24.2.05

Gustavo y la diferencia sexual *

Por Marcela Errecondo **

Quisiéramos dar cuenta de la construcción de Gustavo, sujeto psicótico de diez años, que es recibido en el Equipo 111 (1), que se orienta a partir de "una práctica entre varios". Esta construcción se desarrolla en un período de cinco años y sólo ha sido posible en la medida en que este sujeto se encontró con ciertos partenaires que le ofrecieron las condiciones de un Otro compatible con su estructura, es decir afectado por la falta, dócil a la experiencia y a la contingencia. Esta práctica toma en cuenta las modalidades de goce propio de cada sujeto.

Despertar a la palabra
Gustavo llega a la institución a la edad de 6 años, luego de graves dificultades de integración escolar, que dejan a sus padres, sobre todo a su madre, en un gran desasosiego. No puede dejarlo solo ni un instante porque él entra en crisis. Cuando llega al Equipo se quiere ir, llora. Lo tranquilizamos y le garantizamos que lo vendrán a buscar al final del día: "a las cinco menos cuarto". Entonces se queda, pero aislado, sin participar en ningún taller. Los días que siguen habla sólo para preguntar a que hora lo vienen a buscar. No es mudo, pero su palabra no está articulada. No juega con los otros chicos, se queda sólo, pegado a dos muñecos de plásticos que trajo de su casa. Los manipula, al mismo tiempo que deja escuchar un cierto murmullo. Si alguien se acerca para escucharlo, él se calla. Estos muñecos que representan personajes de la televisión, se los han regalado para su cumpleaños. Nuestra estrategia ha sido dejarle esos muñecos, e incluso introducirlos en las actividades. Poco a poco los ha dejado de lado para tratar de hacer otra cosa.
Durante el primer tiempo uno de sus compañeros intentó morderlo. Nuestra intervención consistió en comentarle a Gustavo: "decile que no puede morderte, que vos no sos una galletita". Esta intervención sorprendió tanto a Gustavo, que apenas llegó a su casa se lo contó a sus padres. Luego los padres nos han comentado que era la primera vez que él contaba algo. A partir de este momento, tomó la palabra y fue un poco más charlatán.
Su discurso está centrado en lo que ve en la televisión, especialmente una emisión que se llama "El negro no puede". El Negro, sobrenombre de un personaje muy popular- es alguien que se encuentra ante mujeres exuberantes y provocativas, que quisiera abordar pero no puede. Sin embargo bajo esta aparente impotencia, logra de todos modos, de una manera cómica, abrazarlas, acariciarlas y besarlas.
Poco después de la aparición de este personaje, que él nombra de manera holofrásica, "elnegronopuede", en una sola palabra, Gustavo se encuentra perseguido y molestado por él. Este quiere besarlo, tocarle el sexo y obligarlo a hacer ciertas cosas.

El desdoblamiento
Luego de tres meses, Gustavo deja escuchar algo de lo que sucede: nos damos cuenta que uno de sus muñecos es "Mr.T", un personaje negro de una serie. Los dos muñecos se pelean como si estuvieran en un ring de box. Si nosotros intentamos aproximarnos para escuchar o ver de que se trata, nos dice: "¿vos no tenías que ir al baño?"
En esta primera secuencia, tenemos una lógica que se mantendrá: siempre estaremos frente a una duplicidad de personajes. El negro estará presente a lo largo de toda su construcción. Retengamos además, que es el sobrenombre del padre.

Tratamiento del Otro por la construcción de los muñecos
En el marco de un taller, Gustavo dibuja el Negronopuede en un pizarrón. Es un garabato desnudo, en el cual se destacan grandes tetas y ojos enormes. Después de dibujarlo, se queda capturado por la imagen de esas tetas sin poder dejar de mirarlas. El adulto que trabaja con él interviene: "aquí no puede haber personas desnudas, así que vamos a ponerle una remera" y dibuja una remera arriba del dibujo de Gustavo.
Por este gesto, Gustavo puede despegar la mirada de esta imagen y por esto mismo encuentra un alivio.
Comienza entonces la construcción de muñecos, y luego su manipulación. Esta nos conducirá a un trabajo insospechado que le permite un tratamiento del goce que invade su cuerpo bajo la forma de la mirada, el goce masturbatorio, la alucinación y la agresividad con respecto al semejante.
A partir de la intervención que acabamos de mencionar, Gustavo va a construir, con la ayuda de los adultos, diversos "negronopuede": en madera, en cartón, en plastilina, en dibujos sobre cartones. De esta forma los puede llevar a su casa, pero también dejarlos en el Equipo cuando se va. Todo el Equipo tomará estos muñecos muy en serio. Las intervenciones de Gustavo hacia sus muñecos son respetadas (los reta, los premia, los acaricia, etc.) Él es quien comanda y nosotros sólo intervenimos si nos lo pide y en el sentido que nos indica. El equipo lo alienta a continuar su trabajo con sus muñecos.

La "práctica entre varios" y el tratamiento del goce del cuerpo
La presencia de ciertos adultos que trabajan con Gustavo lo pacifican, pero no sucede con todos de la misma manera, algunos son golpeados por Gustavo. Entonces nos indica que está amenazado cuando nos dice: "cuando me mira me clava la mirada" al mismo tiempo que cierra los ojos con expresión de dolor.
Entonces, uno de los adultos que trabajaba con él y que se encontraba en una posición difícil le dice: "¡Yo no tengo nada que ver con vos! Vengo aquí para hacer mi trabajo y son otras cosas!", tratando de esta forma de destituirse del lugar en el que había sido ubicado. En esos momentos otro colega puede intervenir para pedirle al primero ayuda en su tarea en la habitación de al lado y así extraerse del campo de la visión de Gustavo. Un tercero le regala un par de anteojos ahumados para proteger sus ojos.
Como consecuencia de estas respuestas en acto, la agresividad va a cesar. La práctica entre varios nos da una herramienta para barrar, descompletar, destituir, a ese Otro completo que goza del sujeto y ponerle entonces un límite. De esta manera la construcción del sujeto continuará.
Toma entonces muñecos de plástico con los que hace un trabajo de despedazamiento, lo que les da un aire de "Frankestein". Son cuerpos despedazados y vueltos a pegar, monstruosos y desproporcionados. Pasa horas cortando, pegando, despegando, y volviendo a pegar los pedazos de diferentes muñecos. Las piernas deben, en algunos casos, ser mas cortas, en otros los brazos más largos, o bien a la inversa, o bien plegados. Utiliza la pierna de una muñeca grande de la cual hace surgir un muñeco que tiene una cabeza minúscula. Las variaciones se suceden unas a otras. Les hace una coraza de cinta scotch para cuidar que no aparezca ninguna fisura.

La reunión general
La reunión general es muy importante en la práctica entre varios. Cada uno puede hablar de sus impases y elaborara colectivamente un saber con eso que Gustavo nos enseña. El hecho de que nadie sea el propietario del saber permite relanzar el trabajo de Gustavo.

Bigotes negros para ser hombre
Se inicia una nueva etapa del trabajo alrededor de los bigotes. Gustavo tiene muchas dificultades para dibujar. Se encuentra entonces limitado para hacer sus construcciones que tienen que responder a ciertas exigencias. Sabiendo que él no puede hacerlo solo buscará entre los adultos de la institución aquél que mejor pueda seguir sus instrucciones para obtener el resultado buscado. Los adultos se convierten en su asistente. Este tiene que ayudarlo en su construcción y garantizarle que sus manos están a su servicio. Una vez que el bigote está dibujado, se lo pone y pasa mucho tiempo murmurando frases incomprensibles. Mira su reflejo en un vidrio de la ventana y habla con su imagen. Los bigotes, la barba y los anteojos, en tanto regulan la mirada de sus semejantes, lo pacifican. Ahora, cuando cruza a alguien le dice: "¡Mira!" Y le muestra sus nuevos atributos.
El mundo comienza a ordenarse en dos grupos: de un lado están los hombres con barba, bigotes y anteojos; del otro los hombres afeitados y sin anteojos. Los dos grupos se enfrentan en peleas.
Esta construcción le permite establecer una diferencia sexual en los dichos: "Los hombres tienen bigotes, las mujeres se pintan las uñas... yo, yo no me pinto las uñas... noo!!"; o bien: "Los hombres tienen bigotes, las mujeres tienen tetas" Se puede observar como para encontrar un rasgo distintivo entre hombres y mujeres, Gustavo le atribuye a las mujeres un rasgo positivo que no hace valer la falta. También puede llegar a decir: "Yo soy una nena, me llamo Julieta", o bien. "Tengo bigotes como todos los hombres, pero me podés llamar Julieta".
Para ser eficaces los bigotes tienen que estar bien "pegaditos". Nos pide que los cosamos, o que le pongamos un gancho con la abrochadora como hace con sus muñecos. En general nunca están bien puestos. Nos dice entonces: "No me alcanza..., no me alcanza".
Gustavo hace dibujar un muñeco mujer según el modelo de Soledad, una compañera del Equipo, con quien jugaba al papá y a la mamá. Hará del muñeco Soledad su esposa, llevándola al hotel para tomar jugo de naranja y mirar la T.V. Luego tendrán un hijo. Es Gustavo quien está embarazado, el medico tiene que sacarle el bebe y luego coserlo, de la misma manera en que él lo hacía con sus muñecos de plástico. Teatraliza una cesárea. Este escenario se repite durante un tiempo. Utiliza entonces la expresión "comprar un bebe", al mismo tiempo que toma su muñeco en cartón y lo envuelve en un papel de regalo haciendo un uso literal de una expresión metafórica.
En determinado momento está muy enojado, dice que el "negronopuede" le dijo que se corte los huevos. De esta manera nos enseña como a falta de disponer de la significación fálica se encuentra confrontado a la castración real.

Una nueva forma de lazo social
Gustavo le pide a uno de los adultos que siga las indicaciones que le da para hacer un dibujo en donde se puedan reconocer los rasgos que él quiere. Insiste en decir que solo no lo puede hacer. Entonces está siempre con un adulto que es muy hábil para dibujar y conseguir el efecto deseado, al punto de que sus padres pueden reconocer a quien ha dibujado. A partir de este momento los otros adultos no son mas aceptados por él y se estable un lazo privilegiado con esta persona que Gustavo puede comandar para sus dibujos. Su presencia se convierte en indispensable para construir al menos un muñeco por día. Si no tiene su muñeco hay una crisis, no puede participar en ninguna otra actividad. Afortunadamente este adulto no viene todos los días, esto permite que poco a poco otros empiecen a participar y retocar los muñecos, por ejemplo: colorear su saco, etc. Esto no le conviene demasiado pero termina aceptándolo.
Los muñecos le sirven a Gustavo para tratar de manera eficaz las personas de su entorno que se convierten en persecutorias, o bien tener compañía de aquellos que lo sostienen. Los hace pasar de personas a muñecos y puede entonces manipularlos, invitarlos a la casa. Por ejemplo dice: "¿te puedo llevar en muñeco a mi casa este fin de semana?", o si no, "Hoy no le toca a Federico -un compañero-, hoy voy a llevar a Carolina". De esta manera, una serie de personajes de su vida cotidiana en constante aumento, se constituye. Ha hecho aproximadamente unos 500. Los ubica en su habitación, les prepara un lugar para dormir, los hace comer, etc.
Los muñecos en cartón constituyen la realidad de Gustavo. Con ellos, él puede comer, dormir, jugar, hablar, etc. También le permiten desplazarse en el mundo. Los lleva en su mochila ahí a donde vaya. Antes, esto era imposible para Gustavo, no podía salir de su casa, y si lo hacía era muy agresivo.
Constatamos que Gustavo es un trabajador infatigable, que también nos hace trabajar sin descanso. Por esta razón es que hace falta tomar la posta, hacer un relevo entre cada uno de nosotros a fin de que pueda poner orden en su mundo y crear una realidad en la que esté incluido pero al abrigo del goce del Otro.
Ha hecho la tentativa de ubicarse con respecto a una posición hombre o mujer, pero sin la orientación del falo. Gustavo nos ha mostrado cómo ha creado sus recursos para esta operación.

Hace algún tiempo que Gustavo ha cambiado de institución. Durante este pasaje, él tomó parte de manera decidida, nos decía: "Yo soy un muchachito. Voy a tener bigotes. Los chiquitos me molestan"
Hasta ahora, las noticias que tenemos nos indican que se puede sostener de eso que ha construido, pero no sabemos cuanto tiempo esas construcciones imaginarias podrán mantenerse.


* Trabajo presentado en las VI Jornadas de la Red Internacional de Instituciones Infantiles (RI3) del Campo Freudiano "Originalidad & elaboraciones en institución" 1 y 2 de Febrero 2003, Palais des Congrés, Codenberg, Bruselas, Bélgica.

** Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) – Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL – Argentina) - Directora Terapéutica del Equipo 111.
Texto autorizado por la autora para su publicación en
www.hipermodernidad.blogspot.com

Notas
1. Centro Terapéutico para niños. Institución dedicada a la atención de chicos autistas, psicóticos y neuróticos graves – Funes - Santa Fe – Argentina.

La ética en la era de la globalización*

Por Antonio Di Ciaccia **

En el título de esta tercera reunión tenemos la conjunción de dos términos, ética y globalización. En cuanto al primer término, podemos remontar su importancia a los comienzos del pensamiento filosófico. El segundo término, en cambio, no tiene todavía al menos en diversos diccionarios, el significado que nos interesa en este debate.
Aunque parezca un neologismo, el término global ya cuenta con cierta edad y título de nobleza. La usó por primera vez en el sentido en que nosotros empleamos, si bien en un contexto diferente, 1950, el más moderno defensor de la concepción subjetivista de la política, Carl Schmitt. Como recordarán, Jacques-Alain Miller dedica a este autor, aunque en distinto contexto, algunas reflexiones, en su curso De la naturaleza de los semblantes. (1)
En El nomo de la tierra (2) Carl Schmitt introduce el término global dentro de toda una problemática por resolver y no como una feliz solución. Esta problemática es la dialéctica necesaria que debe articularse entre norma y localización, entre Ordnung y Ortung, es decir, con nuestras categorías, entre lo simbólico, al que pertenecen la norma y el derecho, y lo real, al que pertenece la Tierra, la cosa donde habita el hombre. (3) La solución que encuentra factible para los hombres es –recurro nuevamente a una de nuestras categorías– la de semblante. Se hacer la guerra, por ejemplo, como si esta fuese un juego puramente simbólico en el que, a pesar de los muertos y las destrucciones, se respetan las reglas del juego.
En Carl Schmitt, global tiene un sentido netamente político, mientras que la acepción actual del término encubre este aspecto bajo las apariencias de una cuestión de economía.
En realidad, la globalización es un problema de economía política. Recordaré al pasar la importancia que da Lacan no solo a la política sino también al peso que debería tener –y que actualmente no tiene- el psicoanálisis en la elaboración de la política. Está además la importancia que Lacan otorga a los estudios de los economistas, como menciona en su seminario El reverso del psicoanálisis. Y es así porque, como él dice, concierne a los analistas establecer ese campo energético que es el campo del goce, que necesita estructuras distintas de las de la física. (4)


¿Qué es la globalización?
La globalización es una revolución. Una revolución silenciosa. Una revolución total. Es una revolución porque modifica la relación del sujeto con el otro. Es una revolución por que perturba el nivel de la comunicación. Tal perturbación elimina la separación entre los individuos: en el mundo global cualquiera, vecino o lejano, puede convertirse en mi prójimo. La globalización implica, de hecho, un cambio radical que hasta ahora no se había producido, relativo al espacio y al tiempo. Dada la globalización, una acción humana particular, en simultaneidad con otras que provienen de cualquier otro lugar, difundirse directamente de un lugar a otro del mundo, puede alcanzar cualquier parte del globo, anulando totalmente el espacio físico, es decir, la distancia, y comprimiendo al máximo, cuando no reduciendo a cero, el tiempo necesario para el cumplimiento de la acción misma. (5)
¿Cuál es la vía para que la acción tenga tal resonancia? La vía es la comunicación. Pero la comunicación en la globalización utiliza el espacio y el tiempo en una dimensión particular: la cibernética, que es un espacio sin espacio y un tiempo sin tiempo.
En 1955, en la conferencia "Psicoanálisis y cibernética", Lacan habla de las maravillas (6) a propósito de la cibernética. Pero estas maravillas remiten al hecho de que la cibernética, como el psicoanálisis, funciona sobre el eje del lenguaje.
Hoy hay otros que también hablan de las maravillas de la cibernética, pero en un sentido distinto, en el sentido de los resultados a los que llega la globalización por medio de esta, en el campo económico-político. "Perché la globalizzazione ci fa bene" (Por qué la globalización nos hace bien) es el subtítulo del reciente libro de Paolo Del Debbio. (7) Pero si nos hace bien a nosotros, el problema es saber si también les hace bien a los demás. (8) Noam Chomsky piensa que no hace bien a los otros ni a nosotros; Bajo nuestra piel es el título de su reciente libro sobre el tema. (9) De todas maneras, son muchos los que lamentan desastres ocurridos y sobre todo, anunciados.
No cuestionaré la voluminosa literatura sobre lo global o no global, ni el propósito de los diversos modelos de la así llamada Global Governance. No me propongo evaluar la bondad o perversidad de la globalización.

Un breve comentario, sin embargo, a propósito de algunos aspectos de la globalización
Primer aspecto: esta permite la reducción de cualquiera a la función de prójimo, un prójimo que hay que amar, según el dictamen de la ley bíblica, pero que, en cambio, hay que eliminar según el dictamen de la estructura, ocupando el otro mi mismo espacio vital.
Segundo aspecto: la globalización es una universalización, pero imaginaria, donde el tercero es eliminado, con la consecuencia de suprimir la dialéctica amigo-enemigo y reducir el opositor a criminal. De ahí la emergencia de temores e inseguridades desestabilizadoras en lo social y en lo político.
Tercer aspecto: la globalización, ya que no tiene espacio, pone en peligro la soberanía de los Estados, cuyas leyes están vinculadas a espacios definidos.
Cuarto aspecto: la globalización no funda comunidades sino centros comerciales, no produce ciudadanos sino consumidores.
Quinto aspecto: la globalización marcha contemporáneamente con una información donde con habilidad son manipulados, a nivel mundial, los hechos con las opiniones.
Sexto aspecto: lo global soporta una tensión con lo local, y se trata de querer remediar esto por medio de lo llamado glocal.
Séptimo aspecto: la globalización pone en tela de juicio el pacto entre ciudadanos y entre Estados en el que se fundan las democracias. Estas democracias son en muchos Estados solo nominales y, en los Estados predominantes, solo oligarquías camufladas. Estas democracias son fagocitadas en un imperio (10) (título del volumen de Michael Hardt y Antonio Negri), en el que se vería La fine della liberta (título del libro de Gore Vidal). (11)
A. Baldasarre hipotetiza que terminó el tiempo de Locke con su moralidad de la democracia, porque ya está en el horizonte la revancha de Hobbes con algún soberano absoluto, sea este iluminado o no.(12)
Si bien la enseñanza de Lacan puede arrojar más luz sobre todos estos aspectos, me limito por ahora a aislar solamente uno. Quisiera acentuar el funcionamiento de esta máquina que muele todo de modo inevitable, pero que tiende hacia un fin.
Hace tiempo que los economistas se dieron cuenta de que la economía del mercado funciona según leyes internas –es decir, estrictamente simbólicas–, por lo cual se evidencia un funcionamiento en lo real que es independiente de cualquier subjetividad. La cibernética, en la que se basa la economía de mercado y por lo tanto la globalización, es, recuerda Lacan, una ciencia de lugares vacíos, de encuentros en cuanto tales, una ciencia en la que hay combinación, totalización (Lacan no dice globalización), una ciencia que se pone a funcionar por sí sola.(13)
Esto da cuenta del carácter irrefrenable –tipo cadena significante- del funcionamiento de ese sistema económico-político que es la economía de mercado.
Ahora bien, a este funcionamiento automático e irrefrenable, que se articula como una sintaxis –como sostiene Lacan de la cibernética– le es otorgado un sentido, una dirección, una finalidad.
El mercado es entonces como una máquina que se autoregula según el signo imagen de la ‘mano invisible’ de Adam Smith. (14)
Desde aquí se lanza la orden –sobre todo los neoliberales- de no molestar a la máquina de la economía de mercado porque no solo su funcionamiento es irrefrenable, sino que además esta sabe dónde tiene que ir.
Subrayo estos dos aspectos: es una máquina y tiene una dirección.
Primer aspecto: conocemos la naturaleza de esta máquina, porque esta se basa en la cibernética, es una máquina de lenguaje.
Segundo aspecto: si esta máquina que se autoregula tiene una dirección, entonces entra en juego su finalidad.
Les recuerdo la definición de Aristóteles: el fin de la ética es eso a lo que cada cosa tiende (15). La ética está determinada y toma su sentido únicamente a partir de su fin. Su fin es el bien. Se trata del bien del hombre y no del bien unívoco y como realidad en sí, (16) como pensaba Platón. Y aunque en la reelaboración escolástica este bien coincide con Dios (17), el goce permanece propio de cada uno. (18)
No obstante la multiplicidad de significados del bien, no hay hiperuránico (19) sino concreto y particular, en toda la tradición aristotélica-humanista se trata siempre del bien al cual tiende la acción humana y con el que el hombre se beneficia. Esta centralidad del bien del hombre permanece, más allá de que nos coloquemos o no en una concepción teísta.
El gran cambio, la gran encrucijada, (20), como señala Lacan, surge con el utilitarismo. Por dos motivos: primero, porque al encarnar la cuestión a nivel del significante, el utilitarismo da importancia al funcionamiento de una máquina (máquina significante, decimos nosotros) que funciona de modo inexorable e inevitable. Segundo, porque el fin de la ética ya no es el bien del hombre, como sostenía toda la tradición filosófico-humanista, sino que es inherente al funcionamiento de la máquina misma. De esta manera, Bentham inaugura una dialéctica entre lo simbólico y lo real, que más tarde investirá toda la experiencia freudiana. (21)
Entonces, ya sea la ética utilitarista, ya sea la ética del psicoanálisis, se valoriza el funcionamiento de una máquina que es el aparato simbólico articulado con un real. Solo que a partir del utilitarismo se llega, más tarde, a la llamada ética de la economía de mercado. En cambio, en el caso del psicoanálisis se arriba con Lacan a la ética del deseo.
La ética de la economía de mercado no tiene en modo alguno como fin el bien del hombre, sino que la máquina vaya donde tiene que ir, siguiendo su recorrido inevitable e irrefrenable. Los neoliberales afirman que la máquina conduce a un fin necesariamente positivo porque es el mejor sistema, hasta ahora jamás encontrado, para la creación de recursos. Por este motivo, al ser el bien del mercado y el bien del hombre un proceso no dirigido por la intencionalidad del hombre, solo este podría, voluntariamente, querer el mal. El proceso por sí mismo, dicen, no tiende al mal. En efecto, no tiende al bien ni al mal. Ya estamos, en realidad, fuera de las categorías morales del bien y del mal. Sin embargo permanecemos siempre en la problemática de una ética que se funda en la definición aristotélica: eso a lo que cada cosa tiende.
El punto que hay que considerar es este: hay una sustitución respecto del beneficiario de esta tensión. Ya no se trata del hombre, sino del funcionamiento de la máquina misma. Max Weber lo dice en estos términos: donde el mercado está abandonado a su autorregulación solo conoce la dignidad de la cosa y ya no la dignidad de la persona. (22)
Así como la ética de la economía de mercado, también la ética del psicoanálisis se sitúa del lado de la máquina simbólica y de su funcionamiento.
¿Cuál es la diferencia entre las dos éticas?
La diferencia no reside, por cierto, en su humanismo: ni la ética de mercado ni la ética del psicoanálisis son humanistas. Ni la una ni la otra quieren el bien del hombre.
La diferencia se sitúa a nivel de tener en cuenta lo real.
En la ética de la economía de mercado se cree que lo real en juego es la acumulación de la riqueza. Es quizás pura ilusión. Pero es una complicación segura. ¿Por qué? Porque la riqueza es solo la acumulación de los resultados de la máquina que funciona según los dictados de la ley del significante, ignorando el valor y los derechos de los hombres. Sería como si nosotros, psicoanalistas, considerásemos que lo real de un análisis consiste en la acumulación de conocimientos y saberes, que el proceso analítico entrega generosamente y de los que el yo aspira a hacerse dueño. Es más, en la economía de mercado la riqueza tiene su propia riqueza, esa que Marx llama plusvalía.
La ética de la economía de mercado hace creer que lo real es la riqueza; en cambio, lo real es eso que el rico no paga, como recuerda Lacan. (23) Este real consiste en el agujero que implica el funcionamiento de lo simbólico. Entonces simulamos, como bellas almas hegelianas, que el funcionamiento de la máquina no tiene ningún agujero, que lo simbólico es íntegro y entero. Se finge que no hay más plusvalía, que no hay plus-de-goce.
Así, la economía de mercado cae en la misma trampa en la que cayó, en su campo, cierto psicoanálisis que se confió a la hermenéutica. En el campo económico y en el campo analítico se hace de cuenta que todo se reduce al significante, que la máquina del lenguaje se totaliza en el significante, y de lo real no se quiere saber nada.
Pero nosotros, psicoanalistas, sabemos que el hombre paga caro este borramiento de lo real, ya que lo que no se inscribe en lo simbólico retorna en la vida de los hombres de modo devastador.
La globalización es la extensión de la utopía hermenéutica en el campo de la economía. Pero, a diferencia de la hermenéutica -que puede permanecer en un juego abstracto para filósofos e intelectuales y que eventualmente revela la propia ineptitud en las diferentes formas de psicoterapia que inspira-, la economía de mercado podría ser, y a mi parecer será, el campo donde se desplegará globalmente la pulsión de muerte.
Hace cincuenta años Carl Schmitt, a partir de un examen atento entre derecho y lugar, por lo tanto entre simbólico y real, pregonó una situación impensable en esa época: la extensión del terrorismo, la instalación de la llamada guerra justa y, en fin, de la guerra civil global. Se trata, según él, de agentes decisivos para el futuro.
La pulsión de muerte es inherente al funcionamiento de la máquina significante. La otra cara del lenguaje es el goce, en el sentido de Lacan. ¿Cómo hacer entonces con este goce que, como sostiene Lacan en El Seminario 17, solo Dios sabe dónde podría conducirnos? (24). La máquina sabe a dónde debe ir, pero no sabemos a qué lugar conduce al hombre.
Digamos con franqueza que las soluciones que se vislumbran actualmente son irrisorias. Es inútil pedir soluciones a los neoliberales, porque la solución ya está y es la de favorecer el movimiento automático de la máquina. Su credo es no perturbar al conductor, especialmente si la máquina maniobra por sí sola.
No pedimos soluciones a la izquierda, a toda la izquierda italiana, europea o, si la hay, en otra parte. Pues los de izquierda saben una sola cosa: no saben con qué carta quedarse. Y, a la espera de una solución que llueva del cielo, juegan los buenos. Quisieran detener o al menos gobernar la máquina, pero su querer se parece al del neurótico frente a lo inevitable del síntoma, y sus propuestas se quedan en las buenas intenciones, que solo revelan una impotencia creciente.
También están aquéllos aterrorizados por el funcionamiento de la máquina, o bien por la embriaguez de la pulsión de muerte. Estos extreman sus elecciones políticas, ya sea a la derecha o a la izquierda.
Volvamos a Lacan. Lo cito: "La intrusión [del psicoanálisis] en lo político puede ser hecha solo reconociendo que no hay discurso, y no solo el analítico, sino el del goce". (25)
Aunque parezca paradójico, forman parte del Campo Lacaniano (título que dio Jacques-Alain Miller al capítulo de El seminario 17 que trata estos temas) no solo el psicoanálisis, sino también la economía de mercado, ya que ambos son del orden del goce.
Entramos así en lo más vivo de la solución lacaniana del problema. No es una solución fácil. No es una solución utópica. Quizás es solo una solución que será ineficaz por inaplicada, a causa de la incapacidad de nosotros, analistas, de dar al psicoanálisis el lugar que le compete en este mundo.
La solución lacaniana se llama discurso. Si quieren, se llama articulación de los cuatro discursos. "Nada quema más que aquello que en el discurso se refiere al goce. El discurso [...] pesca [en el goce] sin descanso ya que se origina en él". (26)
En los cuatro discursos, Lacan muestra de qué manera, según la estructura, se puede tratar el goce. Este goce es impensable (27) sin la máquina significante que depende, a su vez, de él. Este goce se concentra en el hombre, puesto que todo hablante aspira, aún sin saberlo, a ser un resto, un desecho. (28)
Permanezco, por ahora, en el umbral de la solución lacaniana.
Finalizo con alguna reflexión.
La primera concierne a la revolución. Lacan considera que una revolución es aquélla que, aristotélicamente, permite a cada elemento permutar con otros en una rotación ordenada, como sucede en la articulación de los cuatro discursos. Él pregona que solo tal revolución o circulación de los elementos permitiría al discurso del amo un cambio, aunque siga siendo discurso del amo. Se trata, a su entender, de hacer que el discurso del amo sea un poco menos primitivo, un poco menos tonto. (29)
Una segunda reflexión concierne al desplazamiento que Lacan al opera tomando como interlocutores ya no a los filósofos sino a los expertos en economía política, los expertos, a saber, de las modalidades de instalación y funcionamiento del goce. No es casual que Lacan ligue al nombre de Marx el síntoma analítico y el plus-de-goce. También la preeminencia marxista del valor de cambio respecto del valor de uso de los objetos subraya el funcionamiento significante de la máquina económica. (30)
Una tercera reflexión se refiere al discurso capitalista. Si nos atenemos al materna que dio Lacan en Milán hace exactamente treinta años, el 12 de mayo de 1972, (31) hablando en la Università Statale, muestra de qué modo el hombre del tiempo del capitalismo es reducido a consumidor de objetos, a multiplicados y falsos objetos causa de deseo. Cito a Lacan: "El sentido que tiene la sociedad de consumidores proviene de esto, que a lo que constituye su elemento calificado, entre comillas, como ‘humano’ se le atribuye el equivalente homogéneo de cualquier plus-de-goce producto de nuestra industria, un plus-de-goce de imitación, por decirlo todo". (32)
Una cuarta reflexión se relaciona con la Iglesia Católica, la verdadera, como indica Lacan. Al propagar la teología pastoral del hagan bien hermanos, sería más oportuno que la teología restituya nuevamente la autoridad al filo cortante de la teología dogmática, que es un discurso que se articula en torno al agujero del misterium fidei. (33)
Última reflexión: aparentemente de modo incongruente, Lacan liga la solución del goce en lo social y en lo político a la sexualidad, a la posibilidad, pues, de aislar cierto tipo de goce que llamamos fálico, (34) y que es siempre localizado -por consiguiente no globalizado-, particular –por lo tanto, no universal-, y a la incidencia de otro tipo de goce en el que ella, la mujer, como la flor, sumerge sus raíces. (35)
Se entiende así por qué es tan difícil mantener viva la democracia en un mundo globalizado. Porque la democracia es como La Mujer: no existe. Existen las democracias. Por eso, el goce del vivir democrático, del mismo modo que el goce femenino, es difícil de descubrir y de inscribir.
Nosotros proponemos que la ética de la era de la globalización sea la ética del discurso.

* Este texto fue presentado en el Congreso de Milán de 2002 y publicado inicialmente en El Psicoanálisis 4/5. Posteriormente publicado en Revista Lacaniana de Psicoanálisis N° 1 - La economía del psicoanálisis. - EOL, Argentina, 2003. Traducción: Ennia Favret – Recientemente aparecido en versión inglesa en Lacanian Compass 03.

** Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) – Miembro de la École de la Cause Freudianne (ECF - Francia) – Miembro de la Scuola Lacaniana de Psicoanalisi (SLP - Italia)
Texto autorizado por el autor para su publicación en
www.hipermodernidad.blogspot.com

Notas
1. J.-A. Miller, De la naturaleza de los semblantes, Buenos Aires, Paidós, 2002, págs. 58 y ss.
2. C. Schmitt, El nomos de la tierra, Madrid, CEC, 1979.
3. Para comparar las tesis de Carl Schmitt con las de Hans Kelsen, promotor del normativismo e interlocutor de Freud, véase: N. Irti, Norma e luoghi. Problemi di geo-diritto, Roma-Bari, Laterza, 2001.
4. J. Lacan, El seminario, libro 17, El reverso del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1992, p. 86.
5. A. Baldassarre, Globalizzazione contro democrazia, Roma-Bari, Laterza, 2002, p. 6.
6. J. Lacan, El seminario, libro 2, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, Buenos Aires, Paidós, 1983, p. 435.
7. P. Del Debbio, Global. Perché la globalizzazione ci fa bene, Milán, Mondadori, 2002.
8. Véase: A. Bonomi, La comunità maledetta. Viaggio nella coscienza di luogo, Torino, Di Comunità, 2002; Z. Bauman, Dentro la globalizzazione. Le conseguenze sulle persone, Roma-Bari, Laterza, 2001.
9. N. Chomsky, Sulla nostra pelle. Mercato globale o movimento globale?, Milán, Tropea, 1999.
10. M. Hardt y A. Negri, Imperio. Buenos Aires, Paidós, 2002.
11. G.Vidal, Lafine della libertà, Verso un nuovo totalitalismo?, Roma, Fazi, 2001.
12. A. Baldassarre, ob. cit. Pág. 190.
13. J. Lacan, ob. cit. N. 6, pág. 444.
14. A. Baldassarre, ob. cit. pág. 19.
15. Aristóteles, La ética a Nicómano, I, 1, 1094a.
16. C. Mazzarelli, "Introduzione alla lettura della’Etica nicomachea", en Aristótles, Etica nicomachea, Milán, Rusconi, 1979, p.15.

17. Tomás de Aquino, Summa teológica, I, 6, 1.
18. Ibíd., 2-2,180,7.
19. Hiperuránico es el mundo de las ideas abstractas de Platón. [N. de la T.]
20. J. Lacan, El seminario, libro 7, La ética del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1988.
21. Ibíd., pág. 22.
22. Citado por A. Baldassarre, ob. cit., pág. 213.
23. J. Lacan, El seminario, libro 17, El reverso del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1992, págs. 86-88, y cap. 5 del seminario "El campo lacaniano".
24. Ibíd., pág. 81.
25. Ibíd., pág. 83.
26. Ibíd., pág. 74.
27. Cfr. J.-A. Miller, "Los seis paradigmas del goce", en El lenguaje, aparato del goce, Buenos Aires, Colección Diva, 2000.
28. J. Lacan, "Il fenomeno lacaniano", en La Psicoanalisi n° 24, Roma, Astrolabio, 1998, pág. 10.
29. Íd., Lacan in Italia. En Italie Lacan, La Salamandra, 1978, pág. 196.
30. Véase sobre el tema la intervención de Adriano Voltolin en este congreso.
31. Ibíd., pág. 40.
32. J. Lacan, ob. cit. n. 4, págs. 85 y 86.
33. Reflexión no leída en el Congreso.
34. J. Lacan, ob. cit. n. 4, pág. 79.

35. Íd., pág. 83.

23.2.05

La atribución real del cuerpo, entre ciencia y psicoanálisis *

Mesa redonda en Lausanne

Eric Laurent **

En el inicio de su intervención, François Ansermet sitúa la medicina en las fronteras de lo real. Muchos puntos en las exposiciones clínicas que nos han sido presentadas giran alrededor de esto. Queda por saber de qué real estamos hablando.
Para orientarse en esta cuestión, hay que partir de una oposición sólida: la que ha desarrollado Jacques-Alain Miller al inicio de su curso de este año. Utilizamos la palabra real, pero no tenemos que dejar que el uso del término nos confunda. El real del psicoanálisis no es el de la ciencia. En efecto, hay dos modos de real. Lo real se dice en más de un sentido (para parafrasear a Aristóteles cuando enuncia que el ser se dice en más de un sentido). El real que pone a punto la ciencia se especifica, en la enseñanza de Lacan, como el que forcluye el sujeto. La ciencia busca leyes que sean válidas para todos y según un modo particular de obtención de la certeza.
En el momento en que la ciencia ha pasado a la civilización -eso que los historiadores de las ciencias, al menos en la tradición francesa, llaman corte epistemológico del siglo XVII- ha surgido un modo de demostración nunca visto anteriormente. Esto no ha sido sin consecuencias en los otros modos de discurso. La filosofía, con Hume, o más tarde el derecho, se han interesado en esto especialmente, en particular el gran teórico inglés Bentham que se abocó en su Teoría de las ficciones a trabajar sobre un modo de real propio de la cultura, de la civilización (Uds. saben que en francés se llama civilización a eso que en todas las otras lenguas se llama cultura). Otros, luego de Bentham, como Hegel, Marx suponen también un real en juego en toda forma de repartición social. Esto implica sostener que en la cultura no hay sólo fenómenos de sentido. Hay otro modo de real del cual se trata de dar cuenta. Es lo que Lacan enuncia también cuando formula que hay síntoma en la cultura, lo que Freud ha situado como malestar en la civilización. El término de malestar tiene que ser precisado: no tiene solamente un sentido malo, inadecuado, que deja insatisfecho. Hay, hablando adecuadamente, síntoma. De lo que el psicoanálisis se ocupa es de ese real, un real propio al inconsciente.
Teniendo en cuenta esto, se trata, entonces, de persuadir al científico de que hay otro modo de real que el suyo. Lo que no va de suyo. La ideología espontánea de los premios Nobel de física contemporánea, si puedo decirlo así, es una especie de budismo blando. Reconocen que hay entidades, un Gran Todo, que deviene una especie de dios de sabios, una forma moderna de teísmo. Estos premios Nobel se reúnen en coloquios, hablan de espiritualidad, lo que parece perfectamente compatible con la actividad científica. Pero eso no tiene nada que ver con nuestra perspectiva que consiste en decir que hay un real en juego.
Retomemos nuestra interrogación. En el inicio de su informe, Ud. habla de "fronteras de lo real". El tipo de práctica que Ud. nos trae al debate, interroga, verdaderamente, el modo de nuestra acción, cuando ya no se puede producir efecto de sentido. No lo podemos producir
sobre el feto, sobre el niño que va a venir (aunque uno lo produzca, sin embargo cuando se dirige a los padres). En los casos presentados, la secuencia es ilustrativa: claridad de la intervención, modo elegido y efectos constatados.
Ud. ha comenzado sobre ese real para hablar de una práctica de lo imprevisible, al final de su informe. Jacques Lacan, en la última parte de su enseñanza, ha desarrollado las teorías de las modalidades. Luego de haber pasado revista a diversos aspectos de la lógica y haber demostrado el impacto que tenía en el psicoanálisis, luego de haber desarrollado los problemas de la sintaxis, de la semántica, de la pragmática, viene a considerar el lugar de las modalidades. En efecto, esto parece central, en la perspectiva de lo que Ud. presenta, considerar la cuestión de las modalidades de lo necesario y de lo contingente, de lo universal y lo particular. Subrayaré aquí, luego de las indicaciones de Jacques-Alain Miller, como Lacan ha tenido la audacia de sostener que hay en lo contingente algo de real, mientras que toda la ciencia se construye sobre la idea que sólo hay real en lo necesario, que la modalidad misma de lo real es lo necesario. Nada es modificado en este orden de razones por las teorías del azar o del caos, se trata siempre de abordarlas en el orden de lo necesario, incluso si la desproporción de las causas y de los efectos puede ahora ser tomada en cuenta.
Al contrario, en el psicoanálisis, sostenemos que lo contingente mismo da a luz una causalidad propia. Es la del encuentro, la del efecto de significación, de la declaración encontrada en el camino, del embarazo gemelar llegado antes de tiempo, el hecho de que en el fondo el hombre está profundamente marcado por un síndrome de reemplazo (1), que haya siempre algo que venga al lugar de lo nuevo, que nunca es eso. Este abordaje a contracorriente de la reflexión epistemológica científica es, sin embargo, la única forma de sostener un modo de cientificidad del psicoanálisis.
Lacan ha dudado mucho antes de llegar acá. Primero se preguntó como sería posible situar al psicoanálisis en las ciencias. Luego se preguntó lo que sería una ciencia que incluyera al psicoanálisis. Primero pensó que sería posible ponerla en la serie de las ciencias humanas de la época, las ciencias conjeturales. Era la esperanza desde 1949 con Levi-Strauss, Koyré, con la lingüística, después la etnología con la noción de corte utilizada en lingüística y que se iba a poder encontrar en las ciencias humanas. Esta esperanza se derrumbó a fines de los años 60. Apareció de forma clara en "Radiofonía" que Lacan estaba en tren de abandonar esa perspectiva. De la pregunta "¿qué es una ciencia que incluya al psicoanálisis?" llegó a la afirmación del modo científico del psicoanálisis. Pero ese modo toca a lo contingente que se trata de elevar a la dignidad de una modalidad de lo real. Es lo que Jacques-Alain Miller ha desarrollado de manera absolutamente convincente y que permite ordenar la enseñanza de Lacan del periodo 1970-1975 con una claridad más justa.
A partir de ahí, retomemos las interrogaciones que hace surgir su práctica sobre estos problemas. Ya sean las preguntas sobre la filiación, sobre la cuestión de la elección del sexo, sobre la función de los rituales de duelo con relación a la pulsión de muerte, sobre el lugar de la demanda: se podrían tomar cada uno de estos puntos desde esta perspectiva de un acceso en el psicoanálisis a lo real, por un imposible que tiene su raíz en la contingencia y no en la necesidad. El caso presentado por Carole Muller Nix merece que se lo retome en los detalles. Este caso permite interrogar lo que nosotros llamamos depresión post-partum. La depresión maternal, en ese caso, parece apoyarse en certezas, en el límite de la convicción inquebrantable. Notemos sin embargo que esta convicción desaparece luego de un cierto tiempo. Tres años después, despierta de eso, se encuentra un "no comprendo por qué...", habiendo sido adquirido éste sin ninguna elaboración.
Sin embargo, hay repetición, ese síndrome de reemplazo que Ud. evocaba: tenemos la sombra del primer embarazo que se extiende sobre el segundo.
Se encuentra también ese tipo de fenómeno en el caso presentado por Ana Almeida, en donde viene la certeza que se paga por haber querido forzar la naturaleza, por haber engañado a los dioses. En el mundo moderno, se engaña a los dioses cuando se va un poco lejos en la tentación tecnológica, cuando se va un poco demasiado lejos fuera de la naturaleza. Esta voz puede ser encarnada o por el ecologista que les recuerda que si se fuerza el orden del mundo esto les va a recaer sobre la nariz, o por el superyo que se pone en marcha y que agobia. Esta persona tiene un temor a la antigua: tiene una felicidad demasiado extrema que le hace temer que los dioses la celan y que las cosas van a ir mal. Y en efecto, las cosas van mal: incompatibilidad rhesus. Aparece enseguida una creencia, con la idea de que se han equivocado de embrión, que se le ha implantado el de su vecina de habitación. Ud. ha dicho que eso ha desaparecido muy rápidamente. En el fondo, esas pequeñas burbujas que surgen así permiten percibir bien una frontera de lo real.
Desde que se toca al niño, se encuentra lo real de la locura femenina. Esto puede tomar el giro de algo extraño. El ginecólogo presiente que esa pareja, llevada por la esperanza, renovada en la tecnología, parece habitada por una especie de demanda loca. Hay el sentimiento de estar ante algo un poco loco, sin querer por eso identificarlo de forma psiquiátrica. Lo que notamos con Lacan como el hecho que del lado femenino de la sexuación no hay punto de detención. Esta posición, que primero percibió Freud como posición paterna, luego logificada como la posición de excepción. Esta locura femenina, no es la psicosis, es de la categoría de: "todas las mujeres son locas", a lo que Lacan agrega: "no locas del todo". Es decir que para las mujeres, no hay el todo, mientras que al contrario los hombres son locos del todo. La locura totalitaria, es la locura masculina, del tipo de Federico II y su armada que describe Voltaire. O el patrón de Intel (2) que escribe un libro que tiene como título "Sólo sobreviven los paranoicos", la única solución más o menos verosímil para sobrevivir en el mercado en donde, en efecto, es razonable pensar que todo el mundo quiere sacarle su pellejo.
Del lado femenino, se cae en un registro que estos casos nos hacen sentir bien. A través de esta demanda loca de un niño, se revela un modo de real. No es con argumentos, con efectos de sentido que se puede tocar a esto. En el caso discutido por Carole Muller Nix, Ud. presenta un método que está muy bien enunciado: es el de hacer pensar a esta mujer de soslayo. Ud. no toca eso, pero Ud. la hace hablar justo de soslayo. Es por ahí que se pueden tocar sus certezas, que no basta con calificarlas de fantasmas. Hay en esta contingencia la manifestación de algo que es del orden de lo real y que toma la forma de un trastorno del humor, de una depresión con un sentimiento de indignidad. Esto se inscribe en la clínica de la depresión post-partum, a la cual hay que agregar toda esta clínica de las convicciones temporarias. Es un modo particular de real al cual tocamos, a partir del cual podríamos retomar las preguntas que Ud. había abordado en el vasto panorama que situó, muy útil para aquellos que están confrontados a este tipo de práctica.


Bernard NOMINÉ
Creo que hay una idea muy importante que ha surgido esta mañana, es la de lo imprevisible. Si hay un dominio en donde se ve bien la función de lo imprevisible es el del niño. Actualmente la ciencia se desvela para tratar de borrar ese imprevisible, que una mujer pueda tener el hijo que ella ha previsto, en particular gracias a la localización posible de las anomalías antes de término. Se tiene la impresión que la ciencia se esfuerza por disminuir la parte de lo imprevisible. Cuando una mujer está confrontada a la realidad de lo que ha previsto, eso va mal. Eso es lo que sucede en los casos que nos han presentado. Tiene exactamente lo que quería. Es demasiado bello. Creía que no era posible y eso llega. Así, paradojalmente, cuando se disminuye una parte de lo imprevisible, eso va mal. Me parece que se comprende por el hecho que la venida de un niño para una mujer es precisamente lo que la hace no-toda. En todo caso, es en ese momento que se va a jugar para ella el hecho de saber si está del lado del "no-toda", o si va ir del lado de la locura del todo. Es en ese punto en que se juegan los momentos muy difíciles. La llegada de un niño confronta a eso. ¿Ella va a ser toda o no-toda?
Freud dice algo como esto: muestra que remontando la historia del deseo del hijo en una mujer, se encuentra en efecto algo esencial, que está en relación con la relación pre-edípica de la niña a su madre. En esta relación, Freud indica que hay tendencias pasivas. Estas tendencias pasivas no son aceptadas. Hace falta absolutamente que sean traducidas en actividad. Es lo que hace que la niña se ponga a jugar con una muñeca, que se ponga a soñar tener un bebé, para invertir la tendencia. Pero, para Freud, en esta traducción de la pasividad en actividad, toda la tendencia no es traducida felizmente, todo no sufre lo que él llama la catástrofe. Para Freud es a través de este pequeño resto que no ha sufrido la catástrofe, que una niña va a dirigirse a su padre y que luego una mujer se dirigirá a un hombre para tener un niño. Si se lee la lógica de este recorrido descripto por Freud, se ve que finalmente el niño es no solo el resultado de una tentativa de traducir esta pasividad del lado del significante, con el falo -incluso la ecuación freudiana pene-nene- pero que el niño es también eso que empuja a encontrar algo de eso perdido con la madre. Freud enuncia que es sólo ante un hombre que una mujer puede en fin encontrar una posibilidad de jugar algo de su feminidad.
Me parece que en todas las técnicas que se proponen a las mujeres, y sobre todo en la forma en que ciertas han derivado, hay una separación muy neta entre de un lado lo que toca al deseo de una madre, deseo completamente loco, más allá de lo posible (con un marido muerto, mas allá de los 60 años, con un partenaire homosexual o todo lo que se quiera) y del otro lo que toca a la madre como no-toda, es decir a su lado mujer, el lado imprevisible ligado al malentendido de la relación sexual. Lo que no impide que las técnicas de procreación médicamente asistidas tienen justamente la tendencia a borrar esta separación, a borrarla en beneficio de encuentros perfectamente bien organizados en donde los genes están repertoriados, clasificados, donde es la ciencia que organiza un encuentro sin malentendido. Es alrededor de este punto que me han sensibilizado vuestras presentaciones y vuestra forma de intervenir para restablecer el malentendido y lo imprevisible.

Jean-Daniel MATET
Se podría interrogar sobre las condiciones en las cuales Uds. han encontrado estos niños o más exactamente sus madres. He apreciado el hecho que finalmente hayan sido derivadas por los médicos. He pensado en cada vez que los médicos han hecho la derivación, al menos en vuestro servicio. Uds. han promovido una oferta para que efectivamente una demanda pueda constituirse, aún si no es una demanda de análisis en la ocasión, sino una demanda concerniendo un síntoma, una pregunta. Me sorprendí ante el hecho de que cada vez, estos médicos testimoniaban de estar afectados por lo que sucedía: afectados en el punto en que la angustia los ganaba. Es patente que se lo encuentra en otros campos de la medicina, por ejemplo en la historia reciente con el Sida. He notado el hecho que los médicos con los que trabajamos en el grupo "Psicoanálisis y Medicina" en París, son aquellos que han estado marcados por ese tipo de cuestiones. La recepción de pacientes tocados por la epidemia de Sida confronta a la impotencia de la medicina, a las dificultades que surge de esto para el médico, lo que lleva a la angustia de los practicantes.
Entonces, quisiera interrogarlos sobre este punto, ya que finalmente las indicaciones que nos ha dado Eric Laurent con respecto a las dos formas de real nos hacen pensar que justamente estos médicos, en cierta forma, han estado desbordados en la confianza que podían tener al real de la ciencia. Algo aparece que suscita la angustia, lo que hace que efectivamente ellos propongan a las madres ir a consultar. En cierto aspecto es eso que es particular: estas madres no hubieran consultado espontáneamente. Este fenómeno no es propio de la perinatalidad. Es propio de toda clínica con los niños, con autismo, con la psicosis infantil: es la familia o un tercero que produce la demanda de la consulta. Quiero interrogarlos sobre esta cuestión porque Uds. tampoco ven todos los niños que han sido concebidos en las condiciones en que la ciencia interviene de esta manera. Los que piensan que se puede hacer prevención, hubiesen visto a todos los chicos en estas condiciones. Pero, Uds. han hecho otra elección.

François ANSERMET
Es cierto que intervenimos a partir de una demanda hecha por el médico, algunas veces incluso de manera bastante brutal, en urgencia.
En el primer caso presentado por Ana Almeida, hemos sido llamados al hospital a primera hora de la mañana, en una sala de radiología, cuando los cirujanos habían intentado en vano operar la atresia esofágica (ausencia de esófago), intervención que hoy se hace sin mayores complicaciones. Nos convocaron para presentarnos este caso porque tenían la impresión que ellos mismos estaban ante algo inasimilable, inabsorbible subjetivamente. Nos convocaron junto con el ginecólogo responsable de la procreación médicamente asistida, en un ambiente de tribunal con relación a la selección natural que habría sido forzada en esta situación, más allá de todo límite. Es eso lo que llamo el punto de vértigo, el punto de horror que surge ante la evidencia de nuevas formas de goce. Es ese punto el que uno encuentra en el corazón de la ciudad hospitalaria al proponer una oferta como la nuestra, aún si encuentro a veces difícil ubicarse bien sobre lo que nos puede perder en una historia como esta.
Los médicos están desbordados por la evidencia de un real inasimilable, que efectivamente no tiene nada que ver con el real de la ciencia. Tenemos que decir que en estas situaciones, estamos en el momento y no en la retroacción (3). Cuando en realidad uno tiene la costumbre de intervenir a partir de la retroacción, somos practicantes del aprés-coup, atentos a las respuestas del sujeto, a la suerte de cómo lo vuelve a tomar subjetivamente. En todo caso la cuestión del tiempo nos plantea problemas. Estamos en la sorpresa. Tenemos la impresión de estar frente a una distorsión temporal, a un efecto de extrañeza, a un efecto de báscula que justamente nos hace intervenir de soslayo, como Ud. ha dicho en el desfasaje. Como no tenemos acceso al tiempo, se crea un espacio -espacio discursivo- abierto a una posible respuesta, con relación a la cual nada se puede decidir, nada inducir.
Para seguir la línea de Eric Laurent a propósito de la locura de las mujeres, se podría interrogar si ésta no viene justamente por interpretar algo de las fuentes de la ciencia en la magia. Pienso a partir de los primeros elementos de esta jornada, que habrá un trabajo para hacer retomando la distinción introducida por Lacan en "La ciencia y la verdad", entre magia, ciencia, religión y psicoanálisis, identificando en sus diferentes campos su relación a los dos estatutos de lo real. La locura de las mujeres interpreta en el médico algo de su relación a la ciencia. En tanto que no se ubica con relación a ese punto, es cierto que tiene el riesgo de franquear todos los límites. Se podría preguntar a propósito de esto porque el clon ha hecho tanto ruido en los medios de comunicación. Un clon, después de todo, podría ser visto como un gemelo univitelino. En esto, eso no sería lo mismo para nada. Desde hace tiempo, se sabe que los gemelos univitelinos no tienen el mismo destino, que queda lugar para la epigénesis. Pero lo que ha hecho el movimiento de pánico es seguramente otra cosa. El clon, es la finalización última de las procreaciones médicamente asistidas, en donde se puede obviar totalmente al padre, hasta el espermatozoide...

Eric LAURENT
Se obvia también a la madre. Ahí se ha tocado algo. En el fondo, del padre se puede pasar, eso no asusta. Eso se ha hecho siempre, si puedo decirlo. El tratamiento de la esterilidad, como ha podido decir un etnólogo, es un problema específicamente moderno. Las sociedades tradicionales siempre han resuelto bien ese problema a su manera, sin la ciencia.

Carlo VIGANO
Quisiera hacer también un comentario sobre la demanda. Esta locura de las mujeres es una locura que no se desencadena en el apres-coup, sino en el momento del impacto, en la frontera de lo real. Es por eso que creo que la demanda viene del médico, François Ansermet ha dicho una vez que la medicina abre sus puertas al psicoanálisis mientras que la psiquiatría las cierra. Quisiera oponer en esta línea la locura de las mujeres que se ve en la medicina perinatal a la locura de los psiquiatras. En los tres casos presentados, se engendró una locura maternal. Los médicos han recurrido al psicoanalista y no al psiquiatra. No psiquiatrizaron a estas mujeres. Encuentro este hecho interesante en eso que demuestra la posición diferente del psicoanalista ante la locura con relación a la del psiquiatra. También opondría la psyché del psiquiatra a lo real del psicoanalista del cual ha hablado Eric Laurent.
Habría dos formas de tratar lo real en juego en el desencadenamiento de la locura, a la frontera de lo real: tratarlo de una forma psicológica, formalizándolo a nivel del sentido, o tratarlo por un acto que consiste en hablar de soslayo sin recrearlo. Es una categoría opuesta a la de la psiquiatría. Los tres casos presentados me parecen esclarecer la manera en la que el psicoanalista puede concebir su intervención ante el desencadenamiento de la locura, al nivel de ese real de la contingencia, al inicio de esta contingencia, simultáneamente al encuentro con lo real y no sólo en el apres-coup.
En esta perspectiva, quisiera también señalar, en el caso presentado por Carole Muller Nix, la intervención del marido que en un cierto momento ha impuesto la posición del padre de una manera abrupta.
Creo que esta toma de posición del marido no ha sido sin consecuencias. No es una toma de posición psicológica es una toma de posición de hecho, de autoridad. Planteó un acto, que seguramente tuvo su efecto ulterior.

Esthela SOLANO
Primero quiero agradecer a las personas que han presentado los casos que son muy apropiados para ponemos a trabajar cuestiones teóricas que nos plantea una práctica como esta. En este sentido, me he sensibilizado con la intervención de Eric Laurent que nos ha dado un marco para elaborar lo que habíamos escuchado y la posibilidad de continuar en esta elaboración colectiva. Eric Laurent, en efecto ha hecho valer un punto que me parece fundamental: es que en el ámbito de una clínica en donde la cuestión de lo real está presente con una prevalencia tal, bajo las especies de la incertitud y del horror, se trata de no perder la orientación que consiste justamente en tener en cuenta lo real en juego. En la clínica no hay humo sin fuego. Y en estos casos, el fuego de algo que proviene de ese real en juego bajo las especies de síntoma, incluso si el síntoma está ahí para velar ese real.
Me parece que si nosotros recordamos la importancia de las modalidades causales sostenidas por las leyes de la contingencia, como bien lo hemos podido medir a partir de la clínica que nos ha sido presentada, es seguro que esta contingencia actúa sobre un fondo de imposible. Lo real en cuestión, es un real que nos confronta a lo que hay de imposible en la relación al sexo. Pues bien, está entonces lo necesario del síntoma, sobre un fondo de imposible con relación al sexo. Si el síntoma es lo que proviene de lo real, se manifiesta como siendo eso que se pone atravesado, eso que no marcha.
En los casos presentados, me parece que el síntoma se presenta como algo que se atraviesa a nivel de la procreación. Señalemos que la intervención médica pasa por encima de ese síntoma: es una intervención que fuerza a lo real del síntoma a responder diferentemente. Cuando uno fuerza a lo real del síntoma a responder de otra forma, nunca deja de tener consecuencias. Y aquí, apareció lo que Eric Laurent hizo valer. Lo que presentó es justamente una modalidad de respuesta que hace notar, del lado de la madre, la certeza. Estoy tentada de pensar que este encuentro con esta punta de real (4) se produce por el bies del niño: el niño como siendo esa punta de real que retorna de eso que ha sido rechazado de lo simbólico. Me parece que hay algo específico a la cuestión que nos reúne aquí, mas particularmente a la locura femenina, esta demanda loca de un niño.
François Ansermet, nos ha hecho notar un punto: se diría que la medicina hoy se ha dado los medios para responder a esta demanda más allá de ese punto de tope fijado por el síntoma. Forzar ese punto de tope del síntoma, por el bies de la intervención en lo real de la cosa, no es sin consecuencias. Con relación a la pregunta de François Ansermet -¿Qué lugar puede tener el psicoanalista confrontado a este genero de situaciones?- se me aparece la idea que este lugar consiste precisamente en no descuidar, en el caso por caso, las consecuencias de forzar al síntoma, de esta operación sobre lo real del síntoma. Es decir que también efectivamente, tampoco hay prevención posible sobre este plano.

Eric LAURENT
Me gusta esta expresión "forzar lo real del síntoma a responder de otra manera". En efecto, a partir de un cierto forcejeo la respuesta es otra. En el primer caso que presentaba Ana Almeida, estaba esta mujer que cae en un ginecólogo que tiene sensibilidad psicológica y que le dice: todo eso es psíquico. Luego un segundo ginecólogo le encuentra la trompa tapada. En un primer movimiento uno se dice que francamente, más vale no tener un ginecólogo que tenga una gran sensibilidad psicológica: más vale que haga bien los exámenes de trompa. Hace responder lo real del síntoma. Él siente que en efecto, el deseo de esta mujer está ahí en fracaso ante un imposible, que ahí hay un real. Lo hace responder diciéndole que con su historia, lo que le sucede, después de todo no es sorprendente. El segundo, anuncia la trompa tapada y la destapa. El embarazo llega luego de un gran esfuerzo, diez años de esfuerzo. Hay una vuelta enseguida de esto en el marco general de esta depresión del post-partum en donde ideas locas surgen: tiene el sentimiento de haber sido engañada, está enojada con su ginecólogo. El pobre, sin duda no tiene nada que ver, pero es el que paga por los otros. Es un síndrome de reemplazo. No se escapa al síndrome de reemplazo. Todo niño es un poco reemplazado en el horizonte. No es totalmente lo que debería ser. Es muy difícil salirse de eso, incluso con muchos rituales. La cristalización especial que toma enseguida para esta mujer su convicción concentra toda su historia.
Los médicos cuando se desesperan, como en el caso presentado por Ana Almeida, pueden estar tentados de dejar hacer a la selección natural. Entonces hay momentos en donde están tentados de bajar los brazos, mientras que su actividad es fundamentalmente anti-selección natural. Lo mismo el psicoanalista podría desaconsejar a todo el mundo y decirle a las personas: "En fin, ¿están Uds. realmente seguros de querer eso? ¿Por qué un artefacto?" ¿Sería esta la posición del psicoanalista? "Vuelvan a la buena naturaleza" Si fuese el caso, sería realmente catastrófico, sería un naturalismo delirante. La lucidez psicoanalítica consiste en saber que cuando se fuerza lo real del síntoma a responder de otra forma -según la expresión de Esthela Solano que voy a guardar bien en la memoria- las consecuencias no pueden ser ignoradas. Para el psicoanalista se trata de hacerse el destinatario ante la gente que no demanda absolutamente un psicoanálisis, lo que no nos impide para nada interpretar, como para las psicosis.

François ANSERMET
En la conducta de este tipo de intervención, la línea más fuerte sería la de ir del lado del sentido y de la historia, mientras que uno está en el instante de una relación traumática con ese real, que no es justamente el de la ciencia. En ese tipo de situación, lo que está en juego no es el sentido, sino al contrario un acto que haga corte. Tenemos que prestar atención que aquí el psicoanálisis, como lo decía Lacan, no vire al sentido. Lo que no quiere decir que el sujeto no venga él a constituir un sentido de reemplazo, para inscribir este evento en su modo específico de respuesta.

Eric LAURENT
Lo que Ud. describe, me parece que es la orientación que Jacques-Alain Miller da prácticamente. Hace de eso una teoría de la práctica. En este lugar el sujeto va a construir algo que puede elaborarse. Se considera que es su verdad. El sentido se mete ahí, pero primero el psicoanalista debe ubicar lo fuera de sentido.
La actividad del psicoanalista, consiste en aislar el fuera de sentido y saber que eso no es algo sobre lo que se pueda actuar. La interpretación consiste en localizar el punto que escapa a nuestra acción, en fijar el fuera de sentido en un punto, y luego abrir el sujeto más allá de ese punto, a tejer el sentido. Hay ahí si se quiere, un cierto efecto sugestivo, en la poca autoridad que deja en esas situaciones la transferencia que está instalada, que es una transferencia débil. Pero es de todas formas una palanca para decir que ahí hay un sentido a tejer.
La vía que Uds. eligen es ejemplar de una forma de hacerlo que es muy particular, es esta una forma de acción posible cuando se debe soportar las consecuencias de una respuesta de lo real que se ha forzado.
Me gustaría decir algo sobre esta ley suiza en donde se va a levantar el anonimato del donante de esperma en las inseminaciones artificiales, esta ley que elige la vía suiza y no la vía francesa, es decir que el niño tendrá derecho a conocer la identidad del donante del esperma. Una elección tal me parece compatible con la sensibilidad protestante que no es la misma que la de la iglesia católica. El "tú no puedes saber" es típico de los países católicos. Entre los católicos no se lee la Biblia.
Los psicoanalistas estarían espontáneamente más bien por la vía simbólica, llevados a decir: eres el hijo de esta ficción, no hay que saber más de eso. Habría una tentación psicoanalítica que sería aliarse en esta ocasión con los representantes de la iglesia y hacer escuchar que en efecto valdría más mantener esta vía. Pero, ¿sin embargo se puede estar seguro que se mantiene un modo del Nombre del Padre, que sostenga en el contexto de una civilización, en donde justamente, las tentativas del derecho de hacer existir las ficciones están fundadas sobre un régimen fundamental de increencia?
En un sentido, sería posible sostener la vía francesa, que es una vía que surge de la tradición de los legisladores (Francia es un país que se ha hecho sobre los legisladores). Se hacen leyes, eso se sostiene, y la ficción jurídica equilibra la ciencia. Sin embargo la vía elegida en Suiza es una vía que busca reconciliarse con su tiempo, porque el peso del determinismo genético es tal en lo imaginario que será cada vez más difícil decirle a alguien: tú eres el hijo de esta ficción. La ficción lo alcanza a la vuelta por el gen que será marcado de tal manera. Si no conoce la identidad de su padre, no puede continuar la búsqueda sobre su patrimonio genético.
Hasta ahí, el único problema del derecho, era lo que los suecos habían visto rápidamente: a partir del momento en que la identidad del donante de esperma es conocida, los procesos de reconocimiento de paternidad pueden continuar. Es posible que en el modelo sueco, o en lo que tratan de instalar en Suiza, se asista a estratificaciones sucesivas, a la aparición de diferentes niveles de filiación según a quien se dirija uno. Es un padre simbólico de nivel superior que dará el derecho de decir el patrimonio genético. Así se habrá simplemente reconstituido un padre estructurado según una teoría de tipos, según estratificaciones sucesivas: basta con que sea siempre enviado a una instancia del derecho, para tener por ejemplo el derecho de conocer el donante. Finalmente es también una solución simbólica como la otra.
Luchar contra un familiarismo delirante, es cernir que en la desmaterializacion del padre que se ejerce en las diferentes corrientes de la ciencia y del derecho que tocan a la estructura familiar, siempre se puede encontrar un modo adecuado de interpretar estos lugares del Otro, de lo simbólico, del padre. No hay que atarse a formas pasadas con la idea que van a durar para siempre.

Jacques BORIE
Por mi parte me parece que se ha evitado plantear el problema de la mala manera, que habría sido oponer lo real de la ciencia a lo que sería nuestra idea de lo humano, en el sentido de la subjetividad que daría un sentido a la vida, si puedo decirlo. Creo que hay una clínica muy rica al tomar la cosa de costado, de eso que se nos ha presentado hoy, se ve bien como el sujeto humano emerge de su estatuto de desecho. Esto nos lleva a reconsiderar la cuestión del Nombre del Padre, no sólo como se lo hace tradicionalmente, como este Otro previo en el cual el sujeto tendría que localizarse a partir de significantes de este Otro, pero como eso que, a partir del estatuto del sujeto como desecho, va a emerger de un bricolaje particular. Esta operación al ser producida a partir del encuentro entre este imposible, que va a poner un limite a la locura femenina, y la contingencia de eso que se inventa, de eso que se inventa por ejemplo en el caso presentado por Carole Muller Nix, a partir del desfasaje de la intervención del analista y a partir de una posición que deja su certeza al sujeto.
Esta clínica "de lo real" (real a poner entre comillas sin duda) nos enseña verdaderamente algo sobre el estatuto mismo de eso que es el padre para el psicoanálisis. Esto nos hace pasar de un cierto a priori de la estructura, a algo que se da como síntoma bajo una modalidad de lo inconsciente. No es para nada lo mismo que el a priori del Otro. Es la enseñanza de esta clínica. No se construye una ficción a partir del universal. Se trata al contrario de ver cómo cada uno, confrontado, por ejemplo, a la cuestión de la sexualidad femenina, va a hallar en el encuentro de un punto sobre el cual se va a articular la relación de este imposible y lo que se inventa como solución contingente particular, que puede también llamarse Nombre del Padre, si uno lo toma como síntoma. Me parece que hay una enseñanza de esta clínica, que no tiene nada que ver con la oposición de lo humano y de la ciencia.

Philippe LACADÉE
Les propongo pasar del padre al Santo Padre, que quisiera poner en oposición con lo que ha dicho François Ansermet en su introducción: que la apuesta del psicoanálisis en perinatología es que el sujeto pueda advenir. Recordaré lo que decía Juan Pablo II, el 20 de noviembre de 1993, en el momento en que condenaba de manera violenta la concepción in vitro: se autorizó a recordar a los científicos como a todos que el embrión apenas fecundado debe ser reconocido como sujeto de derecho por las leyes de las naciones, bajo pena de poner la humanidad en peligro. Esta intervención venía a partir del momento en que había sido horrorizado, en otoño de 1993, por el hecho que se puedan separar los blastómeros de los jóvenes embriones humanos impropios a la transferencia uterina y asegurar el desarrollo in vitro durante algunas decenas de horas. Es eso lo que ha suscitado la reacción del papa que ha dicho horrorizado, viendo en eso amenazas temibles para nuestra humanidad. Entonces, permítanme poner el punto de vista del Santo Padre en oposición a ese sujeto que, esencialmente, habrá de advenir.
Quisiera agradecerle a Carole Muller Nix, en el sentido en que me parece que hay en lo que ella ha presentado un paso al costado en relación a lo que se llama en ciertas corrientes las interacciones madre-niño. Me parece, en efecto, que Ud. nos propone una clínica nueva, en el sentido en que se ve bien que esta respuesta de soslayo abre el espacio a lo que se podría llamar "un sujeto en devenir" (5). En todo caso este desplazamiento de lo real permite seguramente una respuesta del sujeto diferente. Creo con relación a esto que no hay que perder de vista que el sujeto es antes que todo una respuesta de lo real, como efecto de significación. El sujeto, que sea un objeto, solo encuentra su lugar al ordenarse a la función de la castración, pero también como lo ha mostrado François Ansermet, a la función del malentendido. En todo caso, la clínica perinatal nos compromete a precisar, en nuestros trabajos, lo que se llama un sujeto.

Eric LAURENT
Encuentro la intervención de Juan Pablo II muy interesante. Primero, porque él se da cuenta que el derecho no está para nada adecuado a las prácticas. Esto no le conviene a todo el mundo. Algunos científicos no quieren hacer demasiado lugar a los problemas legales delicados. Por ejemplo, para el clonaje, pero también para ciertos laboratorios que tienen un sobrenúmero de embriones congelados de los cuales quisieran deshacerse para tener más lugar.
Se trata de tener bastante cuidado con los tachos de basura, como con las zonas de no-derecho. Pienso en esas zonas de no-derecho que concierne a los inmigrantes, esas zonas en donde ninguna ley se aplica, en donde se puede conservar gente durante varios meses sin que vea un abogado. Es urgente poner ahí el derecho. También hay que tener cuidado con las ciencias con todo lo que ellas quieren deshacerse, los desechos atómicos, los embriones congelados, etc...
Si el cuerpo no existe para el médico de la ciencia, por el contrario si existe a nivel jurídico. Hay que empujar a los gobernantes a producir el derecho en esas zonas, incluso si a nadie le gusta y si complica un poco la vida.


Lausanne, 28 de junio de 1997

* Mesa redonda sobre la cuestión del psicoanálisis ante la medicina perinatal, en el marco de la jornada de estudio de la EEP-Desarrollo "Salud mental y psicoanálisis aplicado", Lausanne, 28 de junio de 1997. Animada por Eric Laurent, con Jacques Borie, Phillippe Lacadée, Jean-Daniel Matet, Bernard Nominé, Esthela Solano, Carlo Vigano, François Ansermet. Primera transcripción hecha por François Ansermet. "L'attribution réelle du corps, entre science et psychanalyse". Publicada en la revista Mental, revista internacional de salud mental y psicoanálisis aplicado, n° 5, julio de 1998. Publicado en Revista Lazos/2 – Nueva Serie – EOL Rosario - Traducción libre de Marcela Errecondo no revisada por el autor.

** Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) - Miembro de la École de la Cause Freudienne (ECF - Francia) – Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL – Argentina) – Miembro de la Escola Brasileira de Psicanálise (EBP – Brasil) – Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL – Región Andino-Caribeña) – Miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP – España) – Miembro de la New Lacanian School (NSL).

Texto autorizado por el autor para su publicación en www.hipermodernidad.blogspot.com

Notas
1. N. del T.: "syndrome de reemplacement".
2. N. del T.: Compañía que fabrica chips de computación.
3. N. de T.: "dans le coup et pas dans l' apres-coup".
4. N. de T.: "bout de réel".
5. N. de T.: "un sujet en devenir".

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11.2.05

El síntoma contraría la violencia globalizada *

Por Ana Ruth Najles **

Como lo afirma Jacques-Alain Miller, la noción de actualidad es una construcción [1], vale decir, que es del orden del artificio, del ‘arte del relato’: de modo que puede afirmarse que los medios masivos de comunicación fabrican dicha actualidad desde sus posiciones de poder. De esto resulta que, si bien no se puede psicoanalizar la actualidad, si se la puede leer, vale decir, interpretar. Cuando procedemos a dicha lectura se nos impone la evidencia de que el mundo global se rige por la ley del más fuerte, vale decir, por la violencia. El hecho de habitar en la sociedad caracterizada por el riesgo da como resultado un estado de inseguridad y de inquietud que se manifiesta en los seres hablantes por la generalización de la depresión y de la angustia a nivel global.

Cuando Jacques Lacan introduce los cuatro discursos como fundantes de todo lazo social, nos está diciendo que la sociedad no existe como entidad natural. Que sólo existe por el lenguaje que se pone en forma en un discurso. Y esos discursos son los que ordenan los distintos modos de gozar, o sea, los distintos ‘modos de vida’ de los seres hablantes, en tanto son los que enlazan a los seres hablantes entre sí.

Sabemos que en la actualidad la ciencia, por su ideal de universalidad, con su brazo tecnológico fomenta el mercado global. Esto es lo que hizo que Jacques Lacan postulara su concepción de "el niño generalizado" [2] como el producto del mercado global: para todos el mismo goce-Uno. Esto implica la segregación de lo diferente y, por lo tanto, del ser hablante, ya que cada ser hablante es singular. Nos encontramos, entonces, con el imperio del individuo como objeto de consumo del mercado, es decir, en los términos de Lacan, como objeto plus de gozar, como gadget.

En "El Otro que no existe y sus comités de ética" [3] Jacques-Alain Miller afirmaba que "la particularidad forcluída de su lugar tribal natural retorna en el seno del universal mismo bajo la forma de segregaciones múltiples’. Vale decir, que dicha particularidad retorna en las así denominadas minorías (residentes ilegales, refugiados, gays, anoréxicas, discapacitados, negros, judíos, musulmanes, mujeres golpeadas, madres solteras, etc.)

Podemos afirmar que el goce segregativo reinstala en lo real la diferencia que la homogeneización científica del mercado tiende a borrar. Jacques Lacan decía que: "el niño generalizado, producto de las vertientes modernas de la segregación, segrega a su vez la muerte misma".

Lo que podemos traducir como el rechazo de la castración freudiana o, en nuestros términos, como "todo es posible", o "el goce Uno-Todo es posible".

En nuestra conceptualización esto equivale a postular la ruptura del lazo social como tal ya que éste sólo se monta sobre un imposible que funda cada discurso.

Poco después de su conceptualización del ‘niño generalizado’, Lacan postuló en el Seminario XVII que todo lo social -empezando por la fraternidad [4]- y todo lo que existe en la sociedad se basa en la segregación, es decir, que se efectúa en nombre de algo que es producido, separado, desprendido -el goce de cada uno como absoluto, el goce del Uno- por el bien común. Es decir, que la fraternidad supone estar separados, juntos; separados del resto (narcisismo de las pequeñas diferencias en Freud). Es así que la identificación al S1 produce el grupo social por la identificación entre sí de todos aquellos que pierden algo a partir de identificarse al mismo ideal o causa común. Por lo tanto, el discurso del amo promueve el igualitarismo, en tanto segrega el modo de satisfacción de cada uno. Al decir de Jacques-Alain Miller en su curso del año 2002/03 -Un esfuerzo de poesía-, Lacan llamó a este igualitarismo la "canallada moderna". Miller nos recuerda que Gustave Flaubert planteaba que la idea democrática de igualdad promueve todo lo que alguien debe decir en sociedad para ser un hombre conveniente y amable (es decir, un hombre de puro semblante). Este es un movimiento que, por ende, va en contra de los grandes hombres, de los hombres excepcionales.

En sus cursos del 21 y del 28 de enero de este año Miller desarrolla la importancia que tiene el discurso universitario -situado por Lacan como el discurso del amo moderno en su Seminario XVII- en todo este proceso. Ya que... ‘la operación escrita por Lacan para indicar un movimiento civilizador supone el dominio del goce por el saber’, lo que oculta la decisión misma de instaurar el significante como amo del goce. Miller dice que se trata, pues, de... ‘dominar las emociones y los gustos individuales (fumar, tomar, comer, etc....), la singularidad de la experiencia, por medio de un aparatito de saber ultra-reducido’.

A partir del momento en que cada uno cuenta con el saber sobre los riesgos de cada uno de sus ‘gustos’, se trata de que estaría dispuesto a cederlos en nombre de la propia salud, cobrando así la vida misma un valor absoluto.

El producto de esta operación.. "es el de transformar a cada uno en ‘el hombre sin cualidades’ (en referencia al libro de Robert Musil), en un hombre cuantitativo, esperando que cada uno se unifique con el significante amo, que se colme el abismo entre el sujeto tachado y el S1".

Es así que el problema actual de nuestras sociedades es que la democracia ha terminado por transformarse en la dictadura de lo mismo. Imponer un mismo goce para todos no se logra sin violentar a cada uno.

De modo que la violencia, en tanto obligación de un mismo goce para todos, es lo que se opone al síntoma como modo singular de goce; como modo singular de hacer lazo. La violencia es lo que contraría al amor, vale decir, al síntoma en tanto suplencia de la no-relación entre el significante y el goce.

Como lo indica Freud en el texto "El por qué de la guerra": "si la aquiescencia a la guerra [podemos sustituir el término "guerra" por el de "violencia"] es un desborde de la pulsión de muerte [es decir, del odio] lo natural’ será apelar a su contraria. Todo cuanto establezca ligazones de sentimiento entre los hombres, no podrá menos que ejercer un efecto contrario a la violencia [guerra])".

Para Freud, tales ligazones pueden ser de dos clases: por amor o por identificación. Freud también habla en este texto del entrelazado -en los actos violentos- de aspiraciones destructivas con otras eróticas o ideales que facilitan su satisfacción. En un acto de guerra es fácil verificar esta aseveración: por ejemplo la guerra contra Irak es planteada por Bush, como un acto de amor hacia los ciudadanos iraquíes tiranizados por S. Hussein y hacia el pueblo norteamericano que sufrió el atentado del 11/9/01.

Sabemos que no es posible separar amor de odio. El odio se dirige siempre a aquellos que se satisfacen de manera diferente, de manera inalcanzable. Es decir, hacia el que no es próximo, hacia el extraño, hacia el extranjero -hacia el éxtimo- en tanto se lo supone poseedor de un modo de gozar distinto al de uno y del que uno carece.

Podemos pensar en este punto la función de la invidia de la que nos hablaba Jacques Lacan en el Seminario XI, en la clase del 11-3-64 cuando la relaciona con el objeto a mirada: "Para comprender qué es la invidia, en su función de mirada no hay que confundirla con los celos. El niño, o quien quiere, no envidia forzosamente aquello que apetece. ¿Acaso el niño que mira a su hermanito todavía necesita mamar? Todos saben que la envidia suele provocarla comúnmente la posesión de bienes que no tendrían ninguna utilidad para quien los envidia y cuya verdadera naturaleza ni siquiera sospecha... Esa es la verdadera envidia. Hace que el sujeto se ponga pálido ¿ante qué? -ante la imagen de una completud que se cierra, y que se cierra porque el a minúscula, el objeto a separador al cual está suspendido puede ser para otro la posesión con la que se satisface, la Befriedigung".

Si el "mercado consumidor" es consumidor de individuos, cuando proliferan los gadgets montados en la función de la mirada muestran el secreto del lazo social: el "dar a ver" no sólo es signo de lo que se posee sino indicador de aquello de lo que se carece. Existe un empuje consumista que induce invidia y desencadena la violencia globalizada, mostrando en el exceso de productos lanzados al mercado no sólo un rasgo determinante de la condición humana, sino -asimismo- un rasgo diferencial del merchandising -parafraseando a Lacan-: promover la posesión de bienes que no tendrían ninguna utilidad.

Todo lo anterior indica que, en el mejor de los casos, estos son tiempos de angustia, ya que ésta funcionará para un parlêtre (y ya no un individuo) como señal de la amenaza de la ruptura del lazo que esta violencia globalizada ha desencadenado. Y es por ello que la angustia, en cuanto afecto de lo real, es el instrumento con el que opera el analista para volver a poner en forma el discurso en tanto único aparato que da lugar al síntoma como lazo social. Es decir, que el modo con el que contamos los psicoanalistas de contrariar la violencia globalizada es orientarnos por esta salida singular del síntoma.


* Autorizado por la autora para su publicación en www.hipermodernidad.blogspot.com
** Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) - Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL - Argentina)

Notas

1. Jacques-Alain Miller, Curso de la Sección clínica de París, "Un effort de poésie", del 12/3/03.
2. "Discurso de clausura de las Jornadas sobre las psicosis en el niño", 1967. Analyticon N° 3, Ed. Correo-Paradiso, Barcelona.
3. "L'Autre qui n'éxiste pas et ses comités d'éthique", curso inédito dictado con Eric Laurent en la Sección Clínica de París en 1996/97.
4. Seminario XVII, El revés del psicoanálisis, cap. IV. Ed. Paidós.


MERCADOS: en busca de la singularidad perdida

Por Carlos Lossada **


El Mercado y la singularidad


"todo está en todos lados"


Podría ser la consigna de nuestra época, luego invocar la globalización.
¿Para qué más?
Nuestro porvenir de mercados ya estaría, de esta forma asegurado.
No se trata de lo que se produce, se trata de consumirlo. Ese es el paradigma del mercado global.
Consumir implica desde ya, eliminar una de las variables del mercado que supieron tensar los sistemas de intercambios, se elimina el valor de uso y conjuntamente con él, el valor de cambio se deprecia bajo la voluntad del consumo hasta reducirse al simple acto de adquirir.
Queda eliminado de esta forma, la equivalencia necesaria entre los valores de intercambio, que introducía un plus de circulación social que llamamos plusvalía y que Jacques Lacan supo elevar a un valor de goce. Razón por la cual, el trabajo de adquisición del saber no se torna equivalente al goce que el uso del saber produce si, por este uso, el ser hablante puede llegar a gastar ese saber. Un saber que no se gasta, que se acumula, productor de malestar y llegado el caso, sin valor en el mercado, una adquisición que se consume en su proceso por no llegar a participar de un valor de goce de intercambio, un goce en más no –pasando al discurso, el puro fracaso del plus de gozar (a) El objeto impuesto es el objeto técnico, su capacidad de funcionar como si se tratara de un falo, vacía al semblante de su capacidad operativa, sólo produce plus de goce de imitación.
Entonces, sí "todo está en todos lados" y su paradigma es el objeto técnico, con su presentación de semblantes vaciados de la operatoria significante-, ¿cómo situar una diferencia?
Un mínimo escalón, un pequeño escollo que origine un tropiezo.
¿Cómo encontrar una singularidad que descomplete a ese todo?
Un pequeño escollo que nos permita enunciar:

"no todo está en todos lados"

La salud mental y la eficacia del psicoanálisis
Honestamente debo decir que no me gusta el término "eficacia" y mucho menos si se refiere al psicoanálisis, el psicoanálisis sólo es eficaz al fallar a la eficacia, es un acto que se sostiene de lo que falla.
Pero lo que se soporta del gusto, y dado que el gusto es lo singular a ultranza, no puede universalizarse, entonces interroguemos su génesis lógica dentro del contexto del discurso, el discurso que habitamos.
El discurso del analista se realiza al introducir la falla en los aparatos de discurso que sostienen el cuerpo de lo social. Es un discurso que posee la misma estructura que el acto fallido. Un discurso que desbarata el semblante procurando la dimensión de un acto de decir, un acontecimiento del acto.
Desbarata los semblantes poniendo los S1 a decir-se. Desbaratar no es interpretar, tampoco es abolir, desbaratar se asemeja (para mi gusto) a irrumpir y desordenar, del mismo modo que se desbarata una defensa, no se la elimina, solamente se la agita un poco para que se oriente su potencia ordenadora.
El discurso del analista se realiza por lo que falla, sin embargo tiene sus efectos, no sólo los tiene sino que los asegura en la emergencia repentina de un real que está muy lejos de anular la ley y su aplicación bajo el modo de la norma, ya que realiza la norma y efectúa la ley vivificándola por el uso singular que alguien hace de ella.
Eleva la ley a la dignidad de su uso, la realiza efectuando la equivalencia de la ley con aquello que surge de su uso, el goce.
La eficacia de este acto no creo pueda ser adjudicada al psicoanálisis, al cuerpo de saber adquirido en la experiencia y que llamamos psicoanálisis, sino más bien al agente de ese acto. Y el agente de ese acto no es otra cosa que aquello que Jacques-Alain Miller indicaba recientemente al decir que "el analista es un objeto más en el mercado" y que debe estar disponible para ser usado según sea requerido. Dejar usar para producir en un decir que solo puede ser analizante en una experiencia de real.
Una experiencia de real, un pequeño escollo, un tropiezo que debele la singularidad propia de cada hablante.
Forma en que entiendo se efectúa la norma, se la eleva a la dignidad de su uso en el dispositivo hecho a la medida de su efectuación, un dispositivo que la alberga.
Recién ahora puedo reconciliarme con la eficacia, la eficacia del acto de palabra, del acto analítico por excelencia, del acto que para realizar lo necesario falla al saber.
Falla al saber del cuerpo adquirido y objetivado del semblante amo.
Es desde esta falla al saber que quizás podríamos abordar la eficacia del objeto analista en un mercado de consumo, queda muy alejado de estas lides el cuerpo de un saber que solo puede ser científico, aún cuando se elabore con lo que supone el saber del analista.
Para terminar quiero producir una nueva escansión en nuestra frase, introduciendo nuevamente una falla al saber.


"no todo en todos lados"
* Artículo aparecido en Revista Lazos/4 -Nueva Serie.
** Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) - Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL - Argentina). Autorizado por el autor para su publicación en www.hipermodernidad.blogspot.com

9.2.05

El cuerpo como una escritura entre los espejos y un nudo *

Por Leonor Fefer **

Tomaré apoyo en algunos trayectos de mi propia experiencia analítica concluida, en los que he podido comprobar que, como Lacan nos lo indica, "es la idea de otra especie de espacio la que nos funda el cuerpo".
Este espacio, solidario de la escritura nodal y del pensamiento de lo real, se va constituyendo en el análisis, a partir de hacer la experiencia de estar "en" la palabra.
Se trata de ciertas operaciones que posibilitan que, tomando como punto de partida la creencia en este cuerpo dado por el Otro, la necesariedad del cuerpo constituido en el espejo y mortificado por el significante, se pueda producir una reducción de su pregnancia identificatoria, una separación de la figuración de la bolsa, para hacerse un cuerpo, en transferencia, como hecho de discurso, como escritura, pues como el nudo, eso se escribe, eso tiene "muchas relaciones con la instancia de la letra", "eso da un cuerpo, un cuerpo así, verosímil a la belleza", que quedaría ligada con algo distinto que lo obsceno, es decir, con lo Real. "En suma no habría bello más que la escritura...¿por qué no?". (J. Lacan: Seminario XXIII)


Acerca del análisis que creí terminado
Tiempo atrás me había ido de un análisis, de acuerdo con el analista, por considerarlo concluido, cuando lo que había ocurrido era una caída anticipada de la transferencia.
Ese primer análisis que se orientó hacia una cara de la oralidad, problematizó la gordura y el encierro, al trabajar con insistencia una pesadilla repetida de la infancia: un barco que intentaba navegar en un mar de dulce de leche.
Al producirse un chiste, "ser de Boca-Independiente", pareció que se había logrado separar la boca del dulce, es decir que ahí el cuerpo podría regular el goce, que era imaginario.
Sin embargo, lo imaginario y lo real habían quedado enteramente envueltos en lo simbólico surgido de la práctica del psicoanálisis, sin que se hubiera llegado a la estructura del nudo borromeo, ni a la escritura de un cuerpo, en tanto cuerpo y nudo participan de una escritura, son hechos de discurso, hay entre ambos una articulación, están hilados por la línea de la consistencia.
Salía de ese análisis con el cuerpo tan mortificado por el significante como al comienzo.


Entrada al dispositivo de una nueva experiencia analítica
En "El hueso de un análisis", Jacques-Alain Miller toma un poema de Carlos Drummond de Andrade para posibilitarnos pensar lo real, situando el hueso como lo que queda de una experiencia analítica llevada hasta su límite.
Nos indica cómo se hace necesario operar con ciertos movimientos en el discurso, en principio el movimiento de la repetición, en el cual el análisis toma su punto de partida: en la repetición insistente que actualiza la presencia de la piedra-obstáculo, esa que impide recorrer el camino que se decide recorrer, esa que obliga a repetir el enunciado de la evidencia que se impone como la desgracia.
Así llegué a un nuevo análisis, situando lo que era mi desgracia. La angustia había tocado el cuerpo, ese cuerpo-bolsa cuyo orificio principal era la boca.
El efecto de ese afecto hacía de bisagra entre lo que era mortificación a pura pérdida, y lo que podía, a partir de eso, comenzar a articularse al entrar al dispositivo del análisis; allí, el uso de la palabra en transferencia comenzaría a hacer su trabajo de agujereado, y junto con intervenciones precisas de la analista llevaron a que el sujeto fuera convocado a entrar en el espacio que empezaba a trazarse como siendo su camino, y no el camino.
Piedra y camino suponen la tierra. El camino es la tierra que dice sí, la piedra es la tierra que dice no, resistencia del obstáculo-piedra que no es sino el objeto "a", piedra que hay en todo camino de la palabra al que el análisis me invita a entrar. El "a" es el hueso, como piedra que hay en el cuerpo, que lo envuelve con su piel, con su carne.
Así, se iría articulando lo que iba haciendo el camino por su insistencia, como tierra que dice sí, y la piedra-obstáculo, aquello que dice no: lo que se negaba en ese camino, demostraba que se estaba produciendo una modificación en el discurso: una nueva dimensión comenzaba a instalarse en él, un "pensar lo real" que de este modo se iba "in-corporando".
Es con eso que se dio comienzo al trabajo analítico, en el que quedó situada una intervención: "parece que hay una boca pegada a tu oreja", que apuntaba a lo invocante de la pulsión, otra cara de la oralidad.
Dicha intervención, que funcionó como "reson", resonó en el cuerpo: "una boca pegada al oído", decía de un cuerpo fantasmático, cuerpo significantizado, que estaba del lado de la sexualidad, esto es, del lado del significante, del homo, del Uno que mortifica el cuerpo. Hizo saber que había un cuerpo mortificado por el aplastamiento significante y un sujeto víctima de sí, al construirse un Otro para sacrificarse a él.
Cuando digo que es el cuerpo de la sexualidad, es porque el Otro hace de tapón, es un cuerpo que ahí aparece, como diría Lacan en su Seminario XX, "mismado" en el Otro, ya que lo Otro y la oreja o la boca, en ese momento inaugural del análisis eran lo mismo.
En la simetría plana del espejo se define un espacio imaginario, hecho de engaños, de imágenes que desaparecen o se entrecruzan en múltiples construcciones de óptica geométrica, donde se inscribe lo visible, pero también aquello que del inconsciente no hace cuerpo.
Cuando Lacan introduce los dos espejos, cóncavo y plano, dentro del estadío del espejo, presenta el objeto "a" en tanto consistencia real, y un cuerpo como esfera agujereada con función de la forma que viene a atrapar un objeto pulsional, esas flores que están ahí en el medio, separadas del cuerpo real. Es un modo de deducción del narcisismo secundario a partir de la experiencia de la pulsión como borde. (J. Lacan: Seminario X)
Es en el momento fundante de la estructura, pasaje por el juicio de existencia, que el Padre otorga un cuerpo; pero ese "tendrás un cuerpo" no dice "cómo" atravesar la segunda negación, que no es simple negación de la negación sino más precisamente "saber sin conocimiento", punto donde la negación se articula a la pulsión.
Tomando como "direccionalidad" este "saber sin conocer", en tanto cuerpo de la pulsión, se fue haciendo en el análisis un trabajo en relación a esos orificios pulsionales.
Quiero decir que para hacerse un cuerpo en el análisis, que ya no será ese cuerpo dado por el Otro como forma, será necesario primero un trabajo intenso en la cura, por el cual se pueda producir una jerarquización de dichos orificios, para luego circunscribir el agujero, y además, pasar por él para que se llegue a escribir lo singular del síntoma con el cual identificarse.
Así lo indica Lacan en su Seminario XXII "RSI", agregando que de dichos agujeros, el primario es el de la oreja.
Tal fue la orientación de la experiencia analítica que comenzaba, y que daría las vueltas necesarias para producir el atravesamiento de infinitud de puntos-pliegues-orificios a agujerear, hasta llegar a una verdadera des-narcisización.
La operación de reducción, repetición y convergencia mediante, produce el objeto "a". Será necesaria como modo de constituir el punto y por ende el espacio donde instituir la mirada como función, y donde se fue situando el orificio de la oreja, preparando con ello la posibilidad de su posterior agujereado. La operación que se produjo, tuvo sus consecuencias respecto de otro orificio no menos importante: el ojo.
Un sueño en los comienzos del análisis mostraba un rostro iluminado adentro de la boca, entre la piel y el maxilar, se veía hueco, sin carne, como una máscara. Entre piel y hueso el vacío horroroso, que por un "Eso borra" como interpretación, dejaba situado el comer en exceso como marcar el vacío, que era del Otro. Destaco además, de ese sueño, la importancia de la luz que ilumina: mirada que se cruza en la boca, mientras la luz ilumina el vacío, ese horror que me llevó a decir "no soy nada... sólo piel y hueso", recordando que para Lacan, en su Seminario XXIII, el cuerpo es como piel que retiene en su bolsa un montón de órganos que sentimos.
Es verdad que en tanto individuo me presentaba con un cuerpo, pero el sueño al igual que la frase de Lacan, indicaba que dicha forma sólo entrega la bolsa, que para cierta geometría es sólo superficie, mentalidad.
¿Cómo salirse de esta expropiación de la mirada?. Esta bolsa ¿qué es?. Mezcla extraña de cero y de uno, conjunto vacío que en su consistencia de tal, demuestra lo imaginario, siendo una bolsa vacía, que no deja de ser una bolsa, "o sea el uno que sólo es imaginable por la ex -sistencia y la consistencia que tiene el cuerpo de ser piel", dice Lacan en su Seminario XXIII.
Si en el esquema de los dos espejos, un cuerpo no es otra cosa que una esfera agujereada con la cual se trata de atrapar las flores o atrapar la pulsión, aquí Lacan nos habla del cuerpo como vacío, como forma vacía, ubicado puramente a partir de las experiencias de goce de las zonas erógenas. Es el cuerpo como forma, reducido al conjunto vacío, con consistencia de vacío, yendo más allá de considerar a la pulsión como un borde y el trayecto de la pulsión como lo que permite delimitar dicho borde como tal.
Así, a partir de ir situando en el análisis lo que constituyó una identificación a un cuerpo quieto, escondido, pegado al Otro, a cualquier otro, se iba haciendo entrar en esta experiencia analítica, el análisis anterior, conduciendo a hacer el camino de construcción de un cuerpo construido con una topología otra que la de la bolsa, aunque a partir de ella, es decir partiendo del estadío del espejo que arma lo invisible y lo visible del cuerpo, constitución que con sus doblajes es una creencia necesaria pues incidirá en la construcción del cuerpo y del estadío del espejo también en la conclusión de un análisis, como la apariencia a la cual identificarse a la salida de dicha experiencia.


Producir los orificios oreja y ojo para luego agujerearlos
Sería en el trayecto de la cura donde encontraría, en el movimiento de la repetición, un saber acerca del objeto, en tanto objeto de la pulsión. Mediante un trabajo que acentuaba el des-oir al Otro, y un circular por fuera del imperativo de la mirada, fui sabiendo del goce que había en ello, obteniendo una inversión del punto de vista, rotación del espejo.
Era un trabajo de ciframiento de goce, de cernimiento del objeto.
Un sueño con círculos me despertó pensando que estaba dando vueltas en círculo, que estaba en el mismo lugar, volviendo al mismo punto, pero en la topología me esperaba para ello otra lectura y es que circular no es volver al mismo punto, sino que se trata de agregar al círculo una recta infinita, comprobando en qué ambos eran parientes.
Lo que creía de mí no era lo que veía, sino lo que la mirada veía de mí. Se estaba separando la visión de la mirada, dejando la mirada como el imperativo. Falso cuerpo entonces, ya que era el que esa mirada me daba a ver, el cuerpo que creía que tenía.
Es en su Seminario XXII, "RSI" donde Lacan nos indica que podemos obtener cierta aproximación a una primera formalización del nudo borromeo, al trazar una recta infinita que tenga un agujero en el medio.
Y decir esto es situar el medio como operación topológica, no geométrica: pensémoslo volviendo al poema de Andrade ya citado, donde leemos que el camino crea la piedra que está "en" el camino. Es ese "en", el medio, lo topológico a lo que se refiere Lacan.
Circular, en la escritura de ese sueño, indicaba que se empezaba a producir un pasaje del falso agujero a un agujero verdadero, al hacer entrada el trazado de dicha recta infinita a la que se le supone un punto en el infinito, o sea, haciendo círculo.

Buscando heredar a un Padre
Estaba transitando el momento en que entendía que la deuda simbólica era tomar y pasar, que la deuda simbólica hace lazo, cuando se produjo un sueño: había tres personas con sobrenombres extranjeros, del que sólo recordaba uno que era DRAP, que asocié de entrada con pliegue, drapeado, en la cortina. Unas horas después me sorprendía: era el anagrama de Padre y además, sus iniciales D.R.
El Padre, el Nombre del Padre, aparecía en ese paño drapeado, en ese pliegue de la superficie de la tela. Comprobaba así la vecindad entre pliegue, nombre, cuerpo y síntoma. Es en el pliegue, donde se aloja el Nombre, el Padre, y el cuerpo! ¿cuál?.
En el DRAP, drapeado del paño, estructura mínima del campo de goce, hallé ese nombre y ese cuerpo. En el "entre" claro y oscuro del pliegue eran "tres" nombres que se fugaban, dejando uno en el borde: no cualquiera!.
La asociación llevó al gusto del Padre por la música, y me escuché decir que "él era una música con dos patas!". Estaba armando la figura de mi padre.
¿Estaba construyendo su cuerpo en el análisis?. ¿Había que pasar por esa construcción para lograr la separación y llegar a construir mi propio cuerpo?.
La boca se empezaba a llenar con la musicalidad del nombre, marcándose como orificio, y comenzaba a ser agujereada con la musicalidad del nombre.
Es que en la tela, en la superficie de esa bolsa con órganos constituida en el espejo, cada uno "se sabe cuerpo", pero el cuerpo freudiano de la pulsión es un saber que no comporta el menor conocimiento; es saber resistir la repetición que nunca parte del cero absoluto, sino que muy contrariamente, hace a la "dichomansión" del cuerpo. Y partiendo de la repetición, parte de lo elemental de la envoltura, del paño, de la tela, del sujeto mismo que se considera sujeto de la conciencia.
Me preguntaba qué eran los pliegues, los drapeados, las envolturas de telas, que formaban parte del texto de mis sueños. ¿Eran sólo reflejos como los que devuelve el espejo? Esos pliegues ¿serían líneas trazadas por el fluir pulsional cuando agregaba que la música estaba en el nombre, o que ese Padre era "una música con dos patas"?.
Seguía elaborando cuestiones a partir de ese DRAP del sueño. Me daba cuenta de que el nudo estaba ya ahí, sin que pudiera aún sacar las consecuencias de ello. No es que estén rotos lo Simbólico, lo Imaginario y lo Real, lo que define la pere-versión, como dice Lacan, sino que son distintos. Hay que suponer un cuarto, que en este caso es el síntoma, lo que hace el lazo borromeo. El Padre es un síntoma o un santo varón o sínthoma.
Era lo que escribía el sueño: tres nombres que se fugaban, dejando sólo DRAP, nada menos que el Padre, el nombre, el saint-homme, el cuerpo.
Y entonces, su ex –sistencia, da la posibilidad, al rebatir, de ligarlos a los que están separados. Rebatir que en mi sueño aparecía como drapear, plegar-desplegar haciendo surgir en el pliegue mismo el nombre y el síntoma, el cuerpo y el Padre.
Surge el DRAP en ese borde, ex –sistencia del síntoma que supone ese lazo de lo Imaginario, de lo Simbólico y de lo Real, enigmático.
El recorrido analítico continuará desplegando lo plegado hacia un nuevo pliegue, que llevará al nombre, haciendo un cuerpo real, cuerpo de un nuevo imaginario ya sin imagen.

Buscando un nombre y un cuerpo
Estaba armando una serie a partir de los nombres y sobrenombres.
Pero faltaba considerar que no se trataba de armar cadenas de nombres, sino de llegar a la nominación. Las cadenas de nombres, de significantes, como en Schreber, remiten al Padre y a la Mujer como lo abyecto, como el agujero de lo femenino.
Había que hacer entrar este rechazo de lo femenino al discurso, rechazo que es de estructura. Hacer entrar el rechazo de lo femenino, como el agujero de la estructura es que haya un verdadero agujero, para que, como nos enseña Lacan en su Seminario XXI, "Les non dupes errent", la vida no sea un Viator, una línea recta que se traza en una cronología.
En este tiempo de la cura se iba agujereando la consistencia de ese cuerpo imaginario, ese "borde imaginario" del que Lacan habla en este seminario, para llegar a lo que el análisis llevará a producir: otro Imaginario sin imagen, segundo narcisismo, consistencia imaginaria separada de la forma, de la imagen en tanto forma, teniendo en el horizonte una conclusión de la cura como identificación al síntoma, como singular modo de gozar.
Ello va a escribir un cuerpo real, pues el análisis orientado por lo real es una práctica del "no ser", y como indica Lacan, también del "no pensar" y fundamentalmente sitúa a lo Real como la cuerda, o lo que hace acuerdo entre cuerpo y lenguaje.
Para ello es necesario, como dije al comenzar este trabajo, hacer el espacio, otra "extensión" ya no cartesiana, sino aquella que posibilite ese acuerdo, ese enlace entre lo simbólico y lo imaginario que según Lacan "sólo lo real alcanza".
Luego de producido el deshilachamiento fantasmático, y la extracción del objeto que cae del Otro, barrándolo al mismo tiempo, el análisis continuó, en tanto el fantasma no inscribe de qué modo el cuerpo como sustancia gozante es el modo singular por el que el parletre quedó afectado por el lenguaje.
La orientación iba en la dirección de horadar el inconsciente hasta llegar a producir un agujero verdadero y un inconsciente real, un movimiento que permitiría llegar al síntoma y al modo de goce, tras los bastidores de la escena fantasmática, luego del hallazgo del nombre que nombra y al nombrar muestra, indicando la experiencia del goce que hubo habido.
"Embalsamada" señalaba que la desaparición era el ideal; era la desidentificación fundamental, pero ahora había que comprobar que a medida que se producía esta desidentificación, la pregnancia de la relación con la imagen del cuerpo estaba también conmovida, considerando que con la extracción del objeto se develó un exceso entre la boca y la oreja, una esquizia entre el oído y lo que cayó, lo áfono.
Era necesario verificar que con la extracción del objeto y yendo más allá del Padre, se había hecho un cuerpo otro que el de la forma, el cuerpo como horma.
Habiendo partido del cuerpo como vacío, bolsa con una boca en el centro y pegado al Otro, se había realizado un trabajo de extracción de la secuencia de unos que hacen serie, esos que se habían inscripto como los nombres de las experiencias de goce que sólo puede ser mostrada, que no se puede nombrar pues sólo se indica.
Llegaba a saber así que, ese cuerpo vacío mostraba que el encuentro con el goce es siempre fallido, que no tiene modo de ser representado, que ese goce, como nos dice Eric Laurent, no puede ser contenido sino que es siempre la experiencia de un "fuera del cuerpo" que se articula con el cuerpo en tanto que agujereado, marcado por bordes.
Una vez atravesada la escena fantasmática y caído el nombre con que se nombraba el sujeto, se constituyó un cuerpo vivo, poniendo punto al movimiento perpetuo.
Fue construirse un cuerpo sensible y ponerlo para la vida, aunque aceptando en ella la muerte.

Cruce de mirada y voz en la conclusión
Ese trabajo respecto del cruce de mirada y voz me fue guiando respecto del cuerpo.
Fue situado en el análisis que ya estaba concluyendo, como "una mirada de mí sobre mí", desligada de lo especular. Un único punto de vista.
Supe así que lo horizontal es insostenible; direccionalizar hacia sí es centrífugo, expande, se fuga del centro, es lo uno y lo múltiple. Y es sólo entonces, cuando se produjo la direccionalidad de la mirada hacia mí misma, que se pudo dimensionalizar el cuerpo propio.
Se había llegado a la mayor reducción del objeto, e incluso había sido necesaria la reducción del objeto del cual el analista hizo semblante durante la cura, para acceder a la posibilidad de la dit-mensión del cuerpo propio.
La pulsión vehiculizada por la letra, recorre haciendo tiempo-espacio-cuerpo sensible. Espacialidad (espacio-tiempo) que es la Cualidad misma de la vida, al decir de Francois Cheng, como el modo de hacerse un cuerpo como apariencia para salir de la experiencia analítica que concluyó.
Esto se articuló con la noción de la vida como valor semántico suplementario. La vida no puede ser nombrada ya que no es producida en este momento de la experiencia como un conjunto de funciones naturales, sino como aquello que atraviesa el cuerpo como organismo, con un goce que conviene y por las vías que animan al viviente a vivir más de lo que orgánicamente puede. Lo atraviesa, lo traza, hace escritura, recorta la parte como cuerpo sensible.
El trayecto analítico en su recorrido logró la separación del cuerpo como forma, y al aislar la relación con el cuerpo como horma todo funciona al revés del estadío del espejo.
Como dijera anteriormente, en el momento fundante de la estructura hay un Padre que otorga un cuerpo, que dice "tendrás un cuerpo", pero un cuerpo vaciado de goce, interdicto. Al final del recorrido llevado hasta este punto límite de identificación al síntoma, se llegó a hacerse un cuerpo articulado al objeto "a" como tal, el cuerpo en su "saber hacer" con su modo singular de goce, que se acompañaba de un nuevo amor por fuera del narcisismo, un amor no mortífero, prescindiendo de la forma, pero sin prescindir del Padre: un más allá del Padre sirviéndose de él como significante, para regular el goce del cuerpo.
Como decía Eric Laurent, la única consistencia a la que se llega es la de la identificación al síntoma, que no es una consistencia imaginaria, sino la consistencia real del síntoma; al mismo tiempo he llegado a un nuevo amor no narcísico, un amor a ese Padre inconsistente, que nos da la idea de la eternidad, de una vida que no tenga el límite de lo vivo, pues viene a encarnar lo que hay de significación de muerte en lo simbólico.
Los distintos trayectos de este análisis siguieron una dirección orientada hacia un "uno" que, como recuperación de un goce posible, luego de la separación, religa el cuerpo a partir del modo singular de vivir la pulsión, al modo singular de goce.
Este cuerpo real pudo advenir allí donde eran pliegues-repliegues, donde era un "entre", o "ello", dejando un resto, un punto de irreductibilidad, que es aquello que del no saber del inconsciente no se suple.

* Autorizado por la autora para su publicación en www.hipermodernidad.blogspot.com


** Ex AE de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) - Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL - Argentina)