11.2.05

El síntoma contraría la violencia globalizada *

Por Ana Ruth Najles **

Como lo afirma Jacques-Alain Miller, la noción de actualidad es una construcción [1], vale decir, que es del orden del artificio, del ‘arte del relato’: de modo que puede afirmarse que los medios masivos de comunicación fabrican dicha actualidad desde sus posiciones de poder. De esto resulta que, si bien no se puede psicoanalizar la actualidad, si se la puede leer, vale decir, interpretar. Cuando procedemos a dicha lectura se nos impone la evidencia de que el mundo global se rige por la ley del más fuerte, vale decir, por la violencia. El hecho de habitar en la sociedad caracterizada por el riesgo da como resultado un estado de inseguridad y de inquietud que se manifiesta en los seres hablantes por la generalización de la depresión y de la angustia a nivel global.

Cuando Jacques Lacan introduce los cuatro discursos como fundantes de todo lazo social, nos está diciendo que la sociedad no existe como entidad natural. Que sólo existe por el lenguaje que se pone en forma en un discurso. Y esos discursos son los que ordenan los distintos modos de gozar, o sea, los distintos ‘modos de vida’ de los seres hablantes, en tanto son los que enlazan a los seres hablantes entre sí.

Sabemos que en la actualidad la ciencia, por su ideal de universalidad, con su brazo tecnológico fomenta el mercado global. Esto es lo que hizo que Jacques Lacan postulara su concepción de "el niño generalizado" [2] como el producto del mercado global: para todos el mismo goce-Uno. Esto implica la segregación de lo diferente y, por lo tanto, del ser hablante, ya que cada ser hablante es singular. Nos encontramos, entonces, con el imperio del individuo como objeto de consumo del mercado, es decir, en los términos de Lacan, como objeto plus de gozar, como gadget.

En "El Otro que no existe y sus comités de ética" [3] Jacques-Alain Miller afirmaba que "la particularidad forcluída de su lugar tribal natural retorna en el seno del universal mismo bajo la forma de segregaciones múltiples’. Vale decir, que dicha particularidad retorna en las así denominadas minorías (residentes ilegales, refugiados, gays, anoréxicas, discapacitados, negros, judíos, musulmanes, mujeres golpeadas, madres solteras, etc.)

Podemos afirmar que el goce segregativo reinstala en lo real la diferencia que la homogeneización científica del mercado tiende a borrar. Jacques Lacan decía que: "el niño generalizado, producto de las vertientes modernas de la segregación, segrega a su vez la muerte misma".

Lo que podemos traducir como el rechazo de la castración freudiana o, en nuestros términos, como "todo es posible", o "el goce Uno-Todo es posible".

En nuestra conceptualización esto equivale a postular la ruptura del lazo social como tal ya que éste sólo se monta sobre un imposible que funda cada discurso.

Poco después de su conceptualización del ‘niño generalizado’, Lacan postuló en el Seminario XVII que todo lo social -empezando por la fraternidad [4]- y todo lo que existe en la sociedad se basa en la segregación, es decir, que se efectúa en nombre de algo que es producido, separado, desprendido -el goce de cada uno como absoluto, el goce del Uno- por el bien común. Es decir, que la fraternidad supone estar separados, juntos; separados del resto (narcisismo de las pequeñas diferencias en Freud). Es así que la identificación al S1 produce el grupo social por la identificación entre sí de todos aquellos que pierden algo a partir de identificarse al mismo ideal o causa común. Por lo tanto, el discurso del amo promueve el igualitarismo, en tanto segrega el modo de satisfacción de cada uno. Al decir de Jacques-Alain Miller en su curso del año 2002/03 -Un esfuerzo de poesía-, Lacan llamó a este igualitarismo la "canallada moderna". Miller nos recuerda que Gustave Flaubert planteaba que la idea democrática de igualdad promueve todo lo que alguien debe decir en sociedad para ser un hombre conveniente y amable (es decir, un hombre de puro semblante). Este es un movimiento que, por ende, va en contra de los grandes hombres, de los hombres excepcionales.

En sus cursos del 21 y del 28 de enero de este año Miller desarrolla la importancia que tiene el discurso universitario -situado por Lacan como el discurso del amo moderno en su Seminario XVII- en todo este proceso. Ya que... ‘la operación escrita por Lacan para indicar un movimiento civilizador supone el dominio del goce por el saber’, lo que oculta la decisión misma de instaurar el significante como amo del goce. Miller dice que se trata, pues, de... ‘dominar las emociones y los gustos individuales (fumar, tomar, comer, etc....), la singularidad de la experiencia, por medio de un aparatito de saber ultra-reducido’.

A partir del momento en que cada uno cuenta con el saber sobre los riesgos de cada uno de sus ‘gustos’, se trata de que estaría dispuesto a cederlos en nombre de la propia salud, cobrando así la vida misma un valor absoluto.

El producto de esta operación.. "es el de transformar a cada uno en ‘el hombre sin cualidades’ (en referencia al libro de Robert Musil), en un hombre cuantitativo, esperando que cada uno se unifique con el significante amo, que se colme el abismo entre el sujeto tachado y el S1".

Es así que el problema actual de nuestras sociedades es que la democracia ha terminado por transformarse en la dictadura de lo mismo. Imponer un mismo goce para todos no se logra sin violentar a cada uno.

De modo que la violencia, en tanto obligación de un mismo goce para todos, es lo que se opone al síntoma como modo singular de goce; como modo singular de hacer lazo. La violencia es lo que contraría al amor, vale decir, al síntoma en tanto suplencia de la no-relación entre el significante y el goce.

Como lo indica Freud en el texto "El por qué de la guerra": "si la aquiescencia a la guerra [podemos sustituir el término "guerra" por el de "violencia"] es un desborde de la pulsión de muerte [es decir, del odio] lo natural’ será apelar a su contraria. Todo cuanto establezca ligazones de sentimiento entre los hombres, no podrá menos que ejercer un efecto contrario a la violencia [guerra])".

Para Freud, tales ligazones pueden ser de dos clases: por amor o por identificación. Freud también habla en este texto del entrelazado -en los actos violentos- de aspiraciones destructivas con otras eróticas o ideales que facilitan su satisfacción. En un acto de guerra es fácil verificar esta aseveración: por ejemplo la guerra contra Irak es planteada por Bush, como un acto de amor hacia los ciudadanos iraquíes tiranizados por S. Hussein y hacia el pueblo norteamericano que sufrió el atentado del 11/9/01.

Sabemos que no es posible separar amor de odio. El odio se dirige siempre a aquellos que se satisfacen de manera diferente, de manera inalcanzable. Es decir, hacia el que no es próximo, hacia el extraño, hacia el extranjero -hacia el éxtimo- en tanto se lo supone poseedor de un modo de gozar distinto al de uno y del que uno carece.

Podemos pensar en este punto la función de la invidia de la que nos hablaba Jacques Lacan en el Seminario XI, en la clase del 11-3-64 cuando la relaciona con el objeto a mirada: "Para comprender qué es la invidia, en su función de mirada no hay que confundirla con los celos. El niño, o quien quiere, no envidia forzosamente aquello que apetece. ¿Acaso el niño que mira a su hermanito todavía necesita mamar? Todos saben que la envidia suele provocarla comúnmente la posesión de bienes que no tendrían ninguna utilidad para quien los envidia y cuya verdadera naturaleza ni siquiera sospecha... Esa es la verdadera envidia. Hace que el sujeto se ponga pálido ¿ante qué? -ante la imagen de una completud que se cierra, y que se cierra porque el a minúscula, el objeto a separador al cual está suspendido puede ser para otro la posesión con la que se satisface, la Befriedigung".

Si el "mercado consumidor" es consumidor de individuos, cuando proliferan los gadgets montados en la función de la mirada muestran el secreto del lazo social: el "dar a ver" no sólo es signo de lo que se posee sino indicador de aquello de lo que se carece. Existe un empuje consumista que induce invidia y desencadena la violencia globalizada, mostrando en el exceso de productos lanzados al mercado no sólo un rasgo determinante de la condición humana, sino -asimismo- un rasgo diferencial del merchandising -parafraseando a Lacan-: promover la posesión de bienes que no tendrían ninguna utilidad.

Todo lo anterior indica que, en el mejor de los casos, estos son tiempos de angustia, ya que ésta funcionará para un parlêtre (y ya no un individuo) como señal de la amenaza de la ruptura del lazo que esta violencia globalizada ha desencadenado. Y es por ello que la angustia, en cuanto afecto de lo real, es el instrumento con el que opera el analista para volver a poner en forma el discurso en tanto único aparato que da lugar al síntoma como lazo social. Es decir, que el modo con el que contamos los psicoanalistas de contrariar la violencia globalizada es orientarnos por esta salida singular del síntoma.


* Autorizado por la autora para su publicación en www.hipermodernidad.blogspot.com
** Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) - Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL - Argentina)

Notas

1. Jacques-Alain Miller, Curso de la Sección clínica de París, "Un effort de poésie", del 12/3/03.
2. "Discurso de clausura de las Jornadas sobre las psicosis en el niño", 1967. Analyticon N° 3, Ed. Correo-Paradiso, Barcelona.
3. "L'Autre qui n'éxiste pas et ses comités d'éthique", curso inédito dictado con Eric Laurent en la Sección Clínica de París en 1996/97.
4. Seminario XVII, El revés del psicoanálisis, cap. IV. Ed. Paidós.


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