30.3.05

PSICOANÁLISIS Y CIENCIA: El vacío del sujeto y el exceso de los objetos *

Por Eric Laurent **

¿El psicoanálisis es una ciencia? ¿Cómo se inscribe entre las ciencias? Estas preguntas cruciales se repiten en la enseñanza de Lacan. A medida que se repiten reciben distintas respuestas. No vamos a considerarlas a todas -no nos proponemos ser exhaustivos. Vamos a centramos en un solo punto: cómo Lacan pone en cuestión, en nombre del psicoanálisis, el clásico postulado epistemológico que pretende definir una ciencia por su objeto.


Cuando Lacan interviene en el psicoanálisis, éste es el objeto de un vivo debate: ¿el psicoanálisis es una ciencia de la naturaleza o una ciencia de la cultura? La escuela psicoanalítica húngara, con el etnólogo Geza Roheim y el biólogo Michael Balint, está especialmente dividida por este tipo de debates. Con la aventura de W. Reich, los vieneses encuentran otra manera, más política y social, de explorar los postulados científicos de la disciplina freudiana. Desde los años veinte hasta su muerte, Freud no cesó de definir el psicoanálisis a partir de la civilización y su malestar. Sin renunciar de ninguna manera al carácter oscuro (1) de la pulsión, con un pie en la biología y un ala en la gramática, Freud mantiene abierta la perspectiva transindividual del psicoanálisis. El pasado y el presente de modos colectivos de organización -religión y política- son para Freud indisociables del psicoanálisis, cuya misión curativa es más global que individual. La paradoja de su modo operatorio, en el caso por caso, sólo es aparente.

Al final de los años treinta, Lacan establece su punto de partida epistemológico en dos textos, uno de 1936 y el otro de 1938. En "Más allá del principio de realidad", propone el término de "complejo" como "lo más concreto y lo más fecundo que ha sido aportado en el estudio del comportamiento humano, en oposición al concepto de instinto, que se había revelado hasta ahora en ese dominio tan inadecuado como estéril" (2). Dos años más tarde, en "Los complejos familiares" agrega que, en esta oposición se reconocía, "traducido en términos psicológicos [...] ese carácter esencial del objeto estudiado: su condicionamiento por los factores culturales, a expensas de los factores naturales" (3). Este "a expensas", hoy parece ser el término clave. A Lacan le repugna considerar una de las ramas de la alternativa cultura/naturaleza y al contrario propone, mantener la predominancia de la relación al semejante en la medida en que el hombre es, de entrada, un animal "desnaturalizado", exilado de la felicidad de la unión con la naturaleza por la miseria vital de sus primeros años. Esta primera proposición tiene numerosas repercusiones; por nuestra parte nosotros nos limitaremos a interrogar esta separación absoluta entre las ciencias de la naturaleza y las de la cultura, para determinar el objeto del psicoanálisis. En este punto probablemente ya encontraremos las premisas de eso que Lacan establece en su texto de 1965, "La ciencia y la verdad", avanzando en una dirección diferente cuando formula que "la oposición de las ciencias exactas a las ciencias conjeturales no se puede sostener más" (4) actualmente.

De esta manera, desde su entrada en el psicoanálisis, Lacan pone en peligro el confort intelectual de aquellos que creían que una vaga referencia a la biología bastaba y que cualquiera fuesen los progresos de esta ciencia y sus desplazamientos, el modelo Bruckel Helmholtz adoptado por Freud al inicio de su obra era suficiente para mantener el anclaje del psicoanálisis en la ciencia. En todo caso, vemos que el punto de vista de Lacan, en ningún caso se puede reducir a una proposición culturalista, pero que consiste más bien en una subversión de todo el mito de la naturalidad en el seno del psicoanálisis.

El paso decisivo de los años cincuenta, al que J-A. Miller ha llamado "la hipótesis de Lacan sobre el inconsciente", la definición del inconsciente como estructurado, ya no por el complejo o por la imago sino "como un lenguaje", radicalizará la cuestión epistemológica. A partir de ahí el horizonte científico del psicoanálisis se deberá buscar en los saberes producidos por la formalización de los discursos: lenguajes y lógicas. Hasta el punto, siempre actual, que ciencias exactas y ciencias conjeturales -según la terminología propuesta por Lacan- se unen.

Nos limitaremos hoy a formular dos observaciones sobre el desarrollo epistemológico de Lacan. El primero se refiere al modo de vida introducido por lo que Lacan llama el sujeto de la ciencia. El segundo, a la relación que mantiene el "sujeto de la pulsión" con el exceso engendrado por los objetos producidos por la ciencia.

El sujeto de la ciencia y el vacío
Según una cierta corriente epistemológica, las ciencias sólo se pueden definir por la relación que ellas mantienen con el saber local que desarrollan. Para otras corrientes, es posible establecer, al lado de la pluralidad de las ciencias, la relación de la ciencia con el más allá de los saberes: la verdad.

Karl Popper y sus alumnos han sabido imponer una singularidad en el ambiente anglosajón, que se presentaba como desfavorable. Para Sir Karl, un enunciado es científico si una experiencia reglada lo puede invalidar. A la tesis según la cual la ciencia es un conjunto de afirmaciones sobre el saber, él ha opuesto esta otra: "es científico lo que puede ser calificado como falso". De esta forma situó la posición de la verdad en la ciencia. Para deducir enseguida que la ciencia persigue y lleva a su punto culmine la tarea de la ciencia del ser, y que la verdadera actividad filosófica de nuestro tiempo es la epistemología tal como él la practica.

También J. Lacan eligió considerar los lazos de la ciencia y la verdad, pero para deducir de esto algo muy diferente. De acuerdo con la epistemología francesa, tal como Bachelard y Koyré la han desarrollado, insiste en la discontinuidad radical introducida por la irrupción en el siglo XVI de la física matemática que ha establecido, después de Galileo, un nuevo régimen de la actividad científica en general. Las ciencias como actividad intelectual, existen desde antes: los cálculos de los astrólogos chinos, caldeos y egipcios, no han esperado el "siglo del genio", como tampoco los geómetras griegos. La física y la química china, capaces de producir bronce y cañones notables, además de la pólvora, asegurando así el éxito de los ejércitos del Imperio del Medio, no esperaron a la física matemática. Needlham supo demostrar, en sus estudios sobre la ciencia china, a qué punto la física y la química precediendo la ciencia tenían aptitudes experimentales.

Lo que estaba en juego con Galileo es muy diferente. A partir del momento en que se produce la conjunción de las preocupaciones de los poceros de Florencia con los cálculos matemáticos al margen de la voluntad del amo, la ciencia penetra en el mundo sublunar (5) de una manera que escapa a todo discurso que pretenderá dominarla. La ciencia no tiene ni siquiera necesidad de héroes o mártires para asegurar su expansión; aparentemente le basta con estar abierta a cualquiera que pase por sus escrituras. En su Galileo Galilei, Bertold Brecht ha cernido de manera notable el cambio profundo operado por la ciencia en las figuras tradicionales del gran hombre.

Lacan acepta pero para radicalizarlo. El "corte epistemológico" de la epistemología francesa, que había quedado atascada en la tarea de explicar el nuevo estatuto de la ciencia en este mundo –para explicarlo se había quedado demasiado pegada a la reducción por la cual cada ciencia define su objeto. En efecto, la epistemología se asegura que ninguna ciencia sea ciencia de todo, describiendo su lenta reducción desde el enorme campo al cual se ha confrontado en el inicio, hasta obtener un objeto limitado.

En los términos mismos de Bachelard, la ciencia va de lo complejo a lo simple, y Koyré ha mostrado que la definición del objeto de la física supone la invención de un concepto nuevo: la aceleración, así como la definición de un nuevo movimiento, el movimiento acelerado uniformemente. Si bien Lacan recibe favorablemente los resultados obtenidos por esta proposición, la considera insuficiente y la cuestiona de forma explícita en 1965: "porque que yo sepa [esta epistemología] no ha dado cuentas plenamente por este medio de esta mutación decisiva que por la vía de la física ha fundado la ciencia en el sentido moderno, sentido que se plantea como absoluto" (6).

A la diversidad de los objetos en juego en las diferentes ciencias, Lacan opone "una modificación [radical] en nuestra posición de sujeto, en el doble sentido: que ella ahí es inaugural y que la ciencia la refuerza siempre más" (7). En 1964, Lacan se pregunta que sería una ciencia que pudiera incluir al psicoanálisis. El año siguiente, hace un paso hacia esta inclusión al avanzar el concepto de "sujeto de la ciencia".

Su punto de partida consiste en reconsiderar el cogito cartesiano, definido como momento de "desfiladero de un rechazo de todo saber". El término de rechazo toma todo su peso porque Lacan lo utiliza para la psicosis, por otro lado, a lo largo de su enseñanza ha resaltado las relaciones entre la ciencia y la psicosis. Esto no implica confundirlas sino que la psicosis y la ciencia tienen el mismo modelo que la neurosis obsesiva y la religión.

Lacan lee la primera meditación de Descartes como el rechazo del saber, que supone su reaparición en el ser del sujeto, bajo la forma del "yo soy", que ''pretende fundar para el sujeto un cierto amarre en el ser, de donde nosotros sostenemos que constituye el sujeto de la ciencia" (8). Lo que Lacan entiende por este término es un modo radicalmente nuevo de concebir el sujeto: como el producto de una operación que concierne estrictamente el saber.

Provisto de este "sujeto de la ciencia" Lacan ha podido releer el Freud de "El clivaje del sujeto y los procesos de defensa" y de "La pérdida de realidad en la neurosis y en la psicosis". En efecto Freud define el clivaje del sujeto como una operación que concierne el saber a propósito de la existencia del pene materno. De la estructura lógica del sujeto fetichista se deduce su lugar en el ser. "La pérdida de realidad en la neurosis y en la psicosis" establece el mismo movimiento, entre rechazo y anclaje. Freud subraya, lo que se pierde en la psicosis no puede ser distinguido de lo que vuelve a este lugar. Los fenómenos negativos no son más que un tiempo de los fenómenos productivos.

La división, así considerada, a partir del rechazo ha permitido a Lacan desestimar una cierta lectura del término "realidad psíquica" en Freud. Esta lectura consistía en oponerla a la realidad "perceptible" por el sistema percepción-conciencia, de tal manera que bastaría con rectificar la relación del sujeto a su realidad psíquica, entendida como los fantasmas, para que acceda a la realidad tal como es y como nos informan los sense data. El marco fundamental del sujeto no es la percepción de algo que ya estaría presente, sino más bien de algo que viene al lugar de eso que ha sido puesto en duda, rechazado. Ese marco está hecho de lo que fue bejahgt, admitido, y de lo que fue rechazado, aussgestossen, de acuerdo con los términos que Freud emplea en "Die Verneinung". Lo real de la posición del sujeto, su lugar en el ser (acá admitiremos la equivalencia de dos formulaciones, aunque las discutamos) dependen, no de la positividad de una percepción, sino de un movimiento de rechazo previo. Esto no implica confundirlos.

En esta lectura de Freud, el lazo entre ciencia y psicoanálisis se funda en la identidad de la operación del "sujeto de la ciencia" y del sujeto del inconsciente. El inconsciente psicoanalítico, fundado en la división del sujeto, nunca podría haber surgido antes de la experiencia científica. El hombre del humanismo renacentista, no conduce al psicoanálisis a pesar de su preocupación por el amor; es más vale el hombre pascaliano y la matematización de la experiencia humana por la conjetura de las posibilidades que nos conducirá al psicoanálisis.

El saber no se obtiene en nombre del hombre, sino en nombre del sujeto ligado a un saber que se demuestra que ya estaba ahí, de entrada. Para que se pueda creer en él, para que se crea en el inconsciente, será necesario que la ciencia descubra un saber ordenado, a un grado antes impensable. Lacan precisa su perspectiva en su "Nota italiana" de 1974. Lo que es crucial en la ciencia no reside en su modo de transmisión por el materna, sino en lo que se rehusa a éste, en eso que sin cesar se escapa y permite nuevas refutaciones. Lacan utiliza así el término popperiano de refutación, para anudar refutación y rechazo. "Creer que la ciencia es verdadera bajo el pretexto de que es transmisible (matemáticamente) es una idea propiamente delirante que cada uno de sus pasos refuta, rechazando a las viejas lunas una primera formulación. No hay de ese hecho ningún progreso que sea notable a no ser de saber la continuación" (9). Esta constatación da cuenta de la creencia de los verdaderos investigadores: para ellos el saber fue puesto en lo real, escrito en lenguaje matemático, por Dios mismo. Newton afirmaba leer el gran libro divino con su mecánica, de la misma forma que él habría leído el libro de Daniel. Contrariamente a lo que se ha creído durante un tiempo en el siglo XIX, no sólo los grandes físicos no son espontáneamente ateos, sino que además parece especialmente difícil que devengan ateos.

La razón del reconocimiento del psicoanálisis es su articulación, no con las creencias de los sabios, sino con el "sujeto de la ciencia". Freud no es el hombre de una época, aunque ésta fue cientista, sino un hombre de todo tiempo -para parafrasear a un Ben Johnson hablando de Shakespeare- en la medida en que, según Lacan, Freud ha anudado el inconsciente con el sujeto de la ciencia. Freud ha salido del impasse del espíritu vienés "fin de siglo" al inventar este concepto nuevo: el sujeto dividido.

¿Dónde se encuentra este sujeto? ¿Cuál es su modo de ser? Lo más contrario a la orientación lacaniana -título del curso de J. A. Miller- sería dar cuerpo al sujeto del inconsciente haciendo de él un homúnculo. El error, el "obstáculo epistemológico" contra el cual se han chocado las otras disciplinas antes del psicoanálisis, es pretender "encarnarlo", según el término teleológico que utiliza Lacan. Por ejemplo cuando, por considerar los grupos de permutación de un cierto número de enunciados que configuran la estructura de un mito, se les atribuye una mentalidad prelógica. Lo mismo sucede cuando el niño de Piaget, que pasa de una orientación topológica, en lo que concierne el mundo, a un espacio métrico, es calificado de la misma manera. Podríamos agregar el niño de la psicolingüística.

Es precisamente ahí en donde el sujeto ha estado lo más "desencarnado": en la teoría de los juegos, la lingüística y sobre todo la lógica, que ha tenido lugar un acceso a un saber nuevo. Es lo que Lacan llama, en 1965, la "marca del estructuralismo", es el rechazo de la encarnación del sujeto supuesto saber, que subsiste bajo un modo de presencia particular, cuya mejor aproximación es el teorema de incompletud de Gödel. El mentado teorema demuestra cómo en un sistema tan bien definido como la aritmética, habrá siempre enunciados verdaderos indemostrables. J-A. Miller ha propuesto, en 1964, el término de sutura (imposible) entre el saber y la verdad, para designar ese fenómeno.

La marca de la incidencia de ese sujeto en una disciplina dada, que propone Lacan, es "un modo muy especial del sujeto, para el cual sólo encontramos índice topológico […] [un sujeto] en exclusión interna a su objeto" (10). Ese sujeto producto de una verdad que se reserva al saber, surge reenviado como un alga que se choca contra las rocas en una cascada barroca. El psicoanálisis da acceso, en la cura, a una cierta práctica de ese sujeto, en la medida en que él adquiere en ella un estatuto ético. Lacan podrá decir en su "Acta de fundación" de 1964 "una práctica de la teoría es requerida, sin la cual el orden de afinidades que describen las ciencias que llamamos conjeturales quedará a la merced de una deriva política que se alza de la ilusión de un condicionamiento universal" (11). Bien que el psicoanálisis no admita otro sujeto que el sujeto de la ciencia, constata que el "para todos" que supone la aplicación de la ciencia produce en el amo la ilusión de un tratamiento universal. Mientras tanto la multiplicación de medios de cálculo por computadora permite tratar conjuntos cada vez más vastos. Esta ilusión de dominio provoca, en espejo, la ilusión del sujeto neurótico que lucha para "no ser un número" y para conservar su excepción, llevándola al colmo en la rabia narcisista o en la insurrección histérica, o también en el sabotaje obsesivo que aspirando a la paz del número, lo retoca sin cesar y se equivoca ritualmente en el cálculo.

El sujeto del inconsciente es para todos, pero los hechos del deseo y las respuestas del goce son singulares. Lacan, sirviéndose de la distinción de cuantificadores lógicos de lo universal y de lo existencial, lleva al extremo esta dialéctica hasta mostrar que no solamente el universal no implica que exista uno, sino también que la existencia es una objeción al para todos de lo universal. En lo que se refiere a la existencia del psicoanálisis esta dialéctica es llevada a su colmo.

La existencia del analista y el exceso de los objetos de la ciencia
En la "Nota italiana" de 1974, Lacan indica que Freud, creando la Asociación Internacional de Psicoanálisis, hace existir la función del analista en nuestro mundo. Hoy "hay analista (il y a de l'analyste)" en funcionamiento. Pero ¿existe uno, o sólo hay funcionarios del psicoanálisis, sirvientes de un misterio que los sobrepasa a todos? Para responder a esta pregunta, no vamos a partir de una definición ideal de la función, sino del resultado de su puesta en marcha, es decir del objeto a que se produce como desecho de la operación analítica, límite y punto de tope del dominio de aplicación de la función.

El psicoanálisis como práctica de la desidentificación, como ruptura por el desencadenamiento del sujeto del inconsciente de las identificaciones establecidas, produce un vacío y deja un resto en esta operación. Esta operación permite al sujeto psicoanalizante nuevas posibilidades. El saber sobre su goce que el sujeto produce le puede permitir dar el "soporte [en el fantasma] a las realizaciones más efectivas -y también a las realidades más atractivas" (12). Pero en el psicoanálisis, si es conducida hasta su fin, se trata de ir más allá, hasta el punto en donde se separan los objetos del fantasma y el ser del sujeto. Podemos ilustrarlo sirviéndonos del cuadro que aparece en la tapa del Seminario XI, "Los embajadores" de Holbein. No se trata de agregar un truco más en la estantería de atrás, sino de percibir la cabeza de muerto que está en anamorfosis en el cuadro.

En su Seminario "El reverso del psicoanálisis" cuatro años antes de la "Nota italiana", Lacan pone de relieve de una forma diferente el mismo punto en donde se cruzan la producción de los objetos para la ciencia y la producción del objeto para el psicoanálisis. En el capítulo XI, titulado "Los surcos de la alestósfera", partimos de una observación sobre los objetos producidos por la ciencia. La ciencia permite ver, no los objetos ya presentes previamente, sino los objetos que ella misma produce, resultados de su propia operación. Lacan toma partido decididamente por una epistemología racional que genera el desarrollo de la ciencia a partir de los resultados de su cálculo. La ciencia agrega objetos a lo real, de ahí el término que Lacan inventa opercibir, mixto de operar y de percibir. ¿Cómo el sujeto se liga a estas producciones ya que no lo hace por medio de los sentidos de la percepción? El ejemplo que toma es el de los astronautas. En el espacio, están amarrados a la tierra por ondas que alimentan permanentemente sus calculadoras y les permiten saber dónde se encuentran y lo que pueden hacer. De todas formas se limitan a mantener intercambios de palabras que son muy pobres en información. Esta participación de la voz les permite, dice Lacan, aunque no haya ninguna percepción de las ondas que pueblan el universo y que son producidas por la ciencia, "sostenerse el periné", o como se dice púdicamente, mantener la moral. A lo largo de su misión estarán seguros que son hombres y mujeres.

Tenemos entonces la siguiente secuencia: la ciencia fabrica el objeto onda y enseguida se encuentra la forma de unir el sujeto a este objeto gracias a la voz. Es eso que ella oculta con un completo engaño para mantener a este sujeto instituido. El psicoanálisis por su parte debe operar en esta rebotadura mediante el dar la voz por todos lados para mantenerse en las producciones que opera la ciencia. Ese es el saber que puede aportar el psicoanálisis en un mundo en donde el discurso del capitalismo, alentado hoy por la ciencia, expande lo que podemos llamar estos gadgets innombrables que ahogan la verdad del goce del sujeto.

Si el psicoanálisis puede proceder a contra pelo de este exceso de producción de objetos, sólo lo puede hacer siguiendo la vía del surco trazado por la ciencia. Es agregándose al mundo como el resultado de una operación que el psicoanálisis puede testimoniar del destino de la pulsión tal como él se elabora en un psicoanálisis. Se trata de obtener, más allá de la significación fálica, cómo la transmisión del atravesamiento del fantasma se puede hacer, fuera de sentido. En estas dos vertientes, la del vacío del sujeto de la ciencia y la del exceso de los objetos que ella produce, el psicoanálisis se confronta con el horizonte de su ética. Se trata para el psicoanálisis, de romper con lo imaginario como los matemáticos y luego los griegos han podido romper con la figura. El inventario de lo imaginario ya ha sido hecho. Lacan termina así su "Nota italiana": "El saber por Freud designado del inconsciente, es lo que inventa el humus humano para su perennidad de generación en generación, y ahora que ha sido inventariado, se sabe que da pruebas de una terrible falta de imaginación" (13). El agotamiento de los fantasmas es algo ya hecho. De ahí el deseo de "enganchar un órgano en el aparato". No de enganchar a las ondas un micrófono con una voz o una pantalla de televisión para alimentar al ojo, sino enganchar algo lógico en el dispositivo producido por el psicoanálisis.

La única prueba del efecto que el psicoanálisis produce sobre la manera en la cual una época vive la pulsión es de verificarlo por el resultado de un psicoanálisis. Es lo que determina el pase como experiencia y como dispositivo que debe contribuir al pase del psicoanálisis hacia la ciencia. El pase es la marca que permite verificar lo que un sujeto opercibe de lo sexual.


* "Psychanalyse et science: le vide du sujet et l'excés des objets", texto publicado en la revista Quarto n° 56, periódico trimestral de l'Ecole de la Cause Freudienne-ACF en Bélgica, diciembre de 1994. Publicado en Revista Lazos/4 – Nueva Serie – EOL Rosario.

** Miembro de la École de la Cause Freudienne (ECF - Francia) – Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Texto autorizado pero no revisado por el autor para su publicación en
www.hipermodernidad.blospot.com. Traducción libre de Marcela Errecondo.

Notas
1. N. de T.: en el texto en francés: au caractere "chauve-souris" de la pulsion; "chauve-souris" significa murciélago y se dice de algo que se mantiene en la oscuridad, que no está totalmente esclarecido. De ahí el juego de palabras: con un pie en la biología y un ala en la gramática.
2. J. Lacan, "Más allá del Principio de Realidad", Escritos 1, pág. 83, 14° edición en castellano, 2° reimpresión, Siglo XXI, Argentina 1988.
3. J. Lacan, "El complejo, factor concreto de la psicología familiar", La familia, pág. 13-14, Editorial Axis, Argentina 1975.
4. J. Lacan, "La ciencia y la verdad", Escritos 2, pág. 841, 14° ed., Siglo XXI, Argentina 1987.
5. N. de T.: figurativo de la Tierra
6. Ibidem, pág. 834.
7. Ibidem, pág. 834.
8. Ibidem, pág. 835.
9. J. Lacan, "Nota Italiana", Uno por Uno, N° 17, pág. 17.
10. J. Lacan, "La ciencia y la verdad", Escritos 2, pág. 840, 14° edición en castellano, Siglo XXI, Argentina 1998.
11. J. Lacan, "Acta de fundación", Escansión 1, Nueva Serie, pág. 10. Editorial Manantial, Buenos Aires, julio 1989.
12. J. Lacan, "Nota italiana", Uno por Uno, N° 17, pág. 17.
13. J. Lacan, idem, pág. 18.


21.3.05

La caída del Otro social y los efectos de segregación *

Por Sergio Linietsky **

Las ponencias precedentes tocaron explícitamente las cuestiones del alojamiento y la segregación. Es que nuestra práctica se dirige, necesariamente, a alojar al sujeto que deja afuera la confluencia de ciencia y capitalismo, de combinatoria y beneficio, sin la afectación del goce que se articula por la demanda.


Aceptar la demanda es aceptar las consecuencias que tiene sobre el viviente el lenguaje. Consecuencias de satisfacción y de insatisfacción. La segregación es no llevar la demanda a lo común de la comunidad. Este llevar la demanda a lo común de la comunidad es el estar, incluso el estar por ser. Es el cruce de lo singular con el lazo social. Si hay lazo porque hay demanda es que esta puede ser mutua y no querer saber de la demanda, desestimarla, es tratable en la medida en que el otro es aún humano. Aclaración necesaria en la época de los campos de concentración.


La caída del Otro social es una manera de nombrar el pasaje de lo uno de la paternalidad del amo, que reunía y pacificaba como propuesta de ideales a la multiplicidad que actualmente impera. En su Discurso de Clausura del Congreso sobre psicosis infantil, Lacan formuló que había el imperio, a entender el imperio del Otro del significante, que comportaba la sociedad patriarcal y que hemos pasado al plural, a los imperialismos, a la constelación de los significantes en su inconsistencia. Es un pasaje del Nombre del Padre a los nombres de goce. Así, el tejido social está hecho de tramas dispersas y de puntos singulares, de lugares de la demanda. Conviene tener presente que lo que se teje no son personas, sino las dimensiones que cada uno puede presentar. De la misma manera, lo que se segrega no son personas sino los modos propios de gozar, los síntomas.


La cuestión es cómo distinguir sin segregar. No estamos en la búsqueda de lo igual o lo mismo. Tampoco se trata simplemente de que para un individuo el Otro es otro individuo. Cuestionamos, con el sujeto dividido al individuo que se quiere Amo. Se trata de aceptar y localizar lo Otro de sí en cada uno. Lo que se presenta como singularidad y a lo cual es necesario hacer lugar es al estilo. Y el resultado con que cada uno va, hace el camino hacia su propio alteridad, es su síntoma. Ahora bien, con éste, no apuntamos a la inclusión, siempre más o menos cercana a la adaptación, sino a hacer ex-sistir esa singularidad.


Por otra parte, el dispositivo analítico integra la segregación como su propia exterioridad, puesto que el goce que no entra en él hace las veces de su real.


Lacan, en su discurso de clausura al Congreso sobre psicosis infantil convocado por Maud Manonni presentó a la segregación como un asunto respecto de las instituciones, en particular las psiquiátricas.


La cura en medicina es aproximativa. Si se hace de la salud un absoluto, el ser vivo tiende a ella como límite. La salud es imposible y siempre hay un resto de incurable. Lo que problematiza a la salud mental es, en primer lugar, cómo definirla sin que se reconozca, inmediatamente, el narcisismo y los prejuicios del que la define. Se recurre, entonces, a la normalidad, a la norma estadística. Pero ¿cuál es la desviación tolerable?


Por otra parte, ¿se puede distinguir así entre lo curable y su resto de incurable cuando se trata de la locura, si esta es justamente su indistinción? Es la dificultad propia de las instituciones de salud mental y lo que explica su propio enloquecimiento.

Hay enloquecimiento y pregunta eternizada: ¿hasta dónde el tratamiento?, pero también ¿qué es lo que lo valida? El psiquiatra se ha tranquilizado con la reducción de las manifestaciones de la locura debida a la intervención química, pero asegura que esto no es la cura, de la misma manera que lo formula para las adicciones. Quien pretenda otra cosa será un charlatán, y charlatana le parece la cura analítica.

¿Qué es lo que permite, a la vez, la consideración de la pluralidad de la clínica, en particular la de la locura, sin perderse en esa multiplicidad? La lógica del amo, cara a la institución, dice que lo que orienta es la norma de la normalidad, incluso la normalidad química.

Siguiendo la experiencia del psicoanálisis, los analistas decimos que lo que orienta es el síntoma, siendo otro real que el químico. Desde el siglo XIX se ha querido segregar el síntoma histérico con el pretexto de su simulación, el obsesivo con el de puro pensamiento, el perverso como categoría cuasi-policial y el psicótico como trastorno de la razón, de los humores o del sistema nervioso. En una oposición de la locura con la razón y de la ficción con la realidad, no se ha visto en el síntoma un modo de gozar, un real que resuelve, a su modo, el mal encuentro, el mal-estar de lo viviente en el lenguaje.

El problema de la locura es uno con el de la libertad si esta, en último término es el rechazo de toda ley, aún la del propio deseo. Las instituciones de salud mental son un caso de las instituciones humanas en general que están ahí para refrenar el goce loco de la libertad. Pero, justamente, no se trata de refrenar sino de Otra Cosa, de hallar un límite interno. Es necesario distinguir entre límite y barrera. Una barrera es un forzamiento que opone ley y deseo. Un límite, por el contrario, es lo que estructura un campo y da sus condiciones de posibilidad. Así, la cura imposible es el límite que crea el campo de la medicina. Si no se hace por los lazos, el límite de la libertad será la locura misma.

Freud descubrió como límite que el encuentro con lo sexual es siempre traumático. Nada nos prepara, ni puede prepararnos para él puesto que constituye un agujero en lo transmisible como lenguaje. Inversamente, hay lenguaje distinguible como disyunción entre significante y significado, como rodeo de este agujero. Esta situación inevitable del hablante respecto del agujero de lo simbólico hace que todo lo que se dice, lo que se hace, sea una posición de goce.

Ahora bien, el encuentro con este agujero que ya está ahí es contingente y su modo de resolución siempre en fracaso, puesto que se puede cernir como agujero pero no hacerlo desaparecer. Esta resolución es lo que llamamos síntoma y comporta la ley del goce de cada uno.

Por otra parte, este agujero se vuelve patente en las reglas sociales por el salto a dar cada vez entre su enunciado y su aplicación. Es lo que hace necesario al juez que interpreta, además del legislador que enuncia. Encontramos aquí una cercanía posible entre el sujeto del psicoanálisis y el del derecho, en la medida en que este alcanza su singularidad como caso. Si la ley se plantea como universal y necesaria, su aplicación está "sujeta" a la contingencia. El hombre propone y lo real dispone.

En esta confluencia con el discurso del derecho está también la pregunta por la libertad. Cooper y Laing denunciaron a la institución psiquiátrica en tanto isla para los locos, ghetto segregativo, oponiéndole la libertad. Pero no es cuestión ni de segregación ni de libertad sino de hacer lugar al sujeto particular de la palabra para que pueda, portado por ella, llegar a ver lo que en el miedo o el terror lo silencia.

* Trabajo presentado en el Panel de Cierre de las I Jornadas del Programa Interdisciplinario de Investigación en Salud Mental "Clínica e Intersecciones en el campo de la Salud Mental" radicado en el CEI-UNR - Centro de Estudios Interdisciplinarios de la Universidad Nacional de Rosario - 29 de junio de 2004.
** Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) – Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL – Argentina) - Texto autorizado por el autor para su publicación en www.hipermodernidad.blospot.com



10.3.05

Interrogar a la Ciencia

Por Adriana Abeles *

Planteo un recorrido en relación a la consideración de una de las variables de las que depende la continuidad del psicoanálisis en el siglo XXI: la posición del psicoanálisis respecto de la ciencia.
A partir de la consideración de que la posición del psicoanálisis respecto de la ciencia intervendrá en el destino del psicoanalisis es necesario revisar que es lo que dejamos dicho al hacer referencia a la ciencia. Se usa a la ciencia y se la rechaza: Interroguemos el inconveniente de esta posición.
Recordemos algunos fragmentos de las conferencias de Lacan en EE. UU, conferencias de las que podemos extraer una enseñanza por su contenido y con su estilo.
En uno de los párrafos de estas Conferencias hace referencia a cómo nace el psicoanálisis, diciendo que nace de la medicina y que no es una ciencia. Textualmente dice Lacan: "Freud decía que hacía ciencia pero él hizo una suerte de construcción. Estaba en vías de la producción de una cierta práctica, que puede ser caracterizada como la última flor de la medicina. Esa última flor encontró refugio aquí, porque la medicina tenía tan numerosos modos de operar, un repertorio previo a su ejecución, reglados como papel para música, que ella debía tropezar con el hecho de que había síntomas que no tenían que ver con el cuerpo sino sólo con el hecho de que el ser hablante estaba afligido, afectado, mortificado por el lenguaje". Lo que hace síntoma, que coincide con la estructura, es la mortificación, es decir, esta posición del lenguaje mortificando. Dice que Freud en relación a los síntomas, habla del sentido o la significación, más que de su causa. Esto viene a través de una pregunta, y él contesta: "Esto es precisamente lo que ha introducido Freud. Es por ello que yo destaco la cuestión de la lectura que Freud hace en ese sentido. Lo que es divertido es que eso no se logre, que siempre hay algo de sorpresa, precisamente porque nosotros pensamos que la ciencia sólo tiene que ver con lo real. Pero lo real, tal como nosotros hablamos de lo real -con lo cual lo diferencia de lo real de la ciencia- está completamente desprovisto de sentido. A eso llamo lo real -a lo que está absolutamente desprovisto de sentido-. Podemos estar satisfechos, estar seguros que tratamos algo real sólo cuando ya no hay ningún sentido en juego, cualquiera que sea. No hay sentido porque no es con palabras que escribimos lo real. lo real, lo escribimos con letras. Las construcciones lógicas he dicho que las considero psicóticas (por eso soy un psicótico)". Hace varias intervenciones en relación a la ciencia, y dice: "Hasta el momento todo lo que ha sido producido como ciencia es no verbal, es decir, se maneja con letras". Habla del estatuto en la ciencia de Galileo, De Newton, como que a partir de allí contamos con la ciencia moderna. "La ciencia es lo que se sostiene en su relación a lo real gracias al uso de letras". Y dice respecto del camino de formalización del psicoanálisis: "Las fórmulas son una tentativa de imitar a la ciencia, pues creo que la ciencia sólo puede comenzar así. La ciencia es lo que se sostiene en relación a lo real gracias al uso de letritas". Le preguntan sobre este camino de la matemización, y contesta: "Yo no he dicho matematizar todo, sino comenzar a aislar un mínimo matematizable". Dejemos dicho que el real de la ciencia es el número y el real del psicoanálisis lo real del inconsciente.
Retomando la consideración de que se usa a la ciencia y se la rechaza, pues a menudo hay una enunciación de rechazo en los trabajos psicoanalíticos, preguntemosnos: ¿Qué decir de los gadgets y la sexualidad en este siglo?
Lo que se escribe en la ciencia es respecto del goce del Otro por eso vuelve, y vuelve de la mano de la ciencia, es decir: vuelve feroz. Digamos que no hay manera de sustraerse a los ideales ya sea que tomemos como punto de partida el goce del Otro o lo que la cultura transporta del goce del Otro. La ciencia escribe un goce, el más feroz. No se puede no pasar por la cultura por lo tanto no hay modo de no confrontar con el goce del Otro qué la ciencia usa y reproduce.
Resulta de interés recordar que Freud tenia una posición donde, por un lado, promueve a la ciencia ya que quizo introducir al psicoanálisis como una de las especialidades de la ciencia médica. Recordemos que al mismo tiempo junto con esto, hace pasar a la sexualidad como noción al campo de la ciencia. Es decir Freud junta la sexualidad y la ciencia por ejemplo con la ciencia de los sueños y del inconsciente. Dice Lacan en otra conferencia: "La sexualidad freudiana tuvo a bien presentar que en lo que tiene que ver con el sexo siempre hay algo errado. El yerro mismo puede ser definido como lo que es sexual en todo acto humano. Freud ha indicado perfectamente que un acto fallido tiene siempre que ver con el sexo. El acto fallido por excelencia es el acto sexual".
Resulta de interés recorrer la antedicha operación freudiana para interrogarnos acerca de cual es el punto de separación que se ha producido en la época actual.
La sexualidad es uno de los campos más sintomatizados en este siglo. La sexualidad y la ciencia están más cerca que nunca y la sexualidad mas sintomatizada que nunca. Digamos que lo que se ha sintomatizado es el goce del Otro, es decir lo que la ciencia pone, no lo que el amo pone. Es necesario ganarlo para el camino hacia la constitución del síntoma en análisis, es decir singularizarlo ya que los goces que impone la ciencia son masivos, estos goces vienen de una pura escritura: la escritura de la ciencia. La ciencia con un sujeto forcluído va hacia la masificación vía el discurso capitalista. Aún cuando la ciencia impone un goce o por el hecho de imponerlo deja a las personas desprovistas del goce propio no está claro que haya otro camino. Entonces digamos que lo que la ciencia pone es necesario sintomatizarlo, singularizarlo.
Hay una permanente referencia a los gadgets como objetos producidos por la tecnología derivada de la ciencia. Nunca hemos estado tan rodeados de tantos objetos como en este siglo. Es interesante hacer referencia que dichos gadgets no provienen del goce fálico sino del goce del Otro e implican una acumulación de goce, un máximo fracaso del plus de gozar. Pero asimismo es importante ubicar que hacen funcionar un equivalente del plus de gozar. Ubiquemos al plus de gozar como un goce en mas que anota un goce en menos, es decir respecto del goce que es necesario que no. Hay una paradoja de la época actual con la intermediación de los ideales a través de estos objetos que –no anotan menos como el plus de gozar– tienen el estatuto de señuelos, nada impide que la vida se prenda de estos señuelos.
Los ideales, la cultura y la ciencia en el siglo encuentran un anclaje. Los ideales ocultan y muestran a que se engancha la vida.
Tenemos que contar con que a veces el goce del Otro hace estragos. Pero también tenemos que contar con que la vida ya optó por lo ciencia, no hay modo ya de deshacer esto por lo tanto tenemos que decir que el futuro del psicoanálisis depende de lo que hagamos con la alianza de la ciencia y la vida, alianza que parece es irreversible.
Ya la vida y la sexualidad no se reproducen sin los productos de la ciencia. La vida se prendió de la ciencia, no hay más que seguirla a la vida. Digamos que pasó con la reproducción. Estamos acostumbrados a referirnos a como la ciencia interviene en la reproducción, por ejemplo en la reproducción asistida. Pero consideramos que tanto la reproducción asistida es efecto de la ciencia como que tenemos que considerar también que la vida se prendió a la ciencia.
La vida no quiere deshacerse de la ciencia, hay un enlace irreversible por ejemplo también con los gadgets. Estos no son meros testimonios del fracaso del plus de gozar, estos objetos tienen una función auxiliar de la causa que no puede suprimirse ya.
La alianza de la ciencia y la vida hace que haya formas supletorias de la causa. La vida se deja engañar siempre y en todo terreno. La vida va más a lo que se parece a la causa que a la causa misma. Hay aquí una diferencia respecto de lo real, una relación a lo imposible. La relación la determina la estructura del goce del Otro, esto no es accidental.
La ciencia también sale de la vida y la vida vuelve a mantenerse por los gadgets aunque tenga que soportar que se les imponga los goces masificantes del consumo, no los singulares.
Recordemos que la pulsión de muerte es el modo que tiene la vida de entrar.
La vida participa de las palabras y de lo que está fuera de las palabras. La ciencia como goce del Otro está fuera de las palabras pero también participa de las palabras. Hay un cruce entre el fuera del lenguaje de la vida y el fuera de las palabras de la ciencia. Interroguemos el cruce entre la escritura de la ciencia y la escritura respecto de la vida, es decir lo que está por fuera de la palabra de la vida y por fuera de la palabra de la ciencia.
Para concluir reiteremos que no se puede no pasar por la cultura, no hay modo de no confrontarnos con el goce del Otro, no hay modo de no confrontarnos con los ideales.
Ubiquemos que para el hombre de este siglo en vez del destino en la cultura, destino en el sentido de designio están los objetivos del mercado. Mas que rechazar a la ciencia –que sería quedarnos sin destino– resulta de interés que nos ocupemos de interrogar el modo canibalístico que toma el mercado en éste momento. Tomando en cuenta también que el hecho de que la ciencia a través del mercado impone goce no deja de ser una cuestión de la cual debemos ocuparnos los psicoanalistas.


* Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) – Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL – Argentina)
Texto autorizado por la autora para su publicación en www.hipermodernidad.blogspot.com

9.3.05

Cuerpo y erótica del padre en la perè-version enlazada a la perversión

Por Walter Leone *


El cuerpo se introduce en la economía
del goce por la imagen del cuerpo.

Jacques Lacan
"La Tercera"


Cuerpo y versión del padre enlazada a la perversión será el tema a desarrollar.
La perversión, se presenta como un modo de suplir el vacío estructural. ¿Qué decir del parlètre que ante la falta a nivel de la estructura responde de esta manera? Para contestar este interrogante diré a modo de introito que el sujeto es respuesta de lo real y también que allí se pondrá en juego una elección forzada. Por otro lado, hablar de parlètre es plantear la noción de sujeto más el cuerpo y, por lo tanto, remite a un período de Lacan donde predomina lo real en su enseñanza. Siguiendo en esta línea, de lo que se trata es de un cuerpo afectado a una condición de goce.


Lo imaginario como forma
Lacan aborda el tema del cuerpo en el Seminario I a partir de lo que se conoce como el esquema óptico. Allí, el jarrón que está por debajo y dentro de la caja corresponde al registro de lo Real, lo Imaginario se da a nivel de la imagen real y la imagen virtual. Finalmente, lo Simbólico en el espejo plano, A, Otro. Depende de como esté ubicado el ojo es que lo imaginario, la forma del cuerpo se constituye. Lo nodular de la experiencia es colocar el espejo plano para poder ver la imagen virtual de la imagen real. En la imagen real vamos a tener un yo corporal –cuerpo propio o sentimiento de sí para Freud-, mientras que en la imagen virtual de la imagen real tendremos un yo libidinal que coloca al sujeto, dice Lacan, en relación imaginaria y libidinal con el mundo en general; a lo que agrega: en efecto, de eso se trata: de la relación entre la constitución de la realidad y la forma del cuerpo. (1)
El nuevo acto psíquico que formula Freud tiene que ver para Lacan con aquel momento particular en el cual el sujeto se anticipa a la maduración por intermedio de una Gestalt; cito: una exterioridad donde sin duda esa forma es más constituyente que constituida [que] simboliza la permanencia mental del yo al mismo tiempo que prefigura su destinación enajenadora; e insiste: la sola visión de la forma total del cuerpo humano brinda al sujeto un dominio imaginario de su cuerpo, prematuro respecto al dominio real (…) Es ésta la aventura imaginaria por la cual el hombre, por vez primera, experimenta que él se ve, se refleja y se concibe como distinto, otro de lo que él es: dimensión esencial de lo humano, que estructura el conjunto de su vida fantasmática. (2)

Más allá de lo especular
¿Dónde ubicar el goce en el Estadio del espejo? Precisamente, cuando en dicha experiencia el sujeto que se adelanta a la maduración expresa cierto júbilo. Para M. H. Brousse, el júbilo puede leerse como un signo de goce. Cabría decir que es anterior al goce del cuerpo imaginario tal como Lacan lo formula una vez puesto en juego el estadio del espejo que posibilita al sujeto la constitución del yo. Entonces, el cuerpo se introduce en la economía del goce por la imagen del cuerpo. (3)
A partir de que el sujeto constituye la forma corporal el conjunto de su vida fantasmática se estructura. Tomado por lo simbólico y lo imaginario se da un cuerpo y también constituye allí su realidad fantasmática, su complemento de ser. Éste, involucra al objeto "a". La referencia a Miller es inevitable: sólo concuerdan con el sujeto del significante perdiendo toda sustancialidad, a condición de estar centrados por un vacío: el de la castración. En cuanto son oral, anal, escópico, vocal, los objetos rodean un vacío y es por ello que lo encarnan de diversas formas (...) Están especificados de alguna materia (…) en tanto vacía. Y es por esto que el objeto "a" es (...) una función lógica, una consistencia del cuerpo bajo la forma de diversos desechos. (4)
El sujeto se fabrica un ser de goce y notamos cómo se articula el cuerpo en los tres registros: Simbólico –el significante "marca" al organismo-; Imaginario –en tanto de lo que se trata en definitiva es de una consistencia corporal- y Real porque el organismo al ser afectado por esa primera marca que introduce el significante, constituye a lo real como imposible instituyendo, al mismo tiempo, un cuerpo mortificado por el significante. Hay evacuación de goce pero también la emergencia en términos pulsionales de un plus.
Recordemos cómo Lacan presenta el discurso amo, constitutivo del inconsciente. En primer lugar plantea cuatro lugares que siempre permanecen fijos. Así, en la primera proporción izquierda tenemos en el numerador el lugar del agente y en el denominador el lugar de la verdad. En la segunda proporción, en el numerador el lugar del Otro y en el denominador el de la pérdida o la producción. Los matemas son aquellos que irán circulando en torno a las agujas del reloj para formar los otros discursos restantes: el discurso histérico, el discurso del analista y el discurso universitario: cuatro modalidades de tramitación del goce que posibilitan el lazo entre seres hablantes.
En el discurso amo -que es el que nos compete en este caso-, tenemos en el numerador de la primera proporción al S1, en el denominador al $.

S1 / $

En la segunda proporción, al S2 en el lugar del Otro y al a en el denominador.

S2 / a

Hay tres vectores que determinan el sentido de circulación de los matemas.
El primero, parte del lugar de la verdad donde se halla $ hacia arriba, lugar del agente y que encontramos el matema S1. Siguiendo este sentido, el segundo vector va del lugar del agente -S1-, al lugar del Otro, S2.
Por último, el vector que irá desde el lugar del Otro, S2 al lugar de la producción o de la pérdida, a. Hay una doble barra entre el denominador de la primera proporción -lugar de la verdad donde se aloja el sujeto, $- y el denominador de la segunda proporción -lugar de la producción o de la pérdida donde se aloja el a. Esa doble barra allí está para indicar la no relación entre ambos términos:

$ // a

Por otro lado, ambos términos en cuestión son los que conforman el matema del fantasma:

$ <> a

El discurso amo connota una operación por la cual el viviente se da un cuerpo. Esto involucra al S1 en tanto primera marca que recibe el sujeto –gloria de la marca para Lacan- y también al objeto a como producción de un plus de gozar.
En este sentido, ante la falta a nivel de la estructura, que es falta de goce, el sujeto se crea un modo de gozar y también se inventa un Otro que sería causa de su Ser, S2. Puede deducirse cómo para Lacan este matema que escribe S(A/) da cuenta de aquello que posibilitará que el ser hablante pueda apropiarse del campo del Otro.
El S1 viene a representar al $, es marca que hace surgir al mismo, lo que permite pensar al sujeto como respuesta de lo real. El S1 es el significante que interviene sobre el S2. Aquello que representa al sujeto -S1- es lo que viene al lugar de la falta de significante para nombrar el goce. El sujeto se hace representar por ese significante y a partir de allí inventa un Otro causa de su ser, S2.
La alienación implícita en esta operación da cuenta de una evacuación: se produce un vaciamiento de goce del cuerpo. Debido a que la evacuación es insuficiente, algo retorna a nivel del objeto a como plus de gozar puesto en evidencia en la repetición. El sujeto se inventa un Otro gozador. La división subjetiva que de ella se desprende afectará al cuerpo de una manera particular en tanto la repetición resonará en términos de pulsión: entrada de lo pulsional que permite pensar el campo del goce posibilitando la relación con los objetos.
Goce, no obstante, regulado, tramitado. Modo de gozar del ser hablante que involucra al cuerpo porque para gozar se necesita un cuerpo. Es por ello que Miller plantea que se trata del sujeto más un cuerpo afectado a una condición de goce.

La perè-version del padre
El cuerpo queda afectado a una consistencia corporal dada por lo pulsional y a una versión del padre, la perè-version del padre que viene a aparejar con lo vivo del cuerpo así definido (5), regulando el goce del cuerpo.
Tenemos entonces al S1 en tanto versión del padre y al a como consistencia corporal; pareja de términos que aluden al núcleo de goce del síntoma.
Que regule el goce del cuerpo significa que el padre es tomado como función, y esto supone un modelo: una existencia singular, un uso del goce particular. (6)
De esta modalidad de goce da cuenta el fantasma: la estructura de este matema, entraña la lógica de la père-version del padre.
El losange en el matema del fantasma está allí para designar una relación lógica entre ambos. Relación en la cual el sujeto se propone como objeto para el Otro, a nivel oral, anal, escópico e invocante. Cito: las pulsiones, eso es el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir, pero que este decir, para que resuene, para que consuene (…) es preciso que el cuerpo sea allí sensible, y que lo es, es un hecho. Esto en porque el cuerpo tiene algunos orificios… (7) Restos donde lo pulsional consuena al modo de un eco en el cuerpo.
El fantasma también tiene una función de marco porque vela lo real. También da cuenta de un rasgo perverso, en el sentido de que entraña una posición masoquista estructural en el ser hablante. Cuota de masoquismo universal en el parlètre que goza del dolor y se satisface allí: poniendo de manifiesto en el sujeto el lugar de objeto que es para el Otro.
La versión del padre sustentada en la neurosis da cuenta de que hay allí un sujeto que padece, sosteniendo en su condición de goce un amor incondicional a una erotizada versión del Padre.
La noción de perè-versión que se desprende en este período de Lacan puede abordarse en el Seminario XXII RSI donde trabaja la noción del padre-síntoma, cito: Un padre sólo tiene derecho al respeto y al amor si el dicho respeto es (…) perè-versement orientado, es decir que hace de una mujer objeto a que causa su deseo. (8)
Mediación ubicada aquí por Lacan en tanto que puede hacer de una mujer la causa de su deseo, dando una versión del objeto: se trata de lo vivo del Padre, de un padre deseante y en tanto deseante es un padre-síntoma.
La formulación del padre perè-versamente orientado lo introduce para dar cuenta de una "versión del padre" que va de suyo con la noción de modelo de la función: se trata de una función que hace excepción produciendo un orden, una mediación en la estructura. Lugar vacío de la función ejercido por alguien que puede no funcionar bien. Javier Aramburu plantea respecto de esto la "versión del padre" que Freud da en Tótem y tabú y la "versión del padre" muerto. En el primero hay un mal funcionamiento de la excepción -padre muerto/vivo que vira al padre gozador, padre imaginario. En el segundo, padre muerto, padre simbólico, no es un buen modelo ya que es un padre que no dice nada, un padre impotente.
El modelo será el del padre real, operador de la castración. Padre dador que puede hacer de una mujer la causa de su deseo. Padre-síntoma, ubicado del lado de un medio decir.

Lo Imaginario como consistencia
La idea de imaginario como consistencia alude a la idea del cuerpo como un saco, donde el papel de los orificios del cuerpo aluden al objeto a en tanto consistencia corporal. Esta cuestión del objeto a como consistencia corporal hay que reflexionarla sobre la base de un cuerpo que cuando es atribuido al sujeto, no es sin el precio de la castración.
También hay que despejar la idea del objeto a como consistencia lógica, que va de suyo con aquello a lo cual se arriba mediante la experiencia analítica: caída de las identificaciones que marcaron al sujeto que producen un efecto de reducción. Recorrido que posibilita el análisis e implica la caída de los significantes amos que determinaron al sujeto, con lo cual, lo que al final obtendremos -a partir del trabajo de desciframiento- es una realización del inconsciente, una reducción de los significantes a la letra y al objeto "a" en su puro valor de goce: lo que hace insignia. En esta operación, ¿qué lugar para el imaginario a nivel del nudo? ¿Qué ocurre a nivel del cuerpo, del imaginario como consistencia en ese sujeto que llega al final de un análisis? Lo que ocurre, dice Lacan, es que se pone en juego un "saber hacer con", que tiene que ver con un saber-hacer con su imagen, un saber manipular, desenredar el síntoma. (9)
Lo que finalmente acontece con la identificación al síntoma es una identificación al cuerpo, es algo tan evidente, que funciona como abrochamiento del lado de la consistencia imaginaria. (10)

La perè-versión del padre en la perversión
Para reflexionar sobre la cuestión de la perè-version del padre en la perversión resulta útil retomar el Seminario IV de Lacan sobre "La relación de objeto". Allí, aborda el tema de la perversión retomando el caso de la joven homosexual para poner en evidencia la relación del sujeto respecto de la falta. A la secundariedad del relato en sí que leemos en el texto de Freud en cuestión, antecede al modo sui un suceso acontecido cuando la madre de esta niña da a luz a un varón que tuvo con el padre de esta joven paciente de Freud. Lacan, afirma que lo que se produce es una decepción, respecto del padre. En términos freudianos, ella esperaba un hijo del padre que es dado a la madre. Lacan recurre al esquema lambda para ahondar en las particularidades de esta decepción y posterior posición subjetiva de la paciente. En dicho esquema -planteado en el Seminario II-, se dispone de la pareja de términos imaginarios y la pareja de términos simbólicos. La primera alude al vector imaginario a-a´ y la segunda, el vector simbólico -en cruz respecto del anterior-, a la relación del sujeto con el Otro: S-A (Otro, Autre).
Siguiendo los lineamientos de Miller del curso "De la naturaleza de los semblantes", Lacan en el Seminario IV introducirá en cada uno de los lugares los términos en cuestión en el caso de la joven homosexual.
Respecto del vector simbólico, en el lugar del sujeto coloca la madre (imaginaria) y en el lugar del Otro, al padre simbólico -tenemos los dos primeros elementos simbólicos del esquema-, en el lugar de , el otro, el niño real y en el lugar de a (yo), el pene imaginario -segundos dos elementos, esta vez imaginarios del esquema.
Entonces, el lugar del sujeto –S- tenemos a la madre imaginaria que ella se cree y de la cual espera un hijo del padre simbólico, aquel que puede cumplir el don fálico. Del lado del objeto se tratará del niño en cuestión en tanto pene imaginario.
Miller señala que el objeto a destacar en el que se reúnen estos valores esenciales es el niño en tanto equivalente del falo: Niño ? Falo.
Armazón que se desarma cuando sucede lo dicho anteriormente acerca de la madre de la niña que da a luz a un hijo varón del padre de la joven.
Se produce una situación en la cual al sujeto queda confrontado con el vacío, remediándose posteriormente cuando coloca en el lugar del objeto -antes el niño real- a la Dama, en el lugar del sujeto a la joven que cuida galantemente de ella. En el lugar del padre simbólico aparece el falo simbólico y donde antes, a nivel del a (del yo), el pene imaginario, ahora aparece el padre imaginario.
Se aprecia cómo hay un desplazamiento respecto del inicio: el padre simbólico -antes en el lugar del Otro-, ahora es reconducido al vector imaginario como padre imaginario. En esto se centra la relación perversa para Lacan a esta altura de su enseñanza: desplazamiento de la versión del padre que vira de la posición simbólica -el padre en un primer momento aparece como aquel que puede vehiculizar el Don, en tanto don de una falta-, a una suerte de desestimación que lo reconduce al vector imaginario.
Por otro lado, la relación al falo también se modifica respecto del primer esquema. En un primer momento el falo aparece como imaginario en tanto equivale al niño que espera ella del padre en tanto falo imaginario. En el segundo momento, el falo se desplaza al lugar del Otro –vector simbólico-, como falo simbólico puesto en evidencia en el hecho de que la sujeto puede dar su amor, a saber, le indica el papel de lo que debería hacer este padre respecto de una mujer.
Lacan señala que cuando se trata de una perversión, la dimensión imaginaria se muestra predominante. Se trata de lo que el fantasma monta: una escena donde el sujeto llega a representarse. Lo que ocurre en el fantasma perverso, es una reducción simbólica que ha eliminado progresivamente toda la estructura subjetiva de la situación para dejar subsistir tan solo un residuo, completamente desubjetivado (…) que conserva toda la carga de lo que en el Otro constituye la estructura articulada en la cual el sujeto está implicado. (11) Efectivamente, los elementos están pero su relación intersubjetiva se ha perdido.
Si seguimos atentamente esta reflexión de Lacan e intentamos articularla al primer paradigma del goce -puntuado por Jacques-Alain Miller-, podemos ver cómo en este momento de la enseñanza de Lacan se trata de la imaginarización del goce: de un goce estancado, inerte; cito a Lacan: Con el fantasma nos encontramos ante algo (…) que fija, reduce al estado de lo instantáneo el curso de la memoria, detenido así en aquel punto llamado recuerdo pantalla. Piensen en un movimiento cinematográfico que se desarrolla rápidamente y se detiene de pronto en un punto, inmovilizando a todos los personajes. Esta instantaneidad es característica de la reducción de la escena plena, significante (…) a lo que se inmoviliza en el fantasma, quedando éste cargado con todos los valores eróticos… (12) Jirones, pizcas, restos pulsionales de los cuales da cuenta el fantasma. Miller puntúa: El productor de ese goce perdido es la repetición de la marca significante en los límites del cuerpo, las contingencias corporales dan sustancia a ese lugar que sólo tiene consistencia para el sujeto en tanto lugar lógico, lo que permite que el padre real venga a tomar sustancia de goce por el fantasma. Si eso toma valor sexual es sólo porque a esa apariencia corporal, residual, le es coordinado el falo como Nombre-del-Padre. (13)
Giramos en torno a aquello que viene al lugar del vacío a nivel de la estructura, esto es "no hay relación sexual", lo que es lo mismo: no hay un significante para nombrar a La Mujer. La versión del padre en el fantasma pone de manifiesto el modo en que el sujeto deniega una inexistencia, a saber, no existe un significante para nombrar a La Mujer. En la neurosis y en la perversión la denegación es claramente diferente porque la escena fantasmática en la primera se acentúa en relación al sujeto del deseo: el fantasma se sostiene del deseo y el sujeto se identifica a un objeto oral, anal, escópico e invocante cuando él mismo se desvanece ante los significantes de la demanda del Otro. En la perversión, el objeto está en lugar del sujeto haciéndose instrumento, objeto de goce del Otro, mediado por la voluntad de goce.
La elección del sujeto en torno a la perversión refiere a que reniega de la castración haciendo del Otro un Otro del goce, entregándose a su voluntad para restaurarle sus objetos y hacer de él un Otro completo vía el goce del Otro. Asume su deseo como voluntad de goce. Hace existir el Otro a partir del goce que le da y así mantener el saber de su lado acompañado de la certeza de su goce. Se hace instrumento del goce del Otro al que se entrega sin ambages.
Tanto en la neurosis como en la psicosis lo negado retorna de modo diferente: en lo simbólico mismo para la neurosis y en lo real para la psicosis. En la perversión nos encontramos con un mecanismo de defensa señalado por Freud como renegación. Esta alude a que hay admisión en lo simbólico de la castración pero su retorno es a nivel del fetiche, por ejemplo. Cabe reflexionar, entonces, si este retorno es a nivel de lo imaginario.
Miller señala que el perverso es aquel que se consagra a obturar ese agujero en el Otro, (14) mediante el acto perverso, transformando la inconsistencia del Otro en incompletud imaginaria. Para el perverso su razón de ser está en, una y otra vez, reintegrarle al Otro el goce que le ha sido sustraído. Suplencia en acto: restituye los objetos plus de goce en el Otro.
Lacan, a partir de la única clase del denominado Seminario inexistente sobre Los nombres del padre comienza a perfilar paulatinamente un desplazamiento de la primacía simbólica del Nombre del Padre hacia su pluralización, esto es: cualquier significante puede venir al lugar de éste y operar al modo de suplencia.
Con la definición del padre en el Seminario RSI se tratará de ahora en más de un padre-síntoma, un padre que hace de una mujer la causa de su deseo, un padre deseante, un padre vivo que ha adquirido para sí a una mujer para hacerles hijos y que, los quiera o no, prodigue a éstos sus cuidados paternales. Esto atañe a la perè-versión en tanto versión del padre que da lugar a la neurosis.
Cuando en esta misma clase del Seminario puntúa que no hay nada peor que el padre que profiere la ley sobre todo (15), un padre que se retira de todos los magisterios, se refiere a lo característico de la psicosis que remite indudablemente a una verdadera desposesión primitiva del significante, ese significante que en la neurosis, privilegiadamente, viene al lugar del vacío propio de la estructura.
Tal vez la hipótesis posible para reflexionar acerca de la perè-versión en tanto versión del padre enlazada a la perversión sea aquella de un padre desestimado. Falla del semblante paterno: perè-versión del padre en tanto versión que produce una elección por parte del sujeto de la puesta en escena de un fantasma donde allí, él mismo, es instrumento que fuerza la entrada del objeto irrepresentable en el campo del Otro.
Cuerpo y erótica del padre en la perè-version enlazada a la perversión donde el sujeto, de este modo, haría existir a La mujer completando a la madre con el falo.

** Adherente de la Escuela de la Orientación Lacaniana Sección Rosario (EOL - Argentina)

Autorizado por el autor para su publicación en www.hipermodernidad.blogspot.com


Notas
1. Lacan, Jacques: Seminario I "Los escritos técnicos de Freud". Editorial Paidós. Pág. 191.
2. Idem. (1).
3. Lacan, Jacques: Intervenciones y textos, "La tercera". Editorial Manantial. Pág. 91.
4. Miller, Jacques-Alain. Colección Orientación Lacaniana, "Lacan y la voz". Edita EOL. Pág.12 y 13.
5. Laurent, Eric: "El modelo y la excepción". Página 3. Colección Diva Nº8.
6. Idem (5).
7. Lacan, Jacques: Seminario XXIII, "El síntoma". Clase del 18 de noviembre de 1975. Inédito.
8. Lacan, Jacques: Semiario "RSI". Clase del 21 de enero de 1975. Inédito.
9. Laurent, Eric: "Usos actuales de la clínica". Conferencia. Pág. 42. Editorial Paidós..
10. Idem (9).
11. Lacan, Jacques: Seminario IV "Las relaciones de objeto". Pág. 121. Editorial Paidós.
12. Idem (11)
13. Miller, Jacques-Alain: "La a experiencia de lo real en la cura psicoanalítica". Ed. Paidós. Pág. 226.
14. Miller, Jacques-Alain: "Elucidación de Lacan". Editorial Paidós.
15. Lacan, Jacques. Seminario XXII. "RSI". Clase del 21de enero de 1975. Inédito.


Bibliografía
Lacan, Jacques
- Seminario IV. "Las relaciones de objeto". Editorial Paidós.
- Seminario XXII. "RSI". Inédito.
- Seminario XXIII. "El síntoma". Inédito.
- Intervenciones y textos. "La tercera". Editorial Manantial.

Miller, Jacques-Alain
- "Elucidación de Lacan". Editorial EOL-Paidós.
- "La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica". Editorial Paidós.
- "De la naturaleza de los semblantes". Editorial Paidós.

Laurent, Eric
- "Usos actuales de la clínica. Conferencia. IXº Jornadas Anuales de la EOL. Colección Orientación Lacaniana. Editorial Paidós.
Aramburu, Javier
- "El deseo del analista". Editorial Tres Haches.