lo que él llama la catástrofe. Para Freud es a través de este pequeño resto que no ha sufrido la catástrofe, que una niña va a dirigirse a su padre y que luego una mujer se dirigirá a un hombre para tener un niño. Si se lee la lógica de este recorrido descripto por Freud, se ve que finalmente el niño es no solo el resultado de una tentativa de traducir esta pasividad del lado del significante, con el falo -incluso la ecuación freudiana pene-nene- pero que el niño es también eso que empuja a encontrar algo de eso perdido con la madre. Freud enuncia que es sólo ante un hombre que una mujer puede en fin encontrar una posibilidad de jugar algo de su feminidad.
Me parece que en todas las técnicas que se proponen a las mujeres, y sobre todo en la forma en que ciertas han derivado, hay una separación muy neta entre de un lado lo que toca al deseo de una madre, deseo completamente loco, más allá de lo posible (con un marido muerto, mas allá de los 60 años, con un partenaire homosexual o todo lo que se quiera) y del otro lo que toca a la madre como no-toda, es decir a su lado mujer, el lado imprevisible ligado al malentendido de la relación sexual. Lo que no impide que las técnicas de procreación médicamente asistidas tienen justamente la tendencia a borrar esta separación, a borrarla en beneficio de encuentros perfectamente bien organizados en donde los genes están repertoriados, clasificados, donde es la ciencia que organiza un encuentro sin malentendido. Es alrededor de este punto que me han sensibilizado vuestras presentaciones y vuestra forma de intervenir para restablecer el malentendido y lo imprevisible.

Jean-Daniel MATET
Se podría interrogar sobre las condiciones en las cuales Uds. han encontrado estos niños o más exactamente sus madres. He apreciado el hecho que finalmente hayan sido derivadas por los médicos. He pensado en cada vez que los médicos han hecho la derivación, al menos en vuestro servicio. Uds. han promovido una oferta para que efectivamente una demanda pueda constituirse, aún si no es una demanda de análisis en la ocasión, sino una demanda concerniendo un síntoma, una pregunta. Me sorprendí ante el hecho de que cada vez, estos médicos testimoniaban de estar afectados por lo que sucedía: afectados en el punto en que la angustia los ganaba. Es patente que se lo encuentra en otros campos de la medicina, por ejemplo en la historia reciente con el Sida. He notado el hecho que los médicos con los que trabajamos en el grupo "Psicoanálisis y Medicina" en París, son aquellos que han estado marcados por ese tipo de cuestiones. La recepción de pacientes tocados por la epidemia de Sida confronta a la impotencia de la medicina, a las dificultades que surge de esto para el médico, lo que lleva a la angustia de los practicantes.
Entonces, quisiera interrogarlos sobre este punto, ya que finalmente las indicaciones que nos ha dado Eric Laurent con respecto a las dos formas de real nos hacen pensar que justamente estos médicos, en cierta forma, han estado desbordados en la confianza que podían tener al real de la ciencia. Algo aparece que suscita la angustia, lo que hace que efectivamente ellos propongan a las madres ir a consultar. En cierto aspecto es eso que es particular: estas madres no hubieran consultado espontáneamente. Este fenómeno no es propio de la perinatalidad. Es propio de toda clínica con los niños, con autismo, con la psicosis infantil: es la familia o un tercero que produce la demanda de la consulta. Quiero interrogarlos sobre esta cuestión porque Uds. tampoco ven todos los niños que han sido concebidos en las condiciones en que la ciencia interviene de esta manera. Los que piensan que se puede hacer prevención, hubiesen visto a todos los chicos en estas condiciones. Pero, Uds. han hecho otra elección.

François ANSERMET
Es cierto que intervenimos a partir de una demanda hecha por el médico, algunas veces incluso de manera bastante brutal, en urgencia.
En el primer caso presentado por Ana Almeida, hemos sido llamados al hospital a primera hora de la mañana, en una sala de radiología, cuando los cirujanos habían intentado en vano operar la atresia esofágica (ausencia de esófago), intervención que hoy se hace sin mayores complicaciones. Nos convocaron para presentarnos este caso porque tenían la impresión que ellos mismos estaban ante algo inasimilable, inabsorbible subjetivamente. Nos convocaron junto con el ginecólogo responsable de la procreación médicamente asistida, en un ambiente de tribunal con relación a la selección natural que habría sido forzada en esta situación, más allá de todo límite. Es eso lo que llamo el punto de vértigo, el punto de horror que surge ante la evidencia de nuevas formas de goce. Es ese punto el que uno encuentra en el corazón de la ciudad hospitalaria al proponer una oferta como la nuestra, aún si encuentro a veces difícil ubicarse bien sobre lo que nos puede perder en una historia como esta.
Los médicos están desbordados por la evidencia de un real inasimilable, que efectivamente no tiene nada que ver con el real de la ciencia. Tenemos que decir que en estas situaciones, estamos en el momento y no en la retroacción (3). Cuando en realidad uno tiene la costumbre de intervenir a partir de la retroacción, somos practicantes del aprés-coup, atentos a las respuestas del sujeto, a la suerte de cómo lo vuelve a tomar subjetivamente. En todo caso la cuestión del tiempo nos plantea problemas. Estamos en la sorpresa. Tenemos la impresión de estar frente a una distorsión temporal, a un efecto de extrañeza, a un efecto de báscula que justamente nos hace intervenir de soslayo, como Ud. ha dicho en el desfasaje. Como no tenemos acceso al tiempo, se crea un espacio -espacio discursivo- abierto a una posible respuesta, con relación a la cual nada se puede decidir, nada inducir.
Para seguir la línea de Eric Laurent a propósito de la locura de las mujeres, se podría interrogar si ésta no viene justamente por interpretar algo de las fuentes de la ciencia en la magia. Pienso a partir de los primeros elementos de esta jornada, que habrá un trabajo para hacer retomando la distinción introducida por Lacan en "La ciencia y la verdad", entre magia, ciencia, religión y psicoanálisis, identificando en sus diferentes campos su relación a los dos estatutos de lo real. La locura de las mujeres interpreta en el médico algo de su relación a la ciencia. En tanto que no se ubica con relación a ese punto, es cierto que tiene el riesgo de franquear todos los límites. Se podría preguntar a propósito de esto porque el clon ha hecho tanto ruido en los medios de comunicación. Un clon, después de todo, podría ser visto como un gemelo univitelino. En esto, eso no sería lo mismo para nada. Desde hace tiempo, se sabe que los gemelos univitelinos no tienen el mismo destino, que queda lugar para la epigénesis. Pero lo que ha hecho el movimiento de pánico es seguramente otra cosa. El clon, es la finalización última de las procreaciones médicamente asistidas, en donde se puede obviar totalmente al padre, hasta el espermatozoide...

Eric LAURENT
Se obvia también a la madre. Ahí se ha tocado algo. En el fondo, del padre se puede pasar, eso no asusta. Eso se ha hecho siempre, si puedo decirlo. El tratamiento de la esterilidad, como ha podido decir un etnólogo, es un problema específicamente moderno. Las sociedades tradicionales siempre han resuelto bien ese problema a su manera, sin la ciencia.

Carlo VIGANO
Quisiera hacer también un comentario sobre la demanda. Esta locura de las mujeres es una locura que no se desencadena en el apres-coup, sino en el momento del impacto, en la frontera de lo real. Es por eso que creo que la demanda viene del médico, François Ansermet ha dicho una vez que la medicina abre sus puertas al psicoanálisis mientras que la psiquiatría las cierra. Quisiera oponer en esta línea la locura de las mujeres que se ve en la medicina perinatal a la locura de los psiquiatras. En los tres casos presentados, se engendró una locura maternal. Los médicos han recurrido al psicoanalista y no al psiquiatra. No psiquiatrizaron a estas mujeres. Encuentro este hecho interesante en eso que demuestra la posición diferente del psicoanalista ante la locura con relación a la del psiquiatra. También opondría la psyché del psiquiatra a lo real del psicoanalista del cual ha hablado Eric Laurent.
Habría dos formas de tratar lo real en juego en el desencadenamiento de la locura, a la frontera de lo real: tratarlo de una forma psicológica, formalizándolo a nivel del sentido, o tratarlo por un acto que consiste en hablar de soslayo sin recrearlo. Es una categoría opuesta a la de la psiquiatría. Los tres casos presentados me parecen esclarecer la manera en la que el psicoanalista puede concebir su intervención ante el desencadenamiento de la locura, al nivel de ese real de la contingencia, al inicio de esta contingencia, simultáneamente al encuentro con lo real y no sólo en el apres-coup.
En esta perspectiva, quisiera también señalar, en el caso presentado por Carole Muller Nix, la intervención del marido que en un cierto momento ha impuesto la posición del padre de una manera abrupta.
Creo que esta toma de posición del marido no ha sido sin consecuencias. No es una toma de posición psicológica es una toma de posición de hecho, de autoridad. Planteó un acto, que seguramente tuvo su efecto ulterior.

Esthela SOLANO
Primero quiero agradecer a las personas que han presentado los casos que son muy apropiados para ponemos a trabajar cuestiones teóricas que nos plantea una práctica como esta. En este sentido, me he sensibilizado con la intervención de Eric Laurent que nos ha dado un marco para elaborar lo que habíamos escuchado y la posibilidad de continuar en esta elaboración colectiva. Eric Laurent, en efecto ha hecho valer un punto que me parece fundamental: es que en el ámbito de una clínica en donde la cuestión de lo real está presente con una prevalencia tal, bajo las especies de la incertitud y del horror, se trata de no perder la orientación que consiste justamente en tener en cuenta lo real en juego. En la clínica no hay humo sin fuego. Y en estos casos, el fuego de algo que proviene de ese real en juego bajo las especies de síntoma, incluso si el síntoma está ahí para velar ese real.
Me parece que si nosotros recordamos la importancia de las modalidades causales sostenidas por las leyes de la contingencia, como bien lo hemos podido medir a partir de la clínica que nos ha sido presentada, es seguro que esta contingencia actúa sobre un fondo de imposible. Lo real en cuestión, es un real que nos confronta a lo que hay de imposible en la relación al sexo. Pues bien, está entonces lo necesario del síntoma, sobre un fondo de imposible con relación al sexo. Si el síntoma es lo que proviene de lo real, se manifiesta como siendo eso que se pone atravesado, eso que no marcha.
En los casos presentados, me parece que el síntoma se presenta como algo que se atraviesa a nivel de la procreación. Señalemos que la intervención médica pasa por encima de ese síntoma: es una intervención que fuerza a lo real del síntoma a responder diferentemente. Cuando uno fuerza a lo real del síntoma a responder de otra forma, nunca deja de tener consecuencias. Y aquí, apareció lo que Eric Laurent hizo valer. Lo que presentó es justamente una modalidad de respuesta que hace notar, del lado de la madre, la certeza. Estoy tentada de pensar que este encuentro con esta punta de real (4) se produce por el bies del niño: el niño como siendo esa punta de real que retorna de eso que ha sido rechazado de lo simbólico. Me parece que hay algo específico a la cuestión que nos reúne aquí, mas particularmente a la locura femenina, esta demanda loca de un niño.
François Ansermet, nos ha hecho notar un punto: se diría que la medicina hoy se ha dado los medios para responder a esta demanda más allá de ese punto de tope fijado por el síntoma. Forzar ese punto de tope del síntoma, por el bies de la intervención en lo real de la cosa, no es sin consecuencias. Con relación a la pregunta de François Ansermet -¿Qué lugar puede tener el psicoanalista confrontado a este genero de situaciones?- se me aparece la idea que este lugar consiste precisamente en no descuidar, en el caso por caso, las consecuencias de forzar al síntoma, de esta operación sobre lo real del síntoma. Es decir que también efectivamente, tampoco hay prevención posible sobre este plano.

Eric LAURENT
Me gusta esta expresión "forzar lo real del síntoma a responder de otra manera". En efecto, a partir de un cierto forcejeo la respuesta es otra. En el primer caso que presentaba Ana Almeida, estaba esta mujer que cae en un ginecólogo que tiene sensibilidad psicológica y que le dice: todo eso es psíquico. Luego un segundo ginecólogo le encuentra la trompa tapada. En un primer movimiento uno se dice que francamente, más vale no tener un ginecólogo que tenga una gran sensibilidad psicológica: más vale que haga bien los exámenes de trompa. Hace responder lo real del síntoma. Él siente que en efecto, el deseo de esta mujer está ahí en fracaso ante un imposible, que ahí hay un real. Lo hace responder diciéndole que con su historia, lo que le sucede, después de todo no es sorprendente. El segundo, anuncia la trompa tapada y la destapa. El embarazo llega luego de un gran esfuerzo, diez años de esfuerzo. Hay una vuelta enseguida de esto en el marco general de esta depresión del post-partum en donde ideas locas surgen: tiene el sentimiento de haber sido engañada, está enojada con su ginecólogo. El pobre, sin duda no tiene nada que ver, pero es el que paga por los otros. Es un síndrome de reemplazo. No se escapa al síndrome de reemplazo. Todo niño es un poco reemplazado en el horizonte. No es totalmente lo que debería ser. Es muy difícil salirse de eso, incluso con muchos rituales. La cristalización especial que toma enseguida para esta mujer su convicción concentra toda su historia.
Los médicos cuando se desesperan, como en el caso presentado por Ana Almeida, pueden estar tentados de dejar hacer a la selección natural. Entonces hay momentos en donde están tentados de bajar los brazos, mientras que su actividad es fundamentalmente anti-selección natural. Lo mismo el psicoanalista podría desaconsejar a todo el mundo y decirle a las personas: "En fin, ¿están Uds. realmente seguros de querer eso? ¿Por qué un artefacto?" ¿Sería esta la posición del psicoanalista? "Vuelvan a la buena naturaleza" Si fuese el caso, sería realmente catastrófico, sería un naturalismo delirante. La lucidez psicoanalítica consiste en saber que cuando se fuerza lo real del síntoma a responder de otra forma -según la expresión de Esthela Solano que voy a guardar bien en la memoria- las consecuencias no pueden ser ignoradas. Para el psicoanalista se trata de hacerse el destinatario ante la gente que no demanda absolutamente un psicoanálisis, lo que no nos impide para nada interpretar, como para las psicosis.

François ANSERMET
En la conducta de este tipo de intervención, la línea más fuerte sería la de ir del lado del sentido y de la historia, mientras que uno está en el instante de una relación traumática con ese real, que no es justamente el de la ciencia. En ese tipo de situación, lo que está en juego no es el sentido, sino al contrario un acto que haga corte. Tenemos que prestar atención que aquí el psicoanálisis, como lo decía Lacan, no vire al sentido. Lo que no quiere decir que el sujeto no venga él a constituir un sentido de reemplazo, para inscribir este evento en su modo específico de respuesta.

Eric LAURENT
Lo que Ud. describe, me parece que es la orientación que Jacques-Alain Miller da prácticamente. Hace de eso una teoría de la práctica. En este lugar el sujeto va a construir algo que puede elaborarse. Se considera que es su verdad. El sentido se mete ahí, pero primero el psicoanalista debe ubicar lo fuera de sentido.
La actividad del psicoanalista, consiste en aislar el fuera de sentido y saber que eso no es algo sobre lo que se pueda actuar. La interpretación consiste en localizar el punto que escapa a nuestra acción, en fijar el fuera de sentido en un punto, y luego abrir el sujeto más allá de ese punto, a tejer el sentido. Hay ahí si se quiere, un cierto efecto sugestivo, en la poca autoridad que deja en esas situaciones la transferencia que está instalada, que es una transferencia débil. Pero es de todas formas una palanca para decir que ahí hay un sentido a tejer.
La vía que Uds. eligen es ejemplar de una forma de hacerlo que es muy particular, es esta una forma de acción posible cuando se debe soportar las consecuencias de una respuesta de lo real que se ha forzado.
Me gustaría decir algo sobre esta ley suiza en donde se va a levantar el anonimato del donante de esperma en las inseminaciones artificiales, esta ley que elige la vía suiza y no la vía francesa, es decir que el niño tendrá derecho a conocer la identidad del donante del esperma. Una elección tal me parece compatible con la sensibilidad protestante que no es la misma que la de la iglesia católica. El "tú no puedes saber" es típico de los países católicos. Entre los católicos no se lee la Biblia.
Los psicoanalistas estarían espontáneamente más bien por la vía simbólica, llevados a decir: eres el hijo de esta ficción, no hay que saber más de eso. Habría una tentación psicoanalítica que sería aliarse en esta ocasión con los representantes de la iglesia y hacer escuchar que en efecto valdría más mantener esta vía. Pero, ¿sin embargo se puede estar seguro que se mantiene un modo del Nombre del Padre, que sostenga en el contexto de una civilización, en donde justamente, las tentativas del derecho de hacer existir las ficciones están fundadas sobre un régimen fundamental de increencia?
En un sentido, sería posible sostener la vía francesa, que es una vía que surge de la tradición de los legisladores (Francia es un país que se ha hecho sobre los legisladores). Se hacen leyes, eso se sostiene, y la ficción jurídica equilibra la ciencia. Sin embargo la vía elegida en Suiza es una vía que busca reconciliarse con su tiempo, porque el peso del determinismo genético es tal en lo imaginario que será cada vez más difícil decirle a alguien: tú eres el hijo de esta ficción. La ficción lo alcanza a la vuelta por el gen que será marcado de tal manera. Si no conoce la identidad de su padre, no puede continuar la búsqueda sobre su patrimonio genético.
Hasta ahí, el único problema del derecho, era lo que los suecos habían visto rápidamente: a partir del momento en que la identidad del donante de esperma es conocida, los procesos de reconocimiento de paternidad pueden continuar. Es posible que en el modelo sueco, o en lo que tratan de instalar en Suiza, se asista a estratificaciones sucesivas, a la aparición de diferentes niveles de filiación según a quien se dirija uno. Es un padre simbólico de nivel superior que dará el derecho de decir el patrimonio genético. Así se habrá simplemente reconstituido un padre estructurado según una teoría de tipos, según estratificaciones sucesivas: basta con que sea siempre enviado a una instancia del derecho, para tener por ejemplo el derecho de conocer el donante. Finalmente es también una solución simbólica como la otra.
Luchar contra un familiarismo delirante, es cernir que en la desmaterializacion del padre que se ejerce en las diferentes corrientes de la ciencia y del derecho que tocan a la estructura familiar, siempre se puede encontrar un modo adecuado de interpretar estos lugares del Otro, de lo simbólico, del padre. No hay que atarse a formas pasadas con la idea que van a durar para siempre.

Jacques BORIE
Por mi parte me parece que se ha evitado plantear el problema de la mala manera, que habría sido oponer lo real de la ciencia a lo que sería nuestra idea de lo humano, en el sentido de la subjetividad que daría un sentido a la vida, si puedo decirlo. Creo que hay una clínica muy rica al tomar la cosa de costado, de eso que se nos ha presentado hoy, se ve bien como el sujeto humano emerge de su estatuto de desecho. Esto nos lleva a reconsiderar la cuestión del Nombre del Padre, no sólo como se lo hace tradicionalmente, como este Otro previo en el cual el sujeto tendría que localizarse a partir de significantes de este Otro, pero como eso que, a partir del estatuto del sujeto como desecho, va a emerger de un bricolaje particular. Esta operación al ser producida a partir del encuentro entre este imposible, que va a poner un limite a la locura femenina, y la contingencia de eso que se inventa, de eso que se inventa por ejemplo en el caso presentado por Carole Muller Nix, a partir del desfasaje de la intervención del analista y a partir de una posición que deja su certeza al sujeto.
Esta clínica "de lo real" (real a poner entre comillas sin duda) nos enseña verdaderamente algo sobre el estatuto mismo de eso que es el padre para el psicoanálisis. Esto nos hace pasar de un cierto a priori de la estructura, a algo que se da como síntoma bajo una modalidad de lo inconsciente. No es para nada lo mismo que el a priori del Otro. Es la enseñanza de esta clínica. No se construye una ficción a partir del universal. Se trata al contrario de ver cómo cada uno, confrontado, por ejemplo, a la cuestión de la sexualidad femenina, va a hallar en el encuentro de un punto sobre el cual se va a articular la relación de este imposible y lo que se inventa como solución contingente particular, que puede también llamarse Nombre del Padre, si uno lo toma como síntoma. Me parece que hay una enseñanza de esta clínica, que no tiene nada que ver con la oposición de lo humano y de la ciencia.

Philippe LACADÉE
Les propongo pasar del padre al Santo Padre, que quisiera poner en oposición con lo que ha dicho François Ansermet en su introducción: que la apuesta del psicoanálisis en perinatología es que el sujeto pueda advenir. Recordaré lo que decía Juan Pablo II, el 20 de noviembre de 1993, en el momento en que condenaba de manera violenta la concepción in vitro: se autorizó a recordar a los científicos como a todos que el embrión apenas fecundado debe ser reconocido como sujeto de derecho por las leyes de las naciones, bajo pena de poner la humanidad en peligro. Esta intervención venía a partir del momento en que había sido horrorizado, en otoño de 1993, por el hecho que se puedan separar los blastómeros de los jóvenes embriones humanos impropios a la transferencia uterina y asegurar el desarrollo in vitro durante algunas decenas de horas. Es eso lo que ha suscitado la reacción del papa que ha dicho horrorizado, viendo en eso amenazas temibles para nuestra humanidad. Entonces, permítanme poner el punto de vista del Santo Padre en oposición a ese sujeto que, esencialmente, habrá de advenir.
Quisiera agradecerle a Carole Muller Nix, en el sentido en que me parece que hay en lo que ella ha presentado un paso al costado en relación a lo que se llama en ciertas corrientes las interacciones madre-niño. Me parece, en efecto, que Ud. nos propone una clínica nueva, en el sentido en que se ve bien que esta respuesta de soslayo abre el espacio a lo que se podría llamar "un sujeto en devenir" (5). En todo caso este desplazamiento de lo real permite seguramente una respuesta del sujeto diferente. Creo con relación a esto que no hay que perder de vista que el sujeto es antes que todo una respuesta de lo real, como efecto de significación. El sujeto, que sea un objeto, solo encuentra su lugar al ordenarse a la función de la castración, pero también como lo ha mostrado François Ansermet, a la función del malentendido. En todo caso, la clínica perinatal nos compromete a precisar, en nuestros trabajos, lo que se llama un sujeto.

Eric LAURENT
Encuentro la intervención de Juan Pablo II muy interesante. Primero, porque él se da cuenta que el derecho no está para nada adecuado a las prácticas. Esto no le conviene a todo el mundo. Algunos científicos no quieren hacer demasiado lugar a los problemas legales delicados. Por ejemplo, para el clonaje, pero también para ciertos laboratorios que tienen un sobrenúmero de embriones congelados de los cuales quisieran deshacerse para tener más lugar.
Se trata de tener bastante cuidado con los tachos de basura, como con las zonas de no-derecho. Pienso en esas zonas de no-derecho que concierne a los inmigrantes, esas zonas en donde ninguna ley se aplica, en donde se puede conservar gente durante varios meses sin que vea un abogado. Es urgente poner ahí el derecho. También hay que tener cuidado con las ciencias con todo lo que ellas quieren deshacerse, los desechos atómicos, los embriones congelados, etc...
Si el cuerpo no existe para el médico de la ciencia, por el contrario si existe a nivel jurídico. Hay que empujar a los gobernantes a producir el derecho en esas zonas, incluso si a nadie le gusta y si complica un poco la vida.


Lausanne, 28 de junio de 1997

* Mesa redonda sobre la cuestión del psicoanálisis ante la medicina perinatal, en el marco de la jornada de estudio de la EEP-Desarrollo "Salud mental y psicoanálisis aplicado", Lausanne, 28 de junio de 1997. Animada por Eric Laurent, con Jacques Borie, Phillippe Lacadée, Jean-Daniel Matet, Bernard Nominé, Esthela Solano, Carlo Vigano, François Ansermet. Primera transcripción hecha por François Ansermet. "L'attribution réelle du corps, entre science et psychanalyse". Publicada en la revista Mental, revista internacional de salud mental y psicoanálisis aplicado, n° 5, julio de 1998. Publicado en Revista Lazos/2 – Nueva Serie – EOL Rosario - Traducción libre de Marcela Errecondo no revisada por el autor.

** Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) - Miembro de la École de la Cause Freudienne (ECF - Francia) – Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL – Argentina) – Miembro de la Escola Brasileira de Psicanálise (EBP – Brasil) – Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL – Región Andino-Caribeña) – Miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP – España) – Miembro de la New Lacanian School (NSL).

Texto autorizado por el autor para su publicación en www.hipermodernidad.blogspot.com

Notas
1. N. del T.: "syndrome de reemplacement".
2. N. del T.: Compañía que fabrica chips de computación.
3. N. de T.: "dans le coup et pas dans l' apres-coup".
4. N. de T.: "bout de réel".
5. N. de T.: "un sujet en devenir".

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